8 DE MARZO. DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA (no de la empresaria, la banquera y la política que la explotan).



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La clase trabajadora tenemos muchos motivos para ir a una huelga general, y las trabajadoras, la mayoría de mujeres, tenemos todos esos y algunos más. Las medidas urgentes para la reforma del mercado laboral introducidas en los últimos años (2010-2012) han supuesto un agravamiento de las diferencias salariales y la precarización de las condiciones de trabajo de muchas mujeres, que se ven expulsadas del mercado laboral. Los constantes ataques al sistema público de pensiones, último garante de la estabilidad económica para las familias, tiene consecuencias más graves para las trabajadoras, que acumulan casi el 75 por ciento de los empleos a tiempo parcial, vidas laborales más cortas y salarios más bajos. Los recortes presupuestarios en materia de gasto social suponen asimismo un ataque a los derechos de las trabajadoras al verse despojadas de los servicios necesarios para revertir su situación de desigualdad (guarderías públicas, comedores escolares, centros de día y residencias, centros de planificación familiar, de formación, de acogida, ayudas para mujeres maltratadas, etc.).

 

Como trabajadoras y feministas, estamos dispuestas a hacer huelga e invitar a los hombres a unirse a ella para revertir esta situación. Pero una huelga que esté organizada desde la base social, por nosotras mismas y nosotros mismos, desde nuestras asociaciones. No estamos por seguir llamamientos que -en última instancia- provienen de arriba, como es el caso de la Huelga Feminista convocada para este 8 de Marzo aquí y a nivel global. Es posible que las organizaciones españolas que la respaldan no sean conscientes de ello, pero hay suficiente evidencia de que este llamamiento a una Huelga Feminista o Huelga de Mujeres es una réplica del realizado el año pasado de 2017, que tuvo su epicentro en los Estados Unidos (Global Women's Strike), poco después de la primera Marcha Internacional de Mujeres (International Women's March) celebrada en enero para protestar por la victoria de Trump. Y no es que haya nada malo en la internacionalización de nuestra lucha, al contrario; sino que la lucha a la que responden esos eventos no es la nuestra. No lo es porque las personas y entidades organizadoras tanto de las International Women's March como de las Global Women's Strike estuvieron ligadas a la candidatura de Hillary Clinton y lo están al partido demócrata, que no es precisamente un partido de la clase trabajadora, sino del régimen imperialista norteamericano.1

 

El 8 de Marzo fue desde su origen en 1910 el Día de la Mujer Trabajadora, se inauguró para conmemorar la lucha de las mujeres por el socialismo. A este próximo se nos invita a ir junto a las mujeres que forman parte de la clase que nos explota -“es una huelga de todas”, se dice en el manifiesto o Argumentario de la convocada Huelga Feminista-. Las redactoras olvidan que a las mujeres de la clase dominante no les afecta la precariedad laboral, ni el cuidado de hijos y ancianos; tienen criadas y criados. Puede afectarles la violencia machista, pero poseen recursos para huir de un maltratador. De hecho, casi todas las mujeres que mueren asesinadas por hombres, o las que caen en las redes de trata, o las que alquilan sus úteros para otras y otros, son de la clase trabajadora, que ven cómo las que ocupan puestos de gobierno recortan la asistencia a las mujeres maltratadas, aparte de cargarse la escuela y el sistema de salud públicos, caso de Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid. Estas mujeres de la clase dominante se han aprovechado de las luchas de otras para ocupar puestos tradicionalmente ocupados por hombres y ejercer un rol similar. Se atreven incluso, si la ocasión lo pinta, a llamarse feministas porque las pseudo-intelectuales de su clase les dicen que una mujer que alcanza un puesto de responsabilidad en las instituciones es feminista por el hecho de ser mujer, sin entrar a valorar qué funciones ejerce sobre otras mujeres. Por supuesto, este feminismo es, en realidad, un anti-feminismo, una quinta columna del patriarcado en nuestra lucha por la emancipación. Contrariamente a lo que se afirma en el manifiesto de la Huelga Feminista, esto no es “como hicieron nuestras antecesoras”. Si de verdad se quieren “quebrantar los privilegios de una sociedad patriarcal y capitalista” -como se alega-, debería reconocerse que una huelga inter-clasista, con mujeres como Christine Lagarde, Hillary Clinton, Ana Patricia Botín o Fátima Báñez, es una manifiesta contradicción en los términos.

 

Contradicción y, además, tergiversación y manipulación. Las organizaciones convocantes de la Huelga de Mujeres, que no se reivindican de la clase trabajadora, utilizan, sin embargo, la principal herramienta de lucha de nuestra clase, la huelga, pero con el riesgo de desvirtuarla y vaciarla de contenido tal como se plantea: como una huelga “de todas” y para “visibilizar” una problemática. Una huelga implica que las trabajadoras dejan de trabajar cuando ellas lo deciden para forzar a unas mejoras, desafiando el poder del empresario. Sólo la fuerza media entre los intereses opuestos de trabajadoras y empresarios/as. Por eso, una huelga se convoca para ganar, de lo contrario sólo conduce a retrocesos (de esto saben mucho los sindicatos de concertación), pues su mala utilización desmoraliza y desmoviliza, considerando además que cada día de huelga se descuenta del salario. Sólo los sindicatos, las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, están legalmente capacitados y políticamente legitimados para convocar una huelga, es decir un paro de la producción, y organizarla.

 

Las redactoras del manifiesto para la convocatoria de esta Huelga Feminista se han contagiado de las políticas liberales de la identidad que llegan de la otra orilla del Atlántico Norte, y de ahí que apelen sobre todo a las “mujeres, lesbianas y trans” y a las “transfronterizas”, a las diferencias de todo tipo menos la de clase, que queda como convidada de piedra en la lista de “diversidades que nos atraviesan”, cuando se trata de una diferencia fundamental. Los ataques a los derechos laborales y sociales, el robo de los servicios públicos, que afecta sobre todo a las mujeres, son eso precisamente: lucha de clases, amigas; no de raza, ni de género, aunque si perdemos en esta lucha nuestra emancipación como mujeres corre serio peligro de involución. En las clases nos agolpamos mujeres de todos los colores, géneros y orientaciones sexuales; pero ni la violencia machista, ni la homófoba, ni la xenófoba, ni la laboral, tienen las mismas consecuencias para una burguesa que para una trabajadora.

 

El manifiesto de la Huelga Feminista, cuando baja al terreno laboral, pone el acento en los llamados “trabajos de cuidados”, remunerados y no remunerados, precisamente los que realizamos en exclusiva las mujeres de clase trabajadora. Sin embargo, se olvida señalar que la deplorable situación en que se hallan desde las cuidadoras domésticas a las auxiliares de ayuda a domicilio se debe en buena medida a decisiones políticas tomadas por otras mujeres: léase Cifuentes o Díez, o también Carmena, que hace oídos sordos a las reivindicaciones de las auxiliares de re-municipalizar el servicio y sigue dando contratos a Florentino Pérez y cía, que las explotan a placer. Se nos invita igualmente a hacer una huelga de cuidados, cuando sabemos que esta es imposible para las cuidadoras no remuneradas -la mayoría-, que tienen a su cargo personas dependientes, no pueden contratar a otras para hacer este trabajo, no reciben ayuda de las administraciones públicas, ni los miembros de su familia pueden sustituirlas porque están ausentes en el trabajo o la escuela. Es más, las convocantes piden que los hombres las sustituyan en su labor reproductiva, es decir, que las “esquiroleen”, en vez de unir fuerzas con sus compañeras de clase para luchar contra la violencia machista, la pobreza o la brecha salarial.

 

Tampoco pueden hacer esta huelga las cuidadoras remuneradas porque en muchos casos no tienen contrato y el miedo a perder el empleo, entre otros factores emocionales, son condicionantes que abruman. Las redactoras del manifiesto proponen unos “servicios mínimos” para “organizar de otro modo los cuidados”, creando redes de autoayuda, cuando se sabe que, en la práctica, este tipo de experimentos se quedan en pequeños grupos. Precisamente lo que el capitalismo en su actual fase promueve es que nos “busquemos la vida” para asegurarnos nuestra reproducción, porque el Estado no va a reinvertir el dinero de nuestros impuestos en servicios y salario indirecto. Lo dijo Ana Botella en sus tiempos de alcaldesa de Madrid: “hay que ir acostumbrándose a ayudarse entre vecinas, como se hacía antes”. Es la demanda de servicios públicos, que en parte nos han robado y en parte privatizado, lo que debe figurar en la agenda de todo movimiento que verdaderamente luche contra el capitalismo y el patriarcado. Para que estos tuviesen motivo real de preocupación, una huelga de trabajo reproductivo tendría que ser lo suficientemente sostenida en el tiempo como para impedir que empleados y empleadas acudiesen a sus puestos de trabajo; es decir, para parar la producción. En efecto, sin nosotras no se produce ni se reproduce; pero, para llegar a una huelga general prolongada (y tomar el palacio de invierno), se requiere mucho más que un llamamiento y la organización de grupos informativos, que sin la ayuda de los medios masivos de comunicación probablemente no llegaran a la décima parte de la población.

 

Es a nosotras, las trabajadoras, desde nuestros sindicatos y asociaciones, con nuestros compañeros, a quienes nos toca organizar la conmemoración de una fecha que históricamente nos pertenece: el 8 de Marzo. El área de feminismo del Espacio de Encuentro Comunista reconoce como legítimas muchas de las reivindicaciones contenidas en el manifiesto de la Huelga Feminista. No obstante se suma al bloque combativo de clase propuesto por los sindicatos alternativos para salir a la calle CONTRA EL ASALTO A LAS PENSIONES, LAS REFORMAS LABORALES, LA VIOLENCIA MACHISTA, LA BRECHA SALARIAL Y LA PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS. Revitalizar el carácter de clase del 8 de Marzo como Día de la Mujer Trabajadora es nuestra tarea como feministas y trabajadoras. Las palabras de Alexandra Kollontai hace cien años adquieren hoy mayor sentido: “El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre”. Y ello a nivel mundial. Nuestro movimiento no necesita ser interseccional o transfronterizo, porque es internacionalista, como lo fueron las primeras Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas, de donde surgió el 8 de Marzo.

 

Área de feminismo del EEC

Febrero de 2018

 

1 Véase “La Marcha Internacional de Mujeres (Women's Global March) o la artera instrumentalización del feminismo”, en: http://canarias-semanal.org/not/21921/la-marcha-internacional-de-mujeres-o-la-artera-instrumentalizacion-del-feminismo/ Las convocantes de la huelga feminista abren su Argumentario ocultando el verdadero origen de la Huelga de Mujeres y contando medias verdades. Sostienen: “Al grito de 'ni una menos, vivas nos queremos', que lanzaron las feministas argentinas se llevó a cabo la primera huelga global de mujeres de trabajo productivo y reproductivo el 8 de Marzo de 2017”. Las movilizaciones en Argentina habían tenido lugar en septiembre de 2016, y en torno a esas fechas las de Polonia. Estas luchas sirvieron de enganche a las organizaciones estadounidenses convocantes de la huelga del 8 de Marzo de 2017, que no se mencionan en el Argumentario, para dotarla de un carácter global. Y, prosigue: “Millones de mujeres de 70 países (…) nos contagiamos y ocupamos las calles”. Se contagiaron, ciertamente, porque quizás haya sido la huelga más mediática de la historia, desde los propios inicios de su preparación, lo cual no parece dar que pensar a las convocantes de esta nueva edición.

 


 

8 DE MARZO. DÍA INTERNACIONAL DA MULLER TRABALLADORA (non da empresaria, a banqueira e a política que a explotan).

A clase traballadora temos moitos motivos para ir a unha folga xeral, e as traballadoras, a maioría das mulleres, temos todos eses e algúns máis. As medidas urxentes para a reforma do mercado laboral introducidas nos últimos anos (2010-2012) supuxeron un agravamento das diferenzas salariais e a precarización das condicións de traballo de moitas mulleres, que se ven expulsadas do mercado laboral. Os constantes ataques ao sistema público de pensións, último garante da estabilidade económica para as familias, ten consecuencias máis graves para as traballadoras, que acumulan case o 75 por cento dos empregos a tempo parcial, vidas laborais máis curtas e salarios máis baixos. Os recortes orzamentarios en materia de gasto social supoñen así mesmo un ataque aos dereitos das traballadoras ao verse desposuídas dos servizos necesarios para reverter a súa situación de desigualdade (gardarías públicas, comedores escolares, centros de día e residencias, centros de planificación familiar, de formación, de acollida, axudas para mulleres maltratadas, etc.).

Como traballadoras e feministas, estamos dispostas a facer folga e convidar os homes a unirse a ela para reverter esta situación. Pero unha folga que estea organizada desde a base social, por nós mesmas e nós mesmos, desde as nosas asociacións. Non estamos por seguir chamamentos que -en última instancia- proveñen de arriba, como é o caso da Folga Feminista convocada para este 8 de Marzo aquí e a nivel global. É posible que as organizacións españolas que a apoian non sexan conscientes diso, pero hai suficiente evidencia de que este chamamento a unha Folga Feminista ou Folga de Mulleres é unha réplica do realizado o ano pasado de 2017, que tivo o seu epicentro nos Estados Unidos (Global Women's Strike), pouco despois da primeira Marcha Internacional de Mulleres (International Women's March) celebrada en xaneiro para protestar pola vitoria de Trump. E non é que haxa nada malo na internacionalización da nosa loita, ao contrario; senón que a loita á que responden eses eventos non é a nosa. Non o é porque as persoas e entidades organizadoras tanto das International Women's March como das Global Women's Strike estiveron ligadas á candidatura de Hillary Clinton e estano ao partido demócrata, que non é precisamente un partido da clase traballadora, senón do réxime imperialista norteamericano. 1

O 8 de Marzo foi desde a súa orixe en 1910 o Día da Muller Traballadora, inaugurouse para conmemorar a loita das mulleres polo socialismo. A este próximo convídasenos a ir xunto ás mulleres que forman parte da clase que nos explota -“é unha folga de todas”, dise no manifesto ou Argumentario da convocada Folga Feminista-. As redactoras esquecen que ás mulleres da clase dominante non lles afecta a precariedade laboral, nin o coidado de fillos e anciáns; teñen criadas e criados. Pode afectarlles a violencia machista, pero posúen recursos para fuxir dun
maltratador. De feito, case todas as mulleres que morren asasinadas por homes, ou as que caen nas redes de trata, ou as que alugan os seus úteros para outras e outros, son da clase traballadora, que ven como as que ocupan postos de goberno recortan a asistencia ás mulleres maltratadas, a parte de cargarse a escola e o sistema de saúde públicos, caso de Cristina Cifuentes na Comunidade de Madrid. Estas mulleres da clase dominante aproveitáronse das loitas doutras para ocupar postos tradicionalmente ocupados por homes e exercer un rol similar. Atrévense mesmo, se a ocasión o pinta, a chamarse feministas porque as pseudo-intelectuais da súa clase dinlles que unha muller que alcanza un posto de responsabilidade nas institucións é feminista polo feito de ser muller, sen entrar a valorar que funcións exerce sobre outras mulleres. Por suposto, este feminismo é, en realidade, un anti-feminismo, unha quinta columna do patriarcado na nosa loita pola emancipación. Contrariamente ao que se afirma no manifesto da Folga Feminista, isto non é “como fixeron as nosas antecesoras”. Se de verdade se queren “quebrantar os privilexios dunha sociedade patriarcal e capitalista” -como se alega-, debería recoñecerse que unha folga inter-clasista, con mulleres como Christine Lagarde, Hillary Clinton, Ana Patricia Botín ou Fátima Báñez, é unha manifesta contradición nos termos.

Contradición e, ademais, terxiversación e manipulación. As organizacións convocantes da Folga de Mulleres, que non se reivindican da clase traballadora, utilizan, con todo, a principal ferramenta de loita da nosa clase, a folga, pero co risco de desvirtuala e baleirala de contido tal como se expón: como unha folga “de todas” e para “visibilizar” unha problemática. Unha folga implica que as traballadoras deixan de traballar cando elas o deciden para forzar a unhas melloras, desafiando o poder do empresario. Só a forza media entre os intereses opostos de
traballadoras e empresarios/as. Por iso, unha folga convócase para gañar, pola contra só conduce a retrocesos (disto saben moito os sindicatos de concertación), pois a súa mala utilización desmoraliza e desmobiliza, considerando ademais que cada día de folga se desconta do salario. Só os sindicatos, as organizacións de traballadores e traballadoras, están legalmente capacitados e politicamente lexitimados para convocar unha folga, é dicir un paro da produción, e organizala.

As redactoras do manifesto para a convocatoria desta Folga Feminista contaxiáronse das políticas liberais da identidade que chegan da outra beira do Atlántico Norte, e por iso é polo que apelen sobre todo ás “mulleres, lesbianas e trans” e ás “transfronteirizas”, ás diferenzas de todo tipo menos a de clase, que queda como convidada de pedra na lista de “diversidades que nos atravesan”, cando se trata dunha diferenza fundamental. Os ataques aos dereitos laborais e sociais, o roubo dos servizos públicos, que afecta sobre todo ás mulleres, son iso precisamente: loita de clases, amigas; non de raza, nin de xénero, aínda que se perdemos nesta loita a nosa emancipación como mulleres corre serio perigo de involución. Nas clases apiñámonos mulleres de todas as cores, xéneros e orientacións sexuais; pero nin a violencia machista, nin a homófoba, nin a xenófoba, nin a laboral, teñen as mesmas consecuencias para unha burguesa que para unha traballadora.

O manifesto da Folga Feminista, cando baixa ao terreo laboral, pon o acento nos chamados “traballos de coidados”, remunerados e non remunerados, precisamente os que realizamos en exclusiva as mulleres de clase traballadora. Con todo, esquécese sinalar que a deplorable situación en que se achan desde as coidadoras domésticas ás auxiliares de axuda a domicilio débese en boa medida a decisións políticas tomadas por outras mulleres: léase Cifuentes ou Díez, ou tamén Carmena, que fai oídos xordos ás reivindicacións das auxiliares de re-municipalizar o servizo e segue dando contratos a Florentino Pérez e cía, que as explotan a pracer. Convídasenos igualmente a facer unha folga de coidados, cando sabemos que esta é imposible para as coidadoras non remuneradas -a maioría-, que teñen ao seu cargo acodes dependentes, non poden contratar a outras para facer este traballo, non reciben axuda das administracións públicas, nin os membros da súa familia poden substituílas porque están ausentes no traballo ou a escola. É máis, as convocantes piden que os homes as substitúan no seu labor reprodutivo, é dicir, que as “esquiroleen”, no canto de unir forzas coas súas compañeiras de clase para loitar contra a violencia machista, a pobreza ou a fenda salarial.


Tampouco poden facer esta folga as coidadoras remuneradas porque en moitos casos non teñen contrato e o medo a perder o emprego, entre outros factores emocionais, son condicionantes que atafegan. As redactoras do manifesto propoñen uns “servizos mínimos” para “organizar doutro xeito os coidados”, creando redes de autoaxuda, cando se sabe que, na práctica, este tipo de experimentos quedan en pequenos grupos. Precisamente o que o capitalismo na súa actual fase promove é que nos busquemos a vida” para asegurarnos a nosa reprodución, porque o Estado non vai reinvestir o diñeiro dos nosos impostos en servizos e salario indirecto. Díxoo Ana Botella nos seus tempos de alcaldesa de Madrid: “hai que ir afacéndose a axudarse entre veciñas, como se facía antes”. É a demanda de servizos públicos, que en parte nos roubaron e en parte privatizado, o que debe figurar na axenda de todo movemento que verdadeiramente loite contra o capitalismo e o patriarcado. Para que estes tivesen motivo real de preocupación, unha folga de traballo reprodutivo tería que ser o suficientemente sostida no tempo como para impedir que empregados e empregadas acudisen aos seus postos de traballo; é dicir, para parar a produción. En efecto, sen nós non se produce nin se reproduce; pero, para chegar a unha folga xeral prolongada (e tomar o pazo de inverno), requírese moito máis que un chamamento e a organización de grupos informativos, que sen a axuda dos medios masivos de comunicación probablemente non chegasen á décima parte da poboación.

 

É a nós, as traballadoras, desde os nosos sindicatos e asociacións, cos nosos compañeiros, a quen nos toca organizar a conmemoración dunha data que historicamente nos pertence: o 8 de Marzo. A área de feminismo do Espazo de Encontro Comunista recoñece como lexítimas moitas das reivindicacións contidas no manifesto da Folga Feminista. No entanto sumar ao bloque combativo de clase proposto polos sindicatos alternativos para saír á rúa CONTRA O ASALTO ÁS PENSIÓNS, AS REFORMAS LABORAIS, A VIOLENCIA MACHISTA, A FENDA SALARIAL E A PRIVATIZACIÓN DOS SERVIZOS PÚBLICOS. Revitalizar o carácter de clase do 8 de Marzo como Día da Muller Traballadora é a nosa tarefa como feministas e traballadoras. As palabras de Alexandra Kollontai hai cen anos adquiren hoxe maior sentido: “O capitalismo cargou sobre os ombreiros da muller traballadora un peso que a esmaga; converteuna en obreira, sen aliviala dos seus coidados de ama de casa e nai”. E iso a nivel mundial. O noso movemento non necesita ser interseccional ou transfronteirizo, porque é internacionalista, como o foron as primeiras Conferencias Internacionais de Mulleres Socialistas, de onde xurdiu o 8 de Marzo.

 

Área de feminismo do EEC

Febreiro de 2018

 

1 Véxase “A Marcha Internacional de Mulleres (Women's Global March) ou a arteira instrumentalización do feminismo”,  en: http://canarias-semanal.org/not/21921/la-marcha-internacional-de-mujeres-o-la-artera-instrumentalizacion-del-feminismo/ As convocantes da folga feminista abren o seu Argumentario ocultando a verdadeira orixe da Folga de Mulleres e contando medias verdades. Sosteñen: “Ao berro de 'nin unha menos, vivas querémonos', que lanzaron as feministas arxentinas levou a cabo a primeira folga global de mulleres de traballo produtivo e reprodutivo o 8 de Marzo de 2017”. As mobilizacións en Arxentina tiveran lugar en setembro de 2016, e ao redor desas datas as de Polonia. Estas loitas serviron de enganche ás organizacións estadounidenses convocantes da folga do 8 de Marzo de 2017, que non se mencionan no Argumentario, para dotala dun carácter global. E, prosegue: “Millóns de mulleres de 70 países (…) contaxiámonos e ocupamos as rúas”. Contaxiáronse, certamente, porque quizais sexa a folga máis mediática da historia, desde os propios inicios da súa preparación, o cal non parece dar que pensar ás convocantes desta nova edición.


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