Boletín de información del EEC. 2 de Marzo de 2016.
 

Boletín Rojo

del Espacio de Encuentro Comunista

No os lamentéis, organizaos

Presentación del Boletín

El texto central de esta semana es la crónica de la reunión de debate en Madrid sobre el documento que presentó en diciembre el grupo de trabajo de Género. Tenemos pendiente de redactaros también las del grupo de trabajo de Formación y el de Movimiento Obrero. Recibiréis ambas antes de la Asamblea. También incluimos en este boletín un trabajo fruto de una de las reuniones de las que ya dimos cuenta. Más abajo podréis saber sobre un texto elaborado por asistentes al debate del documento de organización que tuvo lugar hace pocas semanas. De cualquier modo, y ante la importancia del evento, volvemos a incluir a modo de recordatorio la convocatoria de la tercera asamblea. Ante algunas preguntas recibidas, aclaramos que si recibes el boletín directamente de nuestro correo eso quiere decir que figuras como inscrito. Dicho esto, si aún no has comunicado tu asistencia a la asamblea, te agradeceríamos que lo hicieras para que podamos planificar los recursos necesarios.  

Propuesta para el desarrollo de la III Asamblea del EEC

La III Asamblea del Espacio de Encuentro Comunista se celebrará en Madrid los días 12 y 13 de marzo de 2016 en la sede del sindicato Co.Bas en la calle Moratines 22, esc. 1º, 1º B, 28005 Madrid. Metro Acacias (línea 5). La Asamblea se desarrollará en sesiones de mañana y tarde el día 12 y en sesión de mañana el día 13.

Orden del día:

  • Sábado 12 de marzo:
    • 10-10.30 HORAS: Acreditación de Asistentes
    • 10.30-11.30 HORAS: Presentación de balance de gestión de la Comisión Gestora elegida en la II Asamblea del EEC
    • 11.30-14.30 HORAS: Trabajo en las Comisiones
    • 14.30-16.30 HORAS: Comida
    • 16.30-20.30 HORAS: Presentación y debate en plenario del trabajo de las distintas comisiones
  • Domingo 13 de marzo:
    • 10.30-11 HORAS: Explicación de los criterios organizativos para ser miembro del Órgano de Coordinación del EEC. Presentación y propuestas para la elección del Órgano de Coordinación del EEC. (Supeditado a lo que se decida en la III Asamblea)
    • 11-12 HORAS: Presentación de candidaturas
    • 12-12.30 HORAS: Votación
    • 12.30 HORAS: Propuesta de líneas básicas de trabajo político tras la III Asamblea del EEC. Clausura de la III Asamblea

Criterios organizativos para el desarrollo de la III Asamblea de EEC

La participación en la III Asamblea del EEC se regirá con los siguientes criterios: Serán miembros de dicha Asamblea cualquier persona que esté inscrita en el EEC. Se toma como fecha límite para la inscripción en el EEC el día de la comunicación oficial de la Convocatoria de la III Asamblea. Con el fin de adecuar el local que permita el desarrollo de dicha Asamblea, los asistentes en la misma deberán comunicar al EEC su asistencia como participantes. La fecha límite para inscribirse como participante en la III Asamblea será el día 26 de febrero de 2016. Ello se hará a través del correo electrónico del EEC: encuentrocomunista@yahoo.es La Comisión Gestora confeccionará la lista de participantes que deberán acreditarse al inicio de la III Asamblea. Podrán asistir como invitados todas las personas que lo deseen, previa solicitud a la Comisión Gestora del EEC. El máximo de invitaciones vendrá determinado por las capacidades físicas del local donde se celebre la III Asamblea. Los asistentes a la III Asamblea que residan fuera de la Comunidad de Madrid y que precisen de alojamiento para la noche del 12 de marzo, deberán comunicarlo a la Comisión Gestora.  

Una aportación más al debate de Organización

Hace unos días os dimos cumplida cuenta de la reunión que tuvo lugar en Madrid el 7 de febrero para debatir el documento generado por el grupo de organización. En la crónica quedaron reflejadas las distintas percepciones de las capacidades organizativas del Espacio, tanto para dar cabida a las distintas realidades en las que se mueven los comunistas que aquí hemos coincidido, como para ajustarnos a las fuerzas actuales de un proyecto tan joven. En la crónica también quedó reflejado el esfuerzo que iban a intentar hacer los asistentes a la reunión para elaborar una propuesta que concretara las lineas de lo allí hablado. Pues bien, insistiendo en que es una propuesta más para sumar a este importante debate, ya nos han hecho llegar el resultado de su trabajo y os lo adjuntamos con este boletín para su conocimiento.  

Crónica de la reunión de debate del documento de género

Para facilitar el seguimiento de la discusión, en este correo llevas adjuntos todos los textos que se mencionan en la crónica. También puedes acceder a ellos desde sus enlaces individuales incluidos en el primer párrafo.

Introducción del acto

El pasado domingo 14 de febrero se celebró una sesión más de debate en Madrid para discutir uno de los documentos presentados en diciembre: en esta ocasión le tocaba el turno al trabajo de la Comisión de Género. La reunión comenzó con cuatro documentos sobre la mesa. Para poder referirnos a ellos durante la crónica hemos optado por numerarlos según su orden de recepción. Obviamente, el primero fue el texto elaborado por el grupo de trabajo en diciembre (texto 1), a continuación se recibió una enmienda de una compañera que elabora apreciaciones alrededor del anterior y que ella titula “comentarios al documento de la comisión de género” (texto 2), siguió un extenso texto de una camarada que se puede considerar una enmienda a la totalidad con el nombre de “mujer y perspectiva de clase” (texto 3) y un documento, quizás más autónomo, aportado por unas compañeras organizadas y al que han llamado “feminismo de clase como forma de lucha contra el patriarcado: propuestas para el debate” (texto 4). Al principio de la reunión se aclaró que éste último llegó sólo dos días antes y no hubo oportunidad de distribuirlo. Se plantea un problema, y es que, debido a problemas de distribución geográfica, no han acudido la mayoría de las compañeras que han elaborado los textos. Al comienzo de la reunión, la única presente es la camarada autora de la enmienda parcial. Además, al no haber nadie del grupo de trabajo, no se dispone como en reuniones anteriores de copias impresas de todas las enmiendas, etc. Se acuerda que la crónica de la reunión que se envíe por correo electrónico a todo el EEC irá acompañada de todos estos textos para hacer comprensible la base desde la que se discute y para difundir el trabajo realizado. Toma la palabra para comenzar el acto la autora de la enmienda parcial al texto original, documento al que hemos llamado texto 2. Considera que el texto original del grupo de trabajo parece reflejar la intervención de varios autores y autoras y por eso resultar un poco desordenado, pero sí que encuentra en el documento un aspecto fundamental que es la ligazón del feminismo con la perspectiva de clase. Encuentra ese mismo aspecto tanto en la enmienda a la totalidad como en su propia aportación, con lo que lo considera el hilo conductor que pone de acuerdo todas los trabajos realizados. Considera que el motivo fundamental de su propia enmienda -a la que ella misma entiende más como comentario que como enmienda- era el propio nombre del grupo de trabajo. En un principio se habló del Grupo de Mujer y no le pareció afortunado, pero tampoco se lo pareció Comisión de Género. Le parecería mejor alternativa, si va a perdurar una comisión como tal, llamarla Comisión de Feminismo. Para ella el concepto de género surge de las herramientas de análisis con que se dotó el feminismo, y más concretamente el feminismo marxista, desde los años 70. Sin embargo, desde los años 90 hacia acá, ese término ha sido explotado por las corrientes burguesas o capitalistas del feminismo como una especie de eufemismo para no decir feminismo y para no hablar de clases sociales. El concepto de género ha sido utilizado de una manera abusiva de tal manera que casi ha llegado a ser sinónimo de mujeres, cuando en realidad eso es pervertir el significado original del concepto, que era simplemente un concepto de análisis de las relaciones de dominación entre hombres y mujeres. Llamarlo relaciones de sexo no era muy apropiado por las connotaciones biologistas que tiene la palabra sexo, cuando lo que se intentaba resaltar es que la formación de estas relaciones de dominación entre hombres y mujeres son fundamentalmente culturales e históricas. Ese era el carácter fundamental que se quería imprimir al concepto original de género. La deriva del término hasta casi convertirlo en sinónimo de mujeres de alguna manera convierte al conjunto de las mujeres en un objeto, de alguna manera se puede considerar casi ofensivo. Recuerda cómo la palabra género en castellano también significa mercancía y no todo el mundo entiende las sutilezas gramaticales. La compañera toma el documento que aportó para seguir hilando su intervención. El principal responsable de la corrección que ha sufrido el término género es una corriente feminista que se autodenomina “feminismo de la diferencia”, a la que muchos llaman “feminismo burgués”. Este feminismo está muy bien engranado a todo lo que es la izquierda ciudadanista, y es el que tiene mayor prédica en los medios de comunicación y en la universidad, que es donde se produce la mayor parte de la literatura de análisis feminista. Antes de que existiera este feminismo de la diferencia, el feminismo socialista, el feminismo marxista y el feminismo radical comenzaron a ser objeto de ataque, incluso antes de que Fukuyama proclamara el fin de la historia. Ya desde el comienzo de la oleada neoliberal que se levanta en 1979 el feminismo marxista comienza a ser atacado desde dentro del mismo feminismo con un cariz interclasista. El nuevo feminismo se denomina a sí mismo feminismo “de la diferencia” para marcar su oposición al feminismo anterior, que considera “de la igualdad”. Defiende que hombre y mujeres somos diferentes por naturaleza, en esencia; es decir, asume los roles de género forjados por el patriarcado y rechaza su jerarquización. Incluso en versiones radicales reconoce una jerarquización, pero a la inversa: defiende que los valores femeninos son superiores a los masculinos. Este es un postulado esencial del feminismo de la diferencia del que se hace eco también el documento de enmienda a la totalidad de otra compañera del EEC (texto 3). Uno de los manifiestos fundacionales del feminismo de la diferencia ya se presentó en España en las II Jornadas Estatales del Movimiento Feminista en 1979, año en que la irrupción de esta corriente rompió el movimiento feminista. El feminismo de la diferencia condena el uso de las herramientas conceptuales del marxismo por parte del feminismo marxista, del que hace una descripción vulgar y reduccionista. En lo político no dejaba, ya por aquel entonces, lugar a dudas. Decía “No creemos en revoluciones del futuro, prometidas, abstractas, engañosas. Sino que cada día, cada momento, debemos imponer nuestro cambio y nuestra diferencia”. Este feminismo no es monolítico -tiene corrientes internas- pero su tendencia a reificar lo femenino, rayando incluso en lo místico- abre resquicios a tendencias neoconservadoras que a la postre son antifeministas. Esto permite que recientemente Ana Botella se declarara en una entrevista como “feminista moderada”. La corriente fue cogiendo fuerza y, en 1987, en el I Coloquio Internacional sobre Concepto y Realidad de los Estudio Feministas, algunas académicas invitaban a pensar desde lo femenino y pensar los masculino y lo femenino “fuera de las ideologías” reconociendo la riqueza de “nuestra diferencia”. Esto sucedía cuando en las universidades españolas entraba en tromba el pos-modernismo en forma de pos-estructuralismo, con su mensaje de que no hay más realidad que la que el lenguaje construye, de modo que los estudios no han de dirigirse hacia las condiciones materiales de la existencia, al modo de producción o al conflicto, sino centrarse en las expresiones simbólicas, las representaciones y la subjetividad. A este enfoque se le llamó también “giro lingüístico”. Aquí fue donde el concepto de género, forjado en los laboratorios de influencia marxista, al menos en la historia social, comienza a ser utilizado como un arma contra dicha influencia o cualquier otra que incorpore una crítica radical al capitalismo. El feminismo comienza a ser fagocitado por las instituciones, estatales y supraestatales, con el pretendido objetivo de favorecer la igualdad entre los sexos. Sin embargo, la propia palabra feminismo resultaba antipática o concitaba compromisos incómodos a ciertas académicas y a ciertas políticas que, no obstante, no querían renunciar al generoso flujo de subvenciones que se destinaban al estudio de temas relacionados con las mujeres. En los años 90 comienza a llover el dinero para este tipo de estudios. La “perspectiva de género” se presentaba como etiqueta más políticamente correcta que feminismo. El abuso que de ahí en adelante se hizo del término género tanto en el terreno académico como en el político y el periodístico resultó en una especie de sinonimia mujeres-género, con, por ejemplo, la estéril polémica entre la historia de las mujeres o la historia del género, que desvirtuaba completamente el significado final del concepto y lo convertía en un monstruo semántico que engullía a las mujeres, al feminismo e incluso al sexo. La IV Conferencia de la Mujer celebrada en Pekín en 1995 ya no hablaba de mujer y desarrollo, sino de género y desarrollo, la Comisión Europea en 1998 en un documento llamado “100 palabras para la igualdad” incluía el análisis por género, la dimensión de género, los estudios de género, pero desaparecían totalmente del léxico las palabras feminismo, estudios feministas, clases sociales, imperialismo o desigualdad. La compañera nos cuenta que, lamentablemente, por esas fechas pudo comprobar que el documento del PCE de Madrid era una copia del de la Comisión Europea. El uso del término género suscitó reacciones dentro del mundo de la academia, pero estas no tuvieron eco. Las personas que, como la compañera, mantienen una visión crítica de este maremoto pos-moderno responsable de la hinchazón del género, las que siguen abordando los objetos de estudio con las herramientas del materialismo histórico, están en minoría dentro de la universidad, pero resisten. Hoy existen dos corrientes en los terrenos político y académico, territorios que en este ámbito se solapan. La primera corriente es el feminismo institucional, que la compañera de la enmienda a la totalidad llama “capitalista”, y que es conocido por el feminismo “de la diferencia” como feminismo “de la igualdad” a pesar de que guardan estrechas similitudes entre sí. En realidad este feminismo burgués de la igualdad bebe de las fuentes teóricas del feminismo de la diferencia, pues su objetivo es incorporar a la política el prisma diferente desde el que supuestamente abordan las mujeres la humanización de las relaciones sociales. Las mujeres, según esta perspectiva de la diferencia y del feminismo institucional, se supone que están mejor preparadas para la política porque su forma de pensar es menos jerárquica, funcionan más democráticamente y están más dispuestas a alcanzar compromisos. Así lo expresaba en 1992 la I Cumbre Europea Mujeres en el Poder, donde se denunciaba la escasa presencia de mujeres en los despachos del poder en la Unión Europea y se proponía la creación de cuotas para compensarlo. En la universidad mientras tanto se formaban Institutos de Estudio de las Mujeres, del Género, de la Igualdad; ya no feministas. Se formaban asignaturas y doctorados que desde la perspectiva de género se ocupaban de las identidades, de la ciudadanía, de las espiritualidades y de las deconstrucciones de lo femenino, de las reinas, de las intelectuales, beatas, etc. No busquemos ahí modos de producción, ni trabajo, ni clases sociales, ni trabajadoras. Este tipo de feminismo burgués esencialista, se llame de la igualdad o se llame de la diferencia, y que es institucional fundamentalmente, ya sea político o académico, es un matrimonio muy bien avenido con el capitalismo, que como mucho aspira a humanizarlo, si es que eso es posible. Pero es un feminismo hegemónico. Aunque dentro de la universidad no ha desalojado a una corriente constructivista de más larga tradición que se inspira en la Ilustración y también en parte en el marxismo. Luego, por otro lado, hay un feminismo social, revolucionario, de clase, formado esencialmente por pequeñas asociaciones dispersas, tanto de mujeres como mixtas, dentro y fuera de la universidad. Quizás un poco despistado y desnortado, pero que es el que nos encontramos, y que tiene una tarea de recuperar, de poner a punto y de crear la teoría y la praxis del feminismo dentro de un proyecto más general de construcción del socialismo. Seria muy necesario formar de espacios de estudios feministas fuera de la universidad, la cual monopoliza actualmente esta materia. La compañera aclara que, como historiadora, ella aplica la categoría del género en sus estudios tal y como se definió en principio, como herramienta de análisis, que es como lo define el documento del grupo de trabajo. Pero ello no excluye que, por supuesto, también hable de mujeres, que son el sujeto histórico -el género no es un sujeto histórico, lo son las mujeres y los hombres-. También tiene que hablar del sexo porque el sexo no es lo mismo que el género. Nos pone un ejemplo actual. En breve va a haber un Congreso Internacional de Ciencias Sociales e Historia y, dentro de las numerosas mesas, habrá una que se va a llamar “crimen y género”. Cuando uno mira el contenido, de lo que se habla es de las mujeres involucradas en acciones delictivas, es decir, la palabra género aquí significa mujeres; se sigue haciendo un abuso del término género como sinónimo de mujeres. Por todo esto que ha contado es por lo que objeta que la comisión se llame comisión de género. El nombre que ella preferiría sería de feminismo.

Bloque de discusión colectiva

Pide la palabra un compañero para plantear una pregunta. Querría saber si un planteamiento simplemente marxista, desde un marxismo clásico, sería suficiente para solucionar la cuestión de la opresión de la mujer. Sabemos que su ámbito normal de acción es la liberación de la clase trabajadora frente al capital. ¿Bastaría un esquema como éste, que sustancialmente es económico, para sustentar también la liberación de la mujer? Se le objeta que el análisis marxista no es simplemente económico y el compañero precisa que, aunque eso es verdad, el planteamiento marxista parte de una opresión económica en la que el capitalismo oprime a la clase trabajadora. Su duda es si ese esquema bastaría para solucionar también un problema histórico de opresión de las mujeres. [Nota del acta: En este momento se unen a la reunión las compañeras organizadas que redactaron el último documento que llegó sobre este tema, el texto 4.] Una compañera toma la palabra para responder a la última pregunta que quedó en el aire. Explica que Marx en El Capital no se ocupa de la opresión de las mujeres, el tema lo aborda Engels en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”. El tema del estudio de la opresión específica de las mujeres, el patriarcado, surge sobre todo a partir de los años 60 del siglo XX de la mano de historiadoras marxistas. Se cogieron herramientas del análisis marxista, del materialismo histórico, perfilándolas para adaptarlas a la naturaleza específica de la opresión femenina y creando unas herramientas nuevas y unos conceptos nuevos. Por ejemplo el concepto de reproducción, el concepto de división sexual del trabajo, estos términos no están en El Capital, pero sí forman parte del acervo marxista, puesto que estos primeros estudios feministas eran marxistas. Hubo un malentendido, al que se refiere el documento del grupo de trabajo, que habla de las relaciones tensas entre el marxismo y el feminismo, pero es que esas relaciones tensas las tuvo con todas las corrientes teóricas. Y es que cuando el feminismo irrumpió en el ámbito universitario lo hizo en un coto masculino. No solo interacciona con el marxismo, sino con muchas corrientes más. Algunos partidos de izquierdas asumieron de muy mala gana el movimiento feminista. Quizás si no hubiera habido estos roces iniciales estaríamos mucho más reforzados tanto los partidos socialistas como el feminismo de clase, ya que esto dio pié a que los estudios feministas se independizaran y formaran sus propias corrientes de estudio, sus propias cátedras, etc. Aunque no está en El Capital, sobre todo las historiadoras marxistas sí que hicieron un gran trabajo en los años 70, trabajos sobre los que, desafortunadamente, se ha echado tierra encima. Entra en el debate una nueva camarada. El debate sobre la cuestión del feminismo dentro del marxismo ha sido histórico. Dentro de las Internacionales ha habido fuertes debates acerca de cómo aplicar la lucha por la liberación de las mujeres en el marxismo y hasta que no se plantean los espacios de mujeres como Congresos de Mujeres Socialistas no había una autonomía de las mujeres. Está de acuerdo con la compañera que abrió el debate a la hora de pedir el cambio de nombre del grupo de trabajo. Como marxistas deben denunciar la existencia del patriarcado como una forma de opresión social, no solamente económica. Incluso un nombre como Comisión Antipatriarcado les parecería un nombre más acertado. Todo el debate sobre la importancia de la cuestión económica en la liberación de la mujer está muy desarrollado. Propone textos de Clara Zetkin, que fue impulsora del feminismo marxista, y también plantea que las relaciones de poder de un género sobre el otro no se terminarían con el socialismo; de hecho, ninguna experiencia histórica socialista lo ha logrado hasta ahora. En la Unión Soviética hubo avances por la unión de mujeres y la fortaleza que tuvo ésta; el estado trabajó para liberar a las mujeres de su carga reproductiva y las incorporó al trabajo sin el cariz de devaluación del trabajo con el que se hace esto en occidente. Nuestro debate debe girar en torno a eso: cuál es nuestro planteamiento del patriarcado, como se aborda en nuestra sociedad, una sociedad donde campa un feminismo burgués que lo que pretende es promover una igualdad inexistente, muy cercana al estado del bienestar que defiende la socialdemocracia. El debate que debemos generar nosotros, que somos comunistas conscientes es en torno a eso, ligarlo con la base económica y las relaciones de poder. Preguntarnos quién se beneficia a costa de nuestra reproducción y de nuestra situación social. Toma la palabra otro camarada. Plantea una duda a las compañeras que acaban de hablar. No acaba de ver la diferencia de fondo entre el documento que elaboró el grupo de trabajo (texto 1) y el que han aportado desde su colectivo (texto 4). Reconoce que hay factores nuevos, como la presencia de las mujeres en los espacios políticos, aunque el otro lo toca de algún modo, también coincide en abogar por un espacio feminista dentro del EEC, desarrolla un apartado específico de violencia de género, pero los conceptos género, patriarcado, etc, son tratados de un modo similar. Así pues, le gustaría comprender los elementos fundamentales de diferencia que expliquen un documento alternativo. Además, en aras de que los marxistas intentamos utilizar el método científico, tenemos a veces una tendencia a emplear expresiones que, si no las explicamos, quedan a veces como un cliché: hablamos a veces de la teoría del valor, de la plusvalía, de una serie de conceptos sin precisarlos. En ese sentido, piensa que quizás hubiera estado bien una introducción en el documento que explicara qué es el patriarcado, porque si no los conceptos son escurridizos y pueden ser un tanto maleables. Le gustaría una etimología, unas características principales del patriarcado para saber que todos estamos manejando los mismos conceptos, ya que es un elemento importante del debate al ser un elemento nuclear de los dos documentos. Toma la palabra una de las compañeras autoras del texto. Aclara que no lo planteaban como un texto alternativo al del grupo de trabajo, sino más bien como una propuesta de debate uniendo elementos tanto del documento del grupo de trabajo como de la enmienda a la totalidad. Por un lado, han intentado desarrollar aspectos del documento del grupo de trabajo que habían quedado poco desarrollados, también intentando contestar algunos elementos de la enmienda con los que no estaban de acuerdo. Así pues, optaron por enviar un texto con antelación para dejar constancia de la postura que iban a defender. En cuanto a la definición solicitada, por sistema patriarcal entienden básicamente un sistema de opresión y explotación sobre las mujeres por parte de los hombres. El origen a nivel científico está muy discutido, porque es difícil precisar en momento histórico exacto en el que surja el patriarcado -hay incluso autoras que lo señalan como la primera división clasista de la historia-, pero sí se puede mantener que con la acumulación originaria se potencia y es cuando se ponen las bases para que esa primera división se instaure como sistema, que es lo que viene a decir Engels. No es importante entrar en un debate académico de cuándo surge el patriarcado, lo que sí que sabemos es en qué momento histórico se dan las bases materiales para que se sustente, se desarrolle y haya sido utilizado, que es lo que nos interesa en el aquí y en el ahora. Una compañera pide la palabra. Sin pasar por encima de toda la literatura que habrá, que será inmensa, y desde la sensación de vacío por no poder abarcarla, desde dónde empiezas y hasta dónde llegas, no deja de chirriarle cuando se dice que es un sistema opresivo de los hombres hacia las mujeres, así en general. La compañera se plantea que cuando lleguemos al comunismo va a seguir habiendo hombres y mujeres, así que esa generalización nos podía llevar a que en ese futuro no podamos delimitar en qué se estaba basando. Piensa que no tanto de los hombres hacia las mujeres sino de los hombres que basan su propia valoración en la minusvaloración de la mujer. Eso acota, aunque sea en cierta medida, de qué estamos hablando. Si tu valor lo haces depender del que le quitas al otro, ahí se establece una relación antagónica, contradictoria y que es susceptible de análisis marxista de una especie de lucha de clases, se podría decir. Interviene ahora un compañero. Lo primero que ve importante es que en la sesión de debate hay un número de hombres y de mujeres semejante, lo que es la primera vez que ocurre en las sesiones celebradas. Ya solo desde ese punto de vista es importante el proceso de discusión que se abre. Un proceso de discusión que juzga que ha venido con retraso. Si bien el grupo de trabajo arrancó con ganas, luego se paró en seco y no desarrolló un debate interno y nos tenemos que limitar a los papeles. Eso hurta parte de los matices. No es lo mismo haber dispuesto de discusiones que leer cuatro documentos y tener que resolver algo en dos horas. El camarada cree que, pensando en la asamblea a la que falta un mes, y pensando en el futuro, apuesta por resolver las discusiones que se están generando, todas muy interesantes. Él ha leído los documentos que se han elaborado, piensa que todos aportan, unos con más intención, otros con menos, pero piensa que todos apuntan a la necesidad de hacer un documento con más tiempo que permita ir aclarando los distintos conceptos. Ni se va a resolver hoy ni se va a resolver en la asamblea de dentro de un mes. Pero sí es bueno articular el camino por el que va a transitar la discusión. No se puede estar siempre discutiendo de todo a la vez. Decidir si es bueno o no es bueno, si es necesario o no es necesario un espacio, eso es algo que hay que resolver. El cómo se llama también tiene su importancia. Cuando desde el grupo promotor se planteó que hubiese, al menos, un debate dentro de este área, se le llamó “mujer” a secas. Aunque se discutió si llamarle “mujer y clase”, “feminismo”, finalmente se optó por abrir el debate para plantear una discusión y poder ir concretando, porque no sabíamos lo que pensaba cada uno sobre este asunto. Pero sí se veía la necesidad de discutirlo. Así que en la asamblea de dentro de un mes habrá que decidir si va a haber espacio. Luego habrá que ver si es un espacio sólo de mujeres o es un espacio abierto, compartido, mixto o como queramos llamarle. Y sobre todo resolverlo pensando en cómo vamos a tener la acción política concreta luego; depende de como se articule una opción u otra nos va a facilitar abrir una vía u otra. A lo mejor la decisión que se tome hay que modificarla cuando tengamos experiencia, pero sí hay que tomar una decisión para que no sea un tema constante de discusión. Por último quiere entrar en los conceptos. También es importante ir aclarándolos. Toma como ejemplo el patriarcado: incluso antes de entrar en el estudio de cuándo surge, quizás sea más interesante dejar claro que no es una cosa divina, ni es algo que viene por orden natural; es una hecho con unas raíces históricas y, por lo tanto, tiene unas connotaciones. En algún momento surge el patriarcado como forma de funcionar, puede que tome fuerza con la acumulación originaria, pero la discusión de Gerda Lerner y Engels lo sitúa aún mucho más atrás. Está bien discutir, pero no por resolver esa incógnita, sino por resolver que no es una cosa de orden natural, y tanto los problemas que tenemos como clase como los problemas que tenemos “como hombre y como mujer” tienen que analizarse en el contexto de la sociedad clasista que tenemos: no es lo mismo orientar un problema como aplicable a la mujer en general, que dependiendo de la clase social a la que pertenece; cada enfoque tiene unas consecuencias distintas. Considera que hay un feminismo capitalista de la individualidad que evita plantear la problemática del sujeto colectivo que se tiene que emancipar; que intenta trasladar el problema al ámbito doméstico, al individuo. Sí que cree que tiene que haber este debate, cree que en la asamblea de marzo debería apostar por mantener este espacio. El compañero tiene dudas sobre si debe ser mixto o solo de mujeres, cuestionamiento que se ha mantenido desde que en la Internacional se planteara un espacio de mujeres donde se discutiera, se estudiara y se organizara esta materia. No ve problemática una fórmula u otra siempre que se dé la posibilidad de participación e involucración de los hombres, siguiendo el ejemplo de la presente reunión. Cree que hay determinada problemática que tienen que resolver directamente las mujeres, cómo implementar una acción política concreta, y a veces el rol de los hombres en las organizaciones impide el desarrollo hasta las últimas consecuencias de esa discusión. En cuanto al nombre, piensa que el género no define nada, es un concepto herramienta. Tampoco cree que tenga que tratarse siempre el análisis sobre la mujer acompañado indisolublemente del de los gays. Se mete toda una coletilla como si fuera un problema general y él piensa que hay que separar las materias. Tampoco hay que mezclar otros factores como el migratorio. No son iguales los problemas de una mujer blanca occidental que el de mujeres migrantes. Echa en falta que alguno de los documentos, que entran muy bien en discusión con los distintos movimientos feministas, avance, sin embargo, en cómo articulamos una práctica política en el conjunto de las mujeres de nuestra clase. Siendo el caso que la mayoría de las mujeres que, trabajando, ni están organizadas ni se les pasa por la cabeza hacerlo, este hecho se ignora y, si bien es natural que tenemos que tener algún tipo de articulación con el movimiento feminista sabiendo sobre sus matices y corrientes, tampoco podemos olvidar el cómo intervenir en el día a día de las mujeres de nuestra clase. Debemos evitar un debate académico y en las alturas y bajar al día a día; no solo hablar del machismo en la academia, tratar también el de la vida diaria, incluyendo el de dentro de nuestras organizaciones; poner en evidencia cómo de forma natural se van asumiendo unos roles. Interviene otro camarada. Cree que el tema no es académico, y que hay que huir del academicismo. Echa en falta en los documentos [Nota del acta: el camarada no había tenido acceso al documento de las compañeras organizadas (texto 4), recibido dos días antes de la reunión] la mención a la violencia de género, violencia que se reproduce en todas las esferas y a lo largo de toda la vida de una mujer. El interviniente es sindicalista en la función pública y es consciente de que actualmente el mayor número de licenciados son mujeres; la mayoría de doctores no son doctores, son doctoras; la mayoría de funcionarios que aprueban oposiciones son mujeres. Sin embargo, aún con este escenario él sigue viendo el machismo muy presente. No se refiere a los términos, porque según él, a su edad los términos le chirrían todos: si no se fijan previamente, los términos son ambivalentes y cada cual los carga con un matiz distinto. Como decía, ve el machismo presente en todos los ámbitos. Si, por un lado, la asistencia a la asamblea está equilibrada, después eso no se refleja a la hora de participar en puestos de gestión. Dicho esto, el cree que se presentan errores a la hora de formalizar las cosas. Cuando el texto que le han entregado las compañeras comienza diciendo “capitalismo y patriarcado son dos sistemas...”, él cree que el patriarcado viene de muchísimo antes, sin querer entrar a precisar momentos históricos y sabiendo que han existido sociedades matriarcales. Otro tema que le chirría es el esfuerzo por encajar la reivindicación de la mitad de la humanidad necesariamente en la formulación marxista. Echa en falta en los documentos que el enlace de las reivindicaciones de la mujer con el movimiento obrero, su entronque con la lucha de clases, se explicite en el segmento de la mujer trabajadora, incluyendo como mujer trabajadora, por supuesto, a aquellas que tienen que renunciar a ir a trabajar porque saldrían perdiendo dinero. Echa en falta ese engarce y es consciente de que no se soluciona fácilmente. Menciona el ejemplo de las comisiones de igualdad, que establecen legalmente que por arriba tiene que haber una paridad en consejos de administración, etc. Para él, que en el consejo de administración de las Koplovitz sean hombres o mujeres le da igual, y sin embargo es un mensaje permanente en los medios de comunicación. Piensa que una manera de mostrar ese engarce que menciona sería entrando en temas concretos. Pone como ejemplo la denuncia de la educación religiosa segregada en niños y niñas, la lucha por la igualdad de remuneraciones (las mujeres ganan un 30% menos que los hombres en todos los niveles), las trabas al ascenso en responsabilidades, los prejuicios sobre el rendimiento profesional en función de futuras responsabilidades de maternidad o crianza, etc. Todo eso es una mochila cargada de prejuicios. Hasta el impuesto sobre la renta es distinto para un hombre separado con hijos que para una mujer separada con hijos. El machismo lo impregna todo, pero esa opresión quien la percibe es la persona que la sufre, o sea, las mujeres. Así que está de acuerdo en que la determinación de este tipo de cuestiones corresponda a las personas que las sufren. Sin embargo, sí que reclama un punto en el que se siente con derecho a incidir: en destacar el lazo de unión con el movimiento obrero, poner en el centro de gravedad el tema de la mujer trabajadora. El camarada piensa que eso es lo que permite la acción inmediata de la igualdad sobre cuestiones materiales cercanas. Sabe que eso no lo soluciona todo, y lo dice desde la prudencia y la humildad, porque es consciente de que, cuando tocas cosas que sufren otras personas, es muy fácil hablar, pero estás invadiendo terrenos que ellas viven en primera persona. Es el hombre el que ejercita ese poder, pero hay un sistema ideológico que se lo otorga. Y dónde más se ejerce es en las capas populares. Ahí se reproduce incrementada esa presión de la sociedad burguesa, se machaca más, se incrementa la explotación. Resumiendo, por un lado reconoce que hay muchos elementos imperceptibles para el hombre: personales, familiares, etc; y ahí sí que es útil el grupo de mujeres que se organicen como vean y quieran. Por otro lado echa en falta el elemento de unión en el que todos estamos capacitados para pelear, eso sí que tiene que ser mixto: el engarce con la mujer trabajadora, la violencia como factor social objetivo, etc. Pone como último ejemplo el que el 8 de marzo haya dejado de ser el día de la mujer trabajadora: eso responde a una lógica del capital de romper el hilo de continuidad de las luchas democráticas de los trabajadores, de las mujeres, etc. Se quiere hacer desaparecer esos nexos como si nunca hubiesen existido. Interviene ahora una de las compañeras autoras del documento 4. Va a intentar aportar a algunos de los temas que han ido saliendo durante el debate. Parte de la base de que el EEC pretende tener incidencia y ayudar a articular la lucha obrera. En esta linea, para trazar tácticas y estrategias específicas para la mujer trabajadora, para saber cómo dirigirse a ellas y saber qué problemas les afectan, cree que es necesario primero un trabajo previo. Es necesario el análisis del patriarcado y su influencia en las mujeres para que, al entrar en el movimiento obrero, no ocurra lo que ha ocurrido siempre: que una consigna obrera carezca de perspectiva de género y ésta perspectiva vuelva a caer en el olvido. Eso ocurre cuando no se ha trabajado convenientemente la cuestión de género y antipatriarcal dentro de nuestras propias organizaciones. Para articular un buen discurso hay que tener trabajada la interrelación de género y clase, conocer los problemas de la mujer trabajadora y estudiar posibles lineas de actuación; definir qué consignas y cuestiones queremos pelear en el movimiento obrero como mujeres. Sobre el tema de las cuotas, menciona que el consejo de administración de las Koplovitz ha sido más nombrado que Alexandra Kollontai en las reuniones de antipatriarcado. Le sorprende que Koplovitz sea la persona a mencionar siempre cuando sólo el uno por ciento de los grandes propietarios de medios de producción son mujeres. Ante el hecho de que se señale siempre a una burguesa para machacar al movimiento feminista por el tema de las cuotas, desde su grupo aclaran que ellas no tienen cuotas pero sí estarían de acuerdo en marcarlas porque entienden que no es algo natural que las mujeres no estén en los espacios de dirección, aunque personalmente ellas no tengan el interés de estar en un órgano de dirección de una empresa. Si eso no es algo natural, hay que hacer por revertir esa estructura patriarcal que hace parecer como natural algo que no lo es. Como tampoco entiende como natural el que en la reunión presente haya más hombres que mujeres (aunque sea uno), y que eso debe indicar lo debilitado que está el movimiento obrero respecto a la cuestión de las mujeres. Por último, cree que el grupo de trabajo no debería dedicarse a criticar otros feminismos que sí que se están moviendo y que han avanzado mucho teóricamente para no seguir espantando como han hecho muchas veces las organizaciones comunistas, que han dado lugar a que en muchas ocasiones las mujeres se hayan tenido que organizar autónomamente porque no se las ha querido dar una respuesta, porque se las ha acusado de dividir el movimiento obrero. Lo que hay que hacer es desarrollar el feminismo de clase y articularlo y, más adelante, ver si es posible hermanarse con otros movimientos feministas desde la horizontalidad y desde el respeto absoluto. Por último, añade que el patriarcado lo entienden como un sistema de opresión que no pueden tratar de una manera individual, puede haber hombres más machistas y otros que no, pero el patriarcado asigna a los hombres unos privilegios por ser hombres, otra cosa es que hagan o no uso de ellos. El hecho es que esos privilegios están asignados de una manera que vertebran toda la estructura social y económica. En base a eso, no se puede individualizar una cuestión que es sistémica y estructural. Hay mujeres que son de una manera, otras de otra, y no se pueden categorizar como un sujeto único, pero sí un sujeto político tanto hombres como mujeres. Hay que ver cómo estudiarlo para poder darle una respuesta científica. Pide la palabra un compañero. Quiere aportar a la intervención de una compañera acerca de la organización de la mujer dentro del EEC. Ella lo ha planteado como una cuestión transversal, no apartada. Al compañero eso le parecería una situación ideal, lo que pasa es que él hoy por hoy no lo ve realmente posible. Poniéndose él el primero, supone que habrá muchos hombres que no sean conscientes de determinados aspectos, más o menos sutilezas, al no ser las víctimas del sistema patriarcal, o al menos las principales víctimas. Mientras esa transversalidad no sea posible, sí cree que podía ser útil un espacio aparte, siempre con la intención de avanzar en convertirla en una cuestión transversal. Sobre el tema de los privilegios de los hombres en el patriarcado, no está totalmente de acuerdo con un planteamiento hecho con anterioridad; considera que sí puede haber tipos de hombre que exploten al máximo ese sistema en su provecho, pero hay muchos hombres que, de una manera o de otra, también han sido víctimas tanto de no poderse desarrollarse de una forma espiritual, de acuerdo a su sensibilidad, precisamente por la prevalencia de determinados valores con los que nos han machacado desde que hemos nacido. Pone por delante que en absoluto puede ser comparable la situación de víctima de un hombre frente a una mujer en un sistema patriarcal, pero que tampoco es exclusivo. En cuanto a un posible nexo común entre los documentos, se plantea en todos que una sociedad sin clase, una sociedad socialista, sí crea unas condiciones mejores para conseguir la emancipación de la mujer. En cualquier caso, él lo considera una condición necesaria pero en absoluto suficiente, porque el patriarcado está instalado en una superestructura, son valores culturales que han existido en distintos sistemas de organización económica y social. Qué el sistema socialista es más propicio, entiende que sí, que es suficiente, en absoluto. Interviene un nuevo compañero. Comienza diciendo que, por su edad, cree que puede meter la pata y decir algo inconveniente. Él cree que la contradicción principal sigue siendo el capital y el trabajo. No está de acuerdo con el nombre de género, para él existe algo muy concreto que es la mujer trabajadora, como puede ocurrir, en otros países, con la explotación laboral de niños. Entiende que haya un nivel de sensibilidad mucho mayor ahora porque el sistema capitalista nos ha ido venciendo al movimiento obrero y éste último acepta en su seno contradicciones impuestas. Pero aceptar ahora en nuestro interior una división, que es lo que piensa que se está planteando, no lo entiende; él cuando habla de trabajadores está pensando en una mujer y en un hombre. Cuando él militaba en organizaciones comunistas hombres y mujeres eran camaradas, y había el mismo trato, y piensa que de eso es de lo que se trata. Cree que en la discusión que se está desarrollando se está mezclando explotación y elementos culturales, con éstos últimos puestos en predominio. Hay que centrarse en la explotación empresarial. Piensa que si estamos intentando introducir una discusión teórica paralela en el EEC, estamos errando. El EEC acepta todo tipo de debates, desde la contradicción más tradicional hasta la más novedosa, pero debe hacerse en conjunto entre hombres y mujeres. Piensa que el debate tal y como se está planteando está impuesto por la superestructura del capital. Toma la palabra otro camarada. Cree en la conveniencia de que haya un grupo de la mujer porque comparte con un compañero que intervino antes la idea de que hay cosas que se pasan de sistema a sistema y una de esas cosas son los problemas específicos de la mujer, llámese patriarcado. El socialismo puede propiciar un trato igual pero no lo garantiza. De el texto 2 comparte la idea de que él no tiene que apoyar que haya mujeres en los puestos de dirección de empresas de igual forma que no apoya que haya hombres en los puestos de dirección de empresas. Tanto si le explota una mujer como si le explota un hombre, lo considera un enemigo de clase. Un feminismo de igualar el número de jefes y jefas lo considera desviado de la búsqueda de una sociedad como la que él desea. En cuanto al debate de si el grupo de mujeres debe ser sólo de mujeres o mixto, él no tiene una posición definida. Pero piensa que, si el grupo pretende tener una influencia global, a él una charla como la que se está manteniendo y en la que él puede participar le sirve para aprender cosas que él no sabía, cosas en las que ahora piensa que debe profundizar, etc. Se teme que, si separamos a la gente desde el principio, se produzca una reacción opuesta a esta. En cualquier caso, considera su intervención más de plantear las dudas que él tiene que de dar una opinión ya tomada. A continuación interviene una camarada que ha intervenido en el texto 4. Considera que los términos se están confundiendo, ya que su texto no plantea la fragmentación. No se trata de separar, se trata de quién dirige la lucha. Se trata de crear ellas mismas los términos teóricos en los cuales se debe definir el debate. La lucha de los obreros la dirigen los obreros, la lucha de las mujeres la dirigen las mujeres. Tienen que analizar y decidir ellas los aspectos en los que las afecta el patriarcado, si es en aspectos familiares, en los aspectos económicos -dentro y fuera de las empresas- y en la división sexual del trabajo, aspectos donde ellas están definidas como oprimidas y no opresoras. El sistema económico imperante, el capitalista, se basa en la explotación de ellas como mujeres. Hay una cuestión real, y es que existe un modelo de familia en el que, desde un punto de vista marxista, las mujeres son fundamentales para reproducir el modelo capitalista. Los niños, a los que se refería un camarada con anterioridad, son responsabilidad de la madre. El hecho de que ellas cobren menos no puede considerarse una cuestión cultural, es una cuestión económica: ellas asumen los cuidados familiares, eso repercute en contratos a jornada parcial; ellas tienen más bajas, etc. Si quieren terminar con todo tipo de opresión, también hay que eliminar la familia tal y como está planteada. Esa fue una lucha que se llevó a cabo en la Unión Soviética, y liderada por las mujeres. Se inició incluso desde antes del estallido de la revolución, cuando las mujeres obreras salieron a la calle a reivindicar el pan, el trabajo y la libertad. Ellas no separaban, eran un sector obrero de mujeres organizadas. El día internacional de la mujer trabajadora fue promovido en un congreso de mujeres socialistas en el que solamente participaban mujeres. En aquellos momentos todas estas mujeres no se sentían excluidas, y no hay motivo para que lo hagan en el encuentro comunista. Quieren analizar desde un punto de vista marxista el origen del patriarcado, frente a un matriarcado del que no hay evidencia histórica a gran escala; quieren ver la influencia del imperialismo en la mujer, tema que se trata siempre de modo anecdótico; etc. Son temas que, o tratan las mujeres, o nunca se abordan. Las conquistas históricas de las mujeres se han producido cuando las han dirigido ellas mismas. En cuanto al tema de las cuotas, cuando quieres que un colectivo oprimido salga de esa opresión, cuando quieres que las mujeres se organicen, las cuotas no deberían ser un tema fundamental si todo el mundo estuviera en la lucha antipatriarcal; pero si no es así, son una herramienta útil. Si las mujeres están en las reuniones en segundo plano, quedan tuteladas por la opinión que tienen los hombres acerca del patriarcado. Un espacio donde se pueda discutir cómo afecta el patriarcado a las mujeres tiene que estar definido por las mujeres, con su plena participación y en un ambiente en el que se puedan sentir cómodas, sin tener que justificar en cada momento su pensamiento o su análisis político. Las cuotas también en el terreno laboral como ayuda para romper la dualidad “hombre trabajador-mujer en casa”; cuotas en la función pública, ayudas estatales a la crianza, derechos reproductivos universales y realmente gratuitos. Si queremos crear un espacio que sea realmente comunista que analice la opresión en todos los ámbitos sobre las mujeres, ellas deben ser las que dirijan esa lucha para plantear otro tipo de sociedad. Si no, no se puede plantear alternativa al patriarcado. Interviene ahora un compañero. Espera que no se entienda su intervención como una separación de intereses mujeres-hombres, de la misma manera que la intervención de la camarada que abrió el acto, autora del texto 2 y que criticaba la deriva burguesa de algún tipo de feminismo, no fue entendida como un acto de dar “la razón” a los hombres. Al compañero le preocupa lo claro que tenemos lo que significa el ciudadanismo como caballo de Troya dentro de la clase trabajadora y cree que no tenemos claro lo que significa la teoría del feminismo burgués contra los intereses de la mujer y del hombre trabajadores. Cuando antes se explicó la valoración sobre lo que aportaba el texto 4 a los recibidos con anterioridad, se uso tanto una explicación de fusión de ideas, como una cierta réplica a la enmienda a la totalidad o texto 3. El compañero cree que más hubiera valido incidir en el documento original enriqueciéndolo, puesto que se está de acuerdo con el, que centrarse en una enmienda. Eso hubiera hecho al documento original más fuerte ideológicamente. En cualquier caso, al ver los textos 1 y 4 él percibe el discurso representativo de la corriente mayoritaria del feminismo. Lo que para cualquier comunista es una contradicción central, como es la contradicción capital-trabajo, se convierte aquí en un elemento absolutamente secundario. Y lo que aparece como la contradicción hombre-mujer hace un paralelismo como si fuera capital-trabajo; es decir, el antagonismo hombre-mujer a través del discurso sobre el patriarcado. El camarada lee una cita de una escritora feminista marxista, Lindsey German: “el éxito de la teoría del patriarcado se debe a que cada cual puede interpretarla a su manera, prospera en las impresiones y sentimientos tan queridos por sectores del movimiento de las mujeres sobre lo que son los análisis materiales”. El interviniente interpreta que prospera el componente mágico de la palabra sobre el componente científico, el análisis material que sería el análisis marxista. Según el interviniente no podemos hablar de patriarcado sin referirnos a su propia etimología de origen, es decir, el patriarcado no se entiende sin la figura del patriarca. Nace con la división del trabajo, según explica Engels, pero más allá de la primera acumulación, no se entiende sin el concepto de familia. La familia patriarcal es una familia extensa, que agrupa a varias generaciones, es una familia en la que la figura del pater familias integra también a los esclavos, las mujeres le pertenecen al patriarca, al igual que el resto de miembros de la familia. En ciertas circunstancias la mujer viuda ocupa el lugar del patriarca pero la representación de la estructura patriarcal se mantiene. Frente a esto, la familia de hoy día tiene unas características distintas: es una familia nuclear, es una familia que tiene una paulatina individualización de sus miembros y de sus roles. Es una familia que se ha quedado, más que como transmisor de valores, como de solidaridad económica entre sus miembros. Dentro de esa familia actual la mujer va adquiriendo roles sociales propios y entidad jurídica, además de protagonismo social también en el mundo del trabajo. Es verdad que aún mantiene rasgos patriarcales, pero el compañero lo achaca a que toda formación social deja restos en la posterior. Como deja restos, hay componentes patriarcales en la relación hombre-mujer, hay valores patriarcales, etc, pero no vivimos bajo un patriarcado. Cree que se confunden los conceptos patriarcado y patrilineal por influencia de la sociología norteamericana burguesa, que presta mucha atención a este tema porque allí la mujer al casarse pierde el apellido. Nos ofrece una serie de datos para intentar demostrar que la estructura de la familia en España es distinta. Los hogares unipersonales representan en nuestro país el 24,8% en 2014, y ahí el camarada ve poca estructura patriarcal. En el 21,6% son hogares de pareja sin hijos, en los que nos son tan acusados los problemas de reparto del trabajo. El 9,6% de los hogares son monoparentales y el 0,8% son parejas del mismo sexo. Aunque los valores machistas se pueden transmitir en hogares de cualquier tipo, el compañero defiende que los nuevos cambios de familia significan también transformaciones de valores. En cualquier caso, si el patriarcado es algo eterno, que nace con la división del trabajo y se ha mantenido hasta hoy, el compañero plantea un problema: explicar cómo es posible que en un periodo tan extenso que ha atravesado desde la división sexual del trabajo en la agricultura, al esclavismo, al feudalismo y al capitalismo, siga todavía dominando. Le preocupa más la conclusión posterior, que sería la negación de que pueda haber una transformación social: si el patriarcado dura tanto tiempo, lo que está negando es la posibilidad de que pueda haber un cambio social y salir de ahí. Hablamos de la mayor parte del tiempo de existencia de la humanidad, y se le opone a la idea de superación de las opresiones. En este punto engarza con la distinción entre opresión y explotación. En la categoría marxista, hablamos de algo de lo que se extrae plusvalía, y la plusvalía sólo se produce si por medio hay un salario y se pone en venta la fuerza de trabajo; en otros casos hablamos de opresión. Sigue viendo el componente ciudadanista en los dos documentos, el 1 y el 4, y cree verlo corroborado con las intervenciones de las camaradas que lo han redactado. En concreto, el hecho de que no se critique al feminismo burgués es negar las contradicciones que existen entre mujer burguesa y mujer trabajadora; dentro del feminismo también hay clases. El discurso del techo de cristal es un discurso claramente reformista: estaremos por que dentro de lo público haya igualdad de cargos a todos los niveles, pero a nivel de empresa privada a la clase trabajadora le importa poco tener un jefe o una jefa en el consejo de administración. También le ha llamado la atención una mención hecha al uno por ciento, otro elemento típico del discurso ciudadanista. Ese uno por ciento hace referencia a la plutocracia que está en todo lo alto, pero ese porcentaje ignora a todos los opresores que están en medio. El camarada prefiere no hablar en término de número, sino en base a relaciones sociales de producción: capitalistas-trabajadores. Eso es la esencia de lo que significa una visión marxista de la lucha de clases que es el motor de la historia. En la misma linea del uno por ciento, tampoco le parece apropiado el término empoderamiento. Recomienda un texto de una compañera de la CNT en el que explica cómo ese término nace en los despachos de recursos humanos de norteamérica para romper la contradicción capital-trabajo. Ha mencionado matices lingüísticos, pero la esencia para él es que el documento 4 y el 1 están en el contexto que acaba de criticar. Si la centralidad no está en la clase, y además se complementa con las opresiones hombre-mujer, él considera que se ha invertido el orden, que lleva a un feminismo que no es el de una organización comunista, que es de otro tipo de corriente. Toma la palabra una compañera. Enlaza con la última frase del interviniente anterior y señala que ese es el problema; ese es el problema de que las feministas, no es su caso, se hayan separado del comunismo y de los planteamientos marxistas que no se cumplen. Las mujeres no pueden esperar a la liberación de la humanidad para liberarse, porque ellas son humanidad, son la mayor parte de la humanidad, son quienes sostienen a la humanidad. No por el asunto biológico de llevar a término un embarazo solas, que también, pero es que hay un hecho fundamental: la ideología se hereda, y la clase obrera no somos impermeables a la ideología. La transmitimos con las actitudes, con la vida cotidiana, y nos estamos olvidando de la vida cotidiana. La vida cotidiana es la que domina todo, no solo el hipotético trabajo, o las mujeres que trabajan y las que no; el hecho es que las mujeres trabajan de entrada. Le pide al compañero que se olvide de las mujeres burguesas, de la plutocracia, etc. Las mujeres están destinadas al trabajo, y al trabajo físico, al trabajo duro. Empieza porque la biología te pone ahí, pero continúa con que la maternidad, se realice o no, te obliga a tener que alimentar a una serie de criaturas y ya, por extensión, alimentas al resto de la tribu, del clan o de lo que sea. De alguna manera, la mujer es la clase trabajadora dentro de la familia, es realmente la clase oprimida. El que tus relaciones se lleven mejor o peor como circunstancia o como momento histórico, no es lo que aquí vamos a discutir, porque eso es anecdótico. La realidad es que se transmiten una serie de estructuras mentales muy arcaicas que reproduce nuestro cerebro y superar eso va muy lento. Ese es el motivo que explica lo que el compañero se preguntaba antes: ¿por qué pervive el patriarcado? Pues porque pervive inconscientemente, y porque inconscientemente lo transmites. El camarada lo percibe como algo natural cuando desde la piel de las mujeres no se percibe como algo natural. Hay una necesidad de plantear esto. La compañera cree que se puede resolver muy fácilmente: tiene que haber un pequeño núcleo de discusión feminista, entre mujeres, que lleve la lucha feminista y que la exponga dentro del EEC, que la discuta con los compañeros. No quiere decir que no puedan aportar los compañeros, que tengan que coger todo o nada, pero asegura que hay sensibilidades que no las puedes notar si no has nacido en la piel de una mujer. Las mujeres de más edad han vivido el que se las trate como un animal reproductor, no les importa nada tu salud mientras puedas reproducirte, mientras puedas producir. Todo el trabajo basura está destinado a las mujeres, el paro también, el techo de cristal y el suelo de hierro, la exclusión de los trabajadores masculinos que se consideran con más derecho a un trabajo, lucha obrera entre obreros. Eso es algo que las mujeres perciben; los hombres también: unos se callan, otros están de acuerdo, otros no. Ese es el día a día cotidiano de las mujeres. Toma la palabra otra compañera. Comienza refiriéndose al nombre actual de la comisión de género, un nombre que no le gusta porque considera completamente abstracto. Coincide con la camarada que abrió el acto en llamarla comisión de feminismo, sin más. Cree que es lo que quieren y lo que buscan. Se refiere a una intervención de un camarada anterior que hizo mención a los niños trabajadores, y piensa que no hay motivo para mencionarlo en el debate de hoy. No entiende porqué lo ha incluido aquí, hoy, en este debate. Por supuesto que es una explotación, pero no es de las mujeres, es del capital. Es otra lucha, y que duele especialmente si eres madre, pero no es el momento de tratar ese tema. Tampoco le gusta la palabra patriarcado, prefiere usar el término machismo a secas. Pone el ejemplo de su pareja, que ha colaborado con la crianza de su hija aportándolo todo, pero al que considera con restos machistas, como está segura que ocurrirá con todos los hombres de la reunión. Coincide con la última compañera que habló en la consideración que se tiene de ls mujeres en el trabajo. Ella participa codo a codo en el trabajo y en todas las reivindicaciones, pero entre sus compañeros es “la tía”, no la compañera. En el trabajo ellos hablan de fútbol y cuando llega la hora de hacer huelga ninguno puede hacerla porque “no pueden perder un día de sueldo”. Por otro lado, ellas consideran el feminismo como algo anticuado, algo que no se lleva porque las mujeres ya tienen derechos. Y cuando luchas por ello te tachan de radical. No les digas que eres marxista, comunista o que eres feminista. Podemos para ellos es extremismo total. Ahí es donde tenemos que luchar. Hay que coger a una compañera y plantearle si no se ha sentido nunca explotada. En cuanto al tema de las mujeres en puestos de dirección, ella tiene la experiencia actual de tener una jefa. Considera que la situación es la misma para el trabajador. Pero tampoco le interesa, a ella le interesa el feminismo de clase, el que vive ella en su calle, en su casa, donde se viven situaciones de machismo. Es interesante debatir, pero al final el feminismo de clase se hace en la calle, entre las obreras. Por ese motivo tampoco apuesta por el nombre para el grupo de “mujer trabajadora”: considera que su jefa es trabajadora -y curra mucho- pero no la incluye en su lucha de clase ya que es una mujer burguesa de posición y de familia. Interviene ahora un compañero. Considera que el debate es muy interesante porque está saliendo todo, todo lo que se ha planteado en el espacio y también lo que hay fuera de él. Precisamente cree que por eso merece la pena que exista el espacio de mujer, porque hay que discutir, hay que enmendar, hay que sacar los conceptos, etc. Cree que los conceptos a veces se interpretan mal: la existencia de ese espacio no es una división, eso lo sería una organización de mujeres al margen del conjunto de la clase. Lo que sí entiende es que el espacio es el elemento que permite la discusión, como lo ha demostrado el debate de hoy, donde están saliendo distintas formas de entender un problema que tenemos del conjunto de la clase. Considera que muchas veces el poco tiempo que hay por intervención obliga a elegir un ejemplo y muchas veces no se llega a aclarar su elección. Así, un camarada anterior mencionó como problema la separación de niños y niñas en algunos colegios religiosos. Si nos quedamos ahí, ¿estamos reivindicando que no exista esa separación?, pues sí desde el punto de vista del derecho democrático; pero desde el punto de vista del derecho de clase tenemos que reivindicar que no existan los colegios concertados. Si a cada uno de los problemas que tenemos le metemos el matiz de clase, analicemos cada problema para ver donde está el planteamiento de la reivindicación democrática y dónde está el punto de vista de la reivindicación de clase. En el terreno laboral, para la mujer hay más derechos en el ámbito de la empresa pública que en el ámbito de la empresa privada, pero es verdad que una empresa privada nunca va a tolerar que una mujer, mientras exista el capitalismo, tenga los mismos derechos que se dan en el ámbito de la administración. ¿Cómo lo consigue? No tiene que negar ningún derecho: lo hace en la práctica. La práctica es los contratos a tiempo parcial; el contrato a tiempo parcial es un contrato especialmente ideado para ser usado en mujeres, porque el empresario necesita devaluar el salario. Necesita devaluar el salario en el conjunto de la clase, ¿y cómo mete una cuña para devaluar el salario?, pues creando el contrato a tiempo parcial. ¿Cómo hace el empresario para despedir a la mujer embarazada? Pues diga lo que diga la Constitución o el estatuto, ahí está el contrato temporal para hacerlo. Hagamos de los casos que vivimos en el día a día, hagamos la reivindicación explicando no solamente que la mujer no puede ser despedida cuando está embarazada, sino cómo el capital lo aplica todos los días de una forma sistemática y constante para que las mujeres, que muchas tienen asumido el rol machista, entiendan esa explicación. Y para que el hombre entienda que la mujer no es “un complemento” que ayuda en el mantenimiento del ingreso económico familiar. Demos siempre explicaciones desde un punto de vista de clase para que se entienda como una misma reivindicación afecta a una mujer que está fuera de la contradicción capital-trabajo -como cuando dice Esperanza Aguirre que ella también es feminista-. O cuando hablamos del concepto de familia, de familia burguesa. Las leyes son continuamente desarrolladas para que esa situación se siga dando. El concepto de matrimonio es el concepto que mete el capital para que esa fórmula se convierta en la herencia; es un rol y su forma de desarrollarse. Hablemos de la familia amplia fuera del punto de vista de matrimonio, de la familia de derecho libre que se pueda conformar como ella decida. Hace referencia a cuando el último compañero masculino que intervino enumeró tipos de familia según las estadísticas. Para el interviniente actual el concepto de familia va mucho más allá. Esos tipos que se mencionaron están impregnados del modelo de familia actual y del machismo que nos ha calado. Así que considera útil el debate, pero cree que después del debate tenemos que sacar un mínimo de conclusiones para la acción, aunque sean mínimas. Si reproducimos este debate y no concluimos en cosas que nos permitan actuar al salir del debate estamos constantemente en la discusión. Es bueno releer a las marxistas clásicas. Conozcamos también toda la discusión que se ha dado desde mediados de los años 70 que ha dado pie, desde la negativa de un planteamiento de clase y renegando del marxismo, a toda la teoría de después. Hoy en día hay muchas mujeres muy famosas como Ana de Miguel o Yayo Herrero que tienen un discurso muy ambiguo desde el punto de vista de clase. No tienen un discurso de clase y, sin embargo, hablan constantemente del tema de la mujer. Y, como no, conozcamos también a las nuestras, a muchas mujeres actuales que escriben sobre este tema. Pero sobre todo, que todo este debate no nos evite sacar unas conclusiones. Cree que la conclusión mínima que debiera sacar la asamblea de marzo sería un plan de actuación, de actuación política, aunque sea sólo en cuatro o cinco aspectos básicos, pero que nos permitan empezar a intervenir. No cree que haya que intervenir contra las organizaciones feministas y, por el contrario, sí está de acuerdo con la última camarada en hablar en que hay que ver como actuar en el día a día. Eso es lo que nos dará la pauta de actuación. Pero siempre pongamos a cualquier reivindicación, si es posible, el análisis de un planteamiento de clase, para que veamos dónde está la reivindicación democrática, digamos feminista light, y dónde está la reivindicación nuestra. Eso sí que va a ir generando contradicción en el capital. No es lo mismo pedir el derecho al aborto, que es una reivindicación democrática, que hacerlo desde la sanidad pública; ahí hay un elemento de clase que es el que te condiciona. En todas las reivindicaciones hay un hecho de clase que está percutiendo, pero a veces no lo vemos. No porque con eso vayamos a acabar con la opresión del capitalismo: si no es posible arreglar la contradicción capital-trabajo desde dentro del capitalismo, tampoco vamos a poder acabar con los problemas de la mujer dentro del capitalismo. Es imposible porque el capital te lo va a negar. Incluso dentro del socialismo tampoco. En la parte primera de la Revolución de Octubre, cuando analizan una serie de derechos, y vemos después la evolución posterior cuando empieza a degenerar, cuando llega la II Guerra Mundial y hay mujeres que analizan el rol que aconseja la URSS después de la guerra, argumentando que la mujer tenía que volver a quedarse en casa para parir porque había que aumentar la población. También tenemos a veces degeneración de nuestro discurso. Pero una cosa es que lo constatemos y otra cosa es que eso nos lleve a no llegar a ninguna conclusión. Cree que es bueno retomar los informes, estudios variados que hay desde nuestro campo, pero implementemos una política práctica concreta. Cree que el espacio es posible y hay que solventar ahora, dentro de un mes o dentro de un año, el cómo lo hacemos. Interviene ahora la camarada autora del texto 2. Respondiendo a una intervención anterior, cree que el debate feminista no viene impuesto desde la superestructura del capital; refleja una reacción frente a siglos de opresión. En todo caso, el feminismo capitalista puede que sí, pero el feminismo de clase no, y es así desde la I Internacional, si no antes. Es el grito de desesperación frente a la violencia sistémica padecida durante siglos. Hay una razón estructural para que exista un debate en torno al feminismo, no es un capricho del aparato ideológico del capitalismo, por mucho que factores de este tipo puedan entrar en juego. El capitalismo aspira a manipularnos y a dividirnos, y una de las lineas de división es la de hombres y mujeres dentro de nuestra clase. Y eso es lo que hay que evitar, propiciando un debate como el que se mantiene. Para la compañera, el modo de funcionamiento ideal sería la transversalidad. Cree que de todos los análisis que se hicieran de todas las comisiones tendría que haber una perspectiva feminista. Lo que no quita para que crea necesario tener un espacio para que las mujeres puedan debatir, analizar las corrientes que hay dentro del feminismo, lo que el feminismo representa, etc. Problemas de confusión que han sido impuestos por la reacción pos-moderna. Cree que ese espacio no debe ser exclusivo de mujeres. Los hombres que quisieran participar dentro de ese espacio podrían ser bienvenidos. Esta participación o no de los hombres ha sido un motivo de división dentro del movimiento feminista. La compañera piensa que es interesante que haya hombres, y piensa, como ha apuntado un compañero anteriormente, que el machismo no tiene porqué beneficiar a todos los hombres de la misma manera. Por eso no cree necesario que sea exclusivo, aunque sí mayoritariamente femenino. Lo que vuelve a recalcar es que no le gustaría que se llamara de género, pues sería volver a caer en la asimilación género-mujer: los hombres también son género. Lo mismo que se opone a que a la violencia contra las mujeres, violencia sexista o violencia machista se la llame violencia de género. Eso es un eufemismo. Es una palabra suave, una palabra dulcificadora para aminorar la carga dramática que tiene esa violencia. Lo mismo que se opone a que la violencia machista se circunscriba al ámbito de las relaciones personales, porque la violencia machista se extiende cotidianamente fuera del ámbito doméstico. La violencia sexual es un hecho en todas sus vertientes, desde el abuso, la violación, la prostitución obligatoria, la trata de blancas, la violencia contra las mujeres como arma de guerra, etc. Cree que nuestro feminismo debe ser un feminismo enmarcado dentro de la lucha de clases. La mayoría de las mujeres pertenecen a la clase trabajadora igual que la mayoría de los hombres. Lo cual es un motivo más para tener el espacio dentro, pues muchos hombres trabajadores no se dan cuenta de que existe una opresión específica sobre las mujeres, opresión que hombres y mujeres ayudamos a reproducir en la educación cotidiana de nuestros hijos. Opresión que también al sistema capitalista le interesa reproducir a través de determinados mecanismos. Debemos ser lo bastante inteligentes para darnos cuenta de cuáles son esos mecanismos psicológicos y materiales y combatirlos. No es posible construir el socialismo si no acabamos simultáneamente con las opresiones de sexo, raza o de orientación sexual fundamentalmente. La compañera no está de acuerdo con el tema de las cuotas, ni dentro ni fuera de nuestra clase. Cree que la participación de las mujeres en los espacios públicos -la reunión que se está desarrollando es un espacio público- es una cuestión de educación y, por supuesto, tenemos mucho camino por delante. Pero tampoco podemos forzar la realidad. No sabe cómo funcionarían las cuotas dentro del ámbito de las organizaciones obreras, pero sí estamos viendo cómo funcionan las cuotas en otros ámbitos. Las cuotas funcionan para poner a la esposa de, a la amante de, a la hija de, a la sobrina de en el puesto que corresponda. Las cuotas y las listas cremallera ponen a muchas mujeres de puro relleno. ¿Cómo aplicar las cuotas dentro de nuestro ámbito? Ese es otro debate interesante que habrá que tener. En cualquier caso, más que por las cuotas ella está por hacer una labor educativa. Como problema añadido, la compañera avisa de que, tal y como se están poniendo las cosas en el capitalismo, con una vuelta a relaciones laborales que creíamos olvidadas, las mujeres van a estar más explotadas todavía de lo que han estado hasta ahora. Va a ser muy difícil poder sacar a muchas mujeres del ámbito doméstico para que puedan participar en los espacios públicos. También le gustaría que hubiera tiempo para poder entrar en la discusión que hubo antes sobre la existencia o no del matriarcado. Para ella, el matriarcado no es lo contrario de patriarcado. No es el poder de la madre sobre los demás. La verdad es que sobre el origen de las sociedades humanas casi sabemos menos que sobre el origen del universo. Sobre el tema del empoderamiento, coincide con el camarada que lo señaló en que entra dentro de la instrumentalización que se ha hecho del concepto de género. Todo lo de la cuestión del género, la perspectiva de género, el empoderamiento, son parte del feminismo de clase burguesa. Las únicas que se pueden empoderar son las mujeres de determinados estratos sociales, no todas. Toma la palabra una de las autoras del texto 4. Espera que haya más días para el debate, porque se quedan muchas cosas en el tintero. En el socialismo, con la toma del poder y de los medios de producción por parte de la clase obrera, no significa que hayan desaparecido las clases sociales, sino que es la dictadura del proletariado la que va a terminar con las clases sociales. Si en este ámbito partimos de la base de que va a hacer falta esta dictadura del proletariado para llegar al comunismo efectivo, con otro tipo de opresión, esto quiere decir que no se va a llegar de manera inmediata en el socialismo al fin de la opresión de género. Por eso entienden que la lucha tiene que ser ya y ahora. Hay que sentar las bases que permitan a las mujeres reivindicar, exigir o imponer todos sus derechos en la etapa del socialismo. Pero tienen que ser ya trabajados para que las mujeres empoderadas -término que sigue reivindicando- puedan imponerlos. Si ningún sistema se derroca sin violencia, el sistema patriarcal tampoco lo va a hacer: el sistema patriarcal ejerce diversos mecanismos de control sobre las mujeres y, en última instancia, recurre a la violencia sobre ellas cuando lo considera necesario porque piensa que están avanzando demasiado. Y eso actúa tanto en el ámbito doméstico como en el ámbito público, institucional, etc. Cree que el sistema patriarcal existe independientemente de que etimológicamente se le haya aplicado un nombre correspondiente a la época en que apareció. Ese pater y el patriarcado y el machismo derivados no han sido igual en todas las épocas históricas y se ha ido amoldando a las diferentes relaciones de producción. Ahora se da bajo las relaciones de producción capitalistas y, en nuestro caso, en un país imperialista, lo cual lo dota de unas determinadas características que no van a ser iguales que en la India ni las mismas que en China. Pero no deja de tener las bases principales que son la división sexual, la opresión hacia el género femenino y la devaluación de la palabra, los cuerpos y la fuerza de trabajo de las mujeres. Además, ha mostrado una gran capacidad de amoldamiento a las relaciones de producción de cada época y no ha desaparecido en ninguna. Si, como decía el compañero, está presente desde el inicio de la historia, cuan más fuerte deben organizarse las mujeres para acabar con él. Y cuan importante sería para la humanidad y sus luchas el que la mujer pudiera liberarse de una losa así. No le gusta hablar a título individual, porque entiende que no se puede analizar la sociedad desde ese punto de vista. Ella vive sola y el que una mujer viva sola y tenga la libertad en esta sociedad de hacerlo así, no significa que esté libre de patriarcado en todos sus actos, en su socialización e incluso en como ella se entiende a sí misma y se expone ante los demás. Tampoco olvidemos que las capacidades de poder vivir solas de las mujeres occidentales se sustenta en gran medida de las relaciones de explotación con mujeres de los países colonizados. Desde un punto de vista internacionalista también hay que tenerlo en cuenta. Entiende que no hay plusvalía en el sentido clásico marxista ya que no hay un salario, pero sí que entiende que se está extrayendo un tipo de plusvalía del trabajo de las mujeres en tanto que salario ahorrado al estado. Entendiéndolo así, tanto los hombres como el estado han sacado plusvalía del trabajo doméstico que han realizado las mujeres. Quiere precisar que su visión es de clase y que el tema de las cuotas en las empresas o en los puestos de dirección es algo en lo que no entra, pero sí que critica que se ponga el punto de mira siempre en ese feminismo que lo reclama para criticar por extensión a todos los feminismos. Igual que no se mete todo el anticapitalismo en el mismo saco, no entiende porqué todos los feminismos se confunden y no se hacen las debidas distinciones. Cree que no debemos malgastar el tiempo en criticar al feminismo, sino que lo que hay que hacer es desarrollar la propia linea feminista. Ya se criticará el trabajo de otras mujeres cuando el propio esté hecho. Por último, quiere precisar que, aunque están de acuerdo en considerar como la contradicción principal la de clase, también es verdad que las mujeres desgraciadamente sufren en muchas ocasiones su opresión como una contradicción principal y en muchos aspectos vivida con mayor crudeza. Eso hace, y no lo olvidemos, que muchas mujeres tengan su primer contacto con el movimiento revolucionario a raíz de su principal opresión y a través del feminismo. Darles la espalda y no considerarlas o considerarlas pequeñoburguesas le parece un error de bulto. Toma la palabra a continuación un compañero. Él aborda el tema de la problemática real de la mujer desde el punto de vista de la necesidad de vincular a todos los sectores explotados en la revolución socialista y en la dictadura del proletariado. Lo hace con el convencimiento de que la dictadura del proletariado no va a solucionar ese problema desde el primer momento ni muchas ideas de la clase. Pero eso no significa postergarlo porque es hoy cuando una mujer trabajadora es discriminada, es hoy cuando una joven es agredida. Pero tenemos que huir de la rutina. Nosotros no somos los que tenemos que decirle a un palestino cómo debe de sentirse, o a un negro sudafricano, o a un inmigrante al que miran mal en el metro, o a un catalán, o a una mujer a la que discriminan. Nos cuesta encajar todas esas experiencias en el marxismo, porque la vida es mas rica que la clasificación marxista, pero si no hay casillero ya hecho dentro del marxismo, se hace un casillero nuevo. Y las mujeres tienen que decidir ahora dentro del EEC cómo plantean su tema. En lo que no está de acuerdo él es en un comentario del texto 4 en el que se afirma que esto no se soluciona con la introducción en el mercado de trabajo. En lo que desde su punto de vista sí que tiene derecho a hablar él, en tanto que militante, el lazo está en el lugar de la mujer como mujer trabajadora, y ese aspecto sí es común. Esa es una cuestión mixta, que es la organización de la mujer en el sindicato, que ahí no se habla. Pero él dice que la mujer trabajadora tiene que sindicarse. Ese debería ser el elemento común y su ausencia, el fallo que él ve. En el resto de cosas, respeto absoluto. Lo otro es dirigismo, es tutelar. Interviene ahora un compañero para hacer una precisión. Piensa que este debate se está dando entre comunistas porque la burguesía ha introducido en nuestros debates su ideología. Nosotros interiorizamos parte de ese discurso que nos viene dirigido, no podemos evitarlo porque formamos parte de una sociedad capitalista, la cultura que tenemos es la cultura capitalista. Es desde ese punto de vista donde él dice que la superestructura nos viene dada, no el hecho histórico. Él no cree que heredemos una serie de valores, sino que los vamos acumulando a partir de nuestro trato con nuestros padres, hermanos, círculo social, etc. Toma la palabra ahora una camarada que no había intervenido aún. No está de acuerdo con el nombre de género. Género incluye a los hombres, e incluso hay hombres que se sienten oprimidos porque no cumplen el rol que les asigna el sistema. Si estamos hablando de temas de mujer y se va a abrir un espacio para la mujer, tiene que ser para la mujer, y trabajadora. Y este espacio tiene que hacer una labor con las mujeres de nuestra clase no solo de concienciación, no solo en cuanto a clase trabajadora, sino también en cuanto al rol que cumple dentro del sistema. De hecho, en el patriarcado -que ella identifica con machismo- quién ha transmitido y sigue transmitiendo muchos de los roles machistas son las mujeres. Existe machismo porque hay mujeres que asumen ese rol machista. Y si no empezamos a trabajar con las mujeres de nuestra clase que son trabajadoras, explotadas y, encima, machistas en el rol que asumen, poco podemos trabajar. Tiene que ser una labor didáctica, de trabajo junto a ellas, junto a las mujeres de nuestra clase exclusivamente. Poner el punto de mira en las mujeres y en la dirección de las empresas es un problema de las mujeres de esa clase, no nos incumbe a nosotros. A esos niveles las diferencias se difuminan y en el nuestro se concentra. Si Monica Oriol tiene problemas con los hombres de su clase, el problema es de ella, no es problema de la compañera porque no pertenece a su clase. En un espacio de encuentro comunista las mujeres comunistas se tienen que volcar en la práctica, como el resto de grupos de trabajo. Si no tiene reflejo en la práctica cotidiana va a ser un espacio de debate, de los muchos que hay, sin reflejo en el trabajo de base. Toma la palabra un compañero. Una de las cosas que nos han llevado a que naciera el EEC era la lucha ideológica. Dar la batalla por que no siga penetrando más en nuestras filas determinados conceptos. Quiere ser claro. Él preferiría que no se usara el término feminismo de clase. Si no le vamos a dotar de contenidos, si no hay apelación a las situaciones de desigualdad, si no se explica qué significa ni se desarrolla el concepto, si no hay un análisis de la cuestión, si no se analizan las situaciones de opresión y de explotación de clase que sufre la mujer y si no hay propuestas, no lo utilicemos como una llave para colarnos toda una corriente ideológica que no es la comunista, que no es la nuestra. Sobre las palabras. Las palabras a veces tienen una carga mágica impresionante. Son fetiches, son objetos que parece que se cargan de unas connotaciones especiales cuando suenan de una manera determinada, incluso la fonética parece que lleva un significado. Decir empoderar, plusvalía, patriarcado, parece que tiene una fuerza especial, pero realmente si tenemos que dar la batalla ideológica tenemos que ser entre otras cosas los comunistas lo suficientemente rigurosos en expresarnos dentro de nuestras categorías. Si vamos a utilizar la palabra plusvalía o explotación según el contexto nos interese, pues demos dos patadas a El Capital y sigamos con otra cosa. Con el máximo respeto, cree que hay que hacer un esfuerzo en estas cosas. Es un esfuerzo que al final reporta un beneficio. La batalla ideológica no pasa por que consigamos que todo el mundo hable nuestro propio lenguaje, pero sí por fortalecernos ideológicamente dentro de lo que somos: la corriente de pensamiento comunista. Lo mismo que el feminismo dentro del socialismo es posible que no haya conseguido todas sus batallas, es posible incluso que se agudicen las contradicciones, la ventaja es que en el socialismo tenemos los trabajadores, los hombres y las mujeres, los resortes en nuestras manos. Por supuesto esto no significa en absoluto quitar los elementos que son fundamentales en otros órdenes del machismo que no pasan por la estructura de producción sino por las relaciones hombre-mujer, pero cada cosa en el lugar que le corresponde, porque a veces es muy posible que si no me muevo no sienta las cadenas y, como no me siento explotado de clase, pues a lo mejor sólo siento los micromachismos, pero la explotación de clase existe. Interviene otro camarada. Con los conceptos y la terminología que utilizamos, cuando comenzó a leer el documento 4, en el primer párrafo ya no estaba de acuerdo, pero siguió leyendo. Pero es que justo de eso es de lo que hay que discutir, si no empezamos a discutir los conceptos para aclarar qué estamos diciendo cuando utilizamos una categoría o un concepto es imposible que lleguemos a conclusiones. Por ejemplo, una compañera usó antes las contradicciones primaria y secundaria, y es que a veces una contradicción secundaria se convierte en principal. Pero si no discutimos cuando utilizamos el concepto de contradicciones secundarias y contradicción principal no aclaramos de qué estamos hablando, muy mal podemos llegar a una conclusión. Justo por eso es necesario aclarar el proceso de cómo vamos a llevar la discusión para ir aclarando todos los conceptos. Cuando él lee “capitalismo y patriarcado son dos sistemas de opresión basados en la explotación” pues no está de acuerdo, pero lo quiere discutir. Para aclarar qué es explotación, que es opresión, etc. Incluso para discutir el concepto de contradicción principal y contradicción secundaria. Hablaba un camarada antes de Sudáfrica. Allí mientras estaba el apartheid, su primera contradicción no era de clase, era de raza, pero una vez llegados al sistema actual lo que ha salido a relucir es que sigue existiendo el racismo y la contradicción de clase porque lo que han hecho los ricos es utilizar a los negros pobres como forma de explotación. Lo importante, lo que el camarada saca como conclusión es que están todos los temas encima de la mesa. Seamos capaces, si es posible, cuando se haga la asamblea de marzo de ver cómo todos estos conceptos que están aquí podemos ir articulándolos para implementar una política concreta. Hay dos documentos que no están extendidos al conjunto del EEC, propone que habrá que enviarlos junto con la crónica de la reunión y transmitir la inmediatez con la que se ha hecho la discusión. Toma la palabra una compañera. La acción no puede comenzar por concienciar a las mujeres para que no reproduzcan los valores patriarcales, y además la que sufre la violencia machista es la mujer; las mujeres no se autolesionan. No se puede postergar el debate para cuando la mujer tome conciencia. ¿Cuando se le pide a los obreros que se organicen en un sindicato, eso quiere decir que tienen conciencia de clase? Lo duda. Cree más bien que se organizan porque tienen una reivindicación concreta. Hoy en día vivimos en esa realidad, pero nadie niega la necesidad de organizarse en un sindicato. No plantean que la lucha de las mujeres tenga que ir junto a los hombres para que estos se conciencien. A nivel personal te pueden asignar un rol social como hombre pero, desde luego, económicamente y socialmente un hombre no está en la misma situación que está la mujer y eso es innegable. Puedes tener una condición de controlador frente a tu pareja, puedes hacer lo que quieras, y no estarás en la misma condición que está la mujer; eso es negar evidencias reales. Se cierra el acto recordando que el día 12 de marzo las reuniones de todas las comisiones van a ser paralelas e invitando a los camaradas interesados en este documento a inscribirse en su sesión.
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