Boletín de información del EEC. 27 de Noviembre de 2015.
 

Boletín Rojo

del Espacio de Encuentro Comunista

No os lamentéis, organizaos

Presentación

Comenzamos aquí la edición de un boletín con el que pretendemos mantener vivo el contacto con todos y todas las que han mostrado su interés en el Espacio de Encuentro Comunista. Como sabéis, el proceso de organización que comenzamos en nuestra segunda reunión del día 31 de octubre debe culminar en febrero con la celebración de un tercer encuentro en el que se debatan, y en su caso se aprueben, las propuestas presentadas por las comisiones formadas hace menos de un mes. Aunque en el intervalo hasta febrero deberán hacerse públicos los borradores de dichas propuestas para que puedan ser conocidos de antemano, siempre hemos tenido el temor de que la espera pueda ser interpretada como una falta de actividad por aquellos que no han podido implicarse en el proceso, ya sea por distancia o por falta de tiempo. Con este boletín, que por ahora no tiene una periodicidad fija, queremos principalmente manteneros informados de los progresos. Así mismo, aprovecharemos para informar de convocatorias próximas y para incluir textos que creemos que puedan ser de interés. Por último, intentaremos centralizar aquí cualquier comunicación que queramos transmitiros, de tal manera que reduzcamos el número de correos que os enviamos. Discupad si en los primeros números hay más voluntad que medios.

Grupos de trabajo

Comisión de Gestión Técnica

La Comisión de Gestión Técnica o Comisión Gestora se ha reunido semanalmente desde el 31 de octubre. Hasta le fecha, la mayor parte del trabajo ha estado centrado alrededor de la comunicación, tanto el establecimiento de canales de comunicación internos entre los grupos de trabajo como en la creación de una mínima infraestructura de difusión a todos los miembros del EEC. Este boletín es uno de los primeros frutos de ese trabajo. Antes de que la discusión de los borradores generados por los grupos de trabajo acapare todos nuestros esfuerzos, es nuestra intención organizar un pequeño evento de confraternización más distendido que las reuniones que hemos mantenido hasta ahora. Seguiremos informando.

Grupo Programático-Político

El trabajo de este grupo será seguramente clave en la reunión de febrero. Nos han pasado las lineas clave sobre las que están trabajando:
  • Marco actual del capitalismo
  • Crisis capitalista, caos civilizatorio y amenazas a la humanidad
  • Lucha de clases y correlación de fuerzas
  • Orden capitalista, "izquierda sistémica", nuevas/viejas corrientes políticas y lucha ideológica
  • Necesidad de socialismo frente a barbarie
  • Nuevos desafíos para los comunistas hoy
  • El programa comunista como objetivos de lucha, no como programa para competir en el supermercado de marcas electorales
  • Por la reconstrucción del movimiento comunista
  • Los comunistas y la lucha de masas
  • El papel del parlamentarismo en el comunismo
Son once camaradas y consideran que está terminando sus tareas.

Grupo de Organización

El grupo de organización se ha reunido hasta ahora una vez por semana desde que se creó el mismo 31 de octubre. Las reuniones son presenciales y en todas las ocasiones la asistencia ha sido de más de la mitad de los miembros. Cuando ha sido necesario se ha contado con los participantes de fuera de Madrid por Internet. El objetivo asumido por la comisión es el de crear la estructura organizativa mínima necesaria, de tal modo que el trabajo burocrático no reste fuerzas al objetivo final que nos une, pero garantizando que vamos a poder asumir los retos que sólo un grupo organizado puede afrontar. También se presta una especial atención al problema de los y las camaradas dispersos geográficamente, intentando que queden integrados y dispongan siempre de enlaces de referencia que los una a la organización. Para cumplir estos objetivos se están usando técnicas de organización comunista clásicas, que muchos reconocerán cuando este disponible el borrador de la propuesta.

Grupo de Movimiento Obrero

Este grupo informa de que ha centrado su trabajo en tres apartados. En primer lugar en un análisis de la composición de la clase obrera actual y de su evolución. En segundo lugar en un estudio sobre los consejos obreros y el sindicalismo, señalando las características particulares de uno y otro concepto. Por último, en la intervención y la acción política, tanto en entorno barrial, de centros de estudio (los estudiantes de hoy serán los explotados de mañana) y en los centros de trabajo. El grupo, con cinco miembros activos, considera que lleva ya realizadas las dos terceras partes del trabajo proyectado.   En el próximo boletín seguiremos informando con el progreso del resto de grupos de trabajo.

Textos

Ante la movilización del sábado 28: "basta de pacifismo ni-ni."

espacio de encuentro comunista El mundo "ni-ni" -ni OTAN, ni Gaddafi, ni OTAN ni Sadam, ni OTAN ni Assad pero que siempre ha acabado negando la existencia de una agresión criminal del imperialismo contra los pueblos- ha decidido convocar una manifestación el sábado bajo la consigna "No en nuestro nombre". Bajo la fórmula de los archiconocidos "abajofirmantes" se nos cuela de rondón la propuesta de un partido concreto, Podemos, que nos ha estado hablando estos días de la guerra como si esta sólo tuviera que ser contemplada desde Europa (efectos sobre nuestro entorno de una participación bélica de España en Oriente Medio), obviando intencionadamente que nuestro país es parte del club de la guerra (OTAN) contra los pueblos, que la guerra siempre ha sido la salida del imperialismo a la crisis del capitalismo y que es la forma de rapiña contra las riquezas naturales de los pueblos a los que agrede. Es llamativa esta convocatoria del entorno "intelectual" y de notables alrededor de Podemos cuando este partido ha estado alabando días atrás a Rajoy al considerarle "consciente de la gravedad, complejidad y delicadeza de la situación", cuando sabe que éste no se ha negado a la intervención militar sino que se ha limitado a esperar a que Hollande exprese su petición concreta de ayuda, según la cláusula de defensa mutua de la UE (art. 42.7) ante agresión armada. De ahí que Francia haya querido convertir un acto terrorista en una acción de guerra, a sabiendas de que no lo es. En ese contexto, las declaraciones del ex Jefe Militar del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, candidato de Podemos al Congreso, afirmaba días antes del atentado en París, refiriéndose a la política de su nuevo partido: "Apostamos por una defensa integral europea, que creo que es el futuro". Conviene aclarar que la defensa integral europea es la del pilar europeo de la OTAN, pilar subordinado al imperialismo USA y ejecutor de una parte de las agresiones de esta alianza contra terceros pueblos. Poco, por no decir nada, ha tardado el citado partido en aclarar que estará en una manifestación que ha convocado por medios interpuestos. La convocatoria, que tiene algunas razones indiscutibles (evitar el racismo y la xenofobia contra los refugiados, evitar la islamofobia y rechazar el recorte de libertades de unos Estados europeos paranoicos con la inseguridad nacida del terrorismo fanático), es cínica por todo aquello que se niega a denunciar. Se niega a denunciar el carácter imperialista de la guerra, lo mismo que evita denunciar que el incremento de los presupuestos militares para la agresión bélica perjudica fundamentalmente a la clase trabajadora -no a esos indefinidos ciudadanos a los que tal convocatoria llama- a la que no sólo detrae presupuestos que necesita para cubrir sus necesidades económicas sino que intenta captar para un "patriotismo" que la enfrente como carne de cañón bélica otros patriotismos igual de criminales. Vuelve sobre el viejo "ninismo" del que hacían gala en otras guerras ciertas organizaciones que mucho tienen que ver con los convocantes y sus organizaciones de referencia. Cuando se dice en el manifiesto-convocatoria "mientras unos y otros trafican con influencias, armas e intereses geoestratégicos", lo que se está haciendo es equiparar el derecho del gobierno sirio a defenderse del terrorismo mediante la petición de ayuda a gobiernos amigos con el hecho de que el Daesh (ISIS) ha sido apoyado y armado hasta ayer por países como USA, Francia o el Reino Unido y aún lo es hoy por Turquía, Israel y las petromonarquías del Golfo Pérsico, con Arabia Saudí y Qatar a la cabeza. Hoy como ayer, el imperialismo vuelve a sus viejos objetivos de guerra por petroleo pero, a diferencia del "No a la guerra" de cuando la agresión a Irak, hoy se nos vende un "No en nuestro nombre" edulcorado, ausente de los elementos que explican la naturaleza de la guerra, buscando réditos electorales para un partido que, mucho nos tememos, pasada la convocatoria electoral del 20-D quizá no tuviera tantos escrúpulos en unirse a un llamamiento de Rajoy o del Presidente de turno que invocase la "unidad de los demócratas" para justificar que España se uniera de nuevo a las aventuras bélicas de la OTAN, USA y sus socios contra la soberanía y el derecho de los pueblos a no ser agredidos doblemente por los terroristas del Daesh (ISIS), Al Nusra y esas "oposiciones moderadas" y por quienes antes les han armado. En el momento actual, el Consejo de Seguridad de la ONU ha autorizado los ataques en territorio sirio. Significativamente, la prensa española no ha hecho demasiada insistencia sobre ello, dado que estamos en campaña electoral. Una variante alternativa a la ONU el siguiente peligroso paso podría ser el "aval" del nuevo Parlamento español cuando se despeje el ruido de la fanfarria de los comicios. Nos preguntamos si convocatorias como ésta que desnaturalizan las razones y causas de la guerra imperialista y la agresión contra Siria, Irak, Yemen por los títeres de USA, las petromonarquías y la OTAN, no serán empleadas para ir creando un clima que nos vaya acercando en esa dirección, una vez que los "avales legales" y/o "democráticos" puedan ponerse en marcha sin temor a perder votos de forma inmediata. Es necesario levantar otro "NO A LA GUERRA" muy distinto al que ahora intentan vendernos, rebajado de contenidos de denuncia real. Un "NO A LA GUERRA" que denuncie tanto a los terroristas como a quienes les han apoyado, a las petroleras que compran el petróleo barato de los pozos de extracción controlados por los terroristas, que desenmascare el carácter criminal y de rapiña del capitalismo. Llamamos a quienes estén por la defensa de esos principios y de la soberanía de los pueblos a buscar puntos de confluencia y entendimiento que nos permitan dar respuesta y movilizar a la clase trabajadora española contra las agresiones belicistas y a la violencia criminal del imperialismo y de sus franquicias títeres.

Karl Marx, Circular del Comité Central a la Liga Comunista.

libros rojos Karl MarxHermanos: Durante los últimos años de revolución (1848-1849) la Liga ha justificado plenamente su existencia. Primero: Por la vigorosa actividad de sus miembros; en todos los sitios donde se produjeron movimientos estuvieron en la vanguardia, en la Prensa, en las barricadas y en los campos de batalla del proletariado, como la única clase revolucionaria de la sociedad. Segundo: A través de la concepción que del alzamiento en conjunto tenía la Liga, según fue enunciado en la carta circular del Congreso Central Ejecutivo en 1847, y particularmente en el Manifiesto Comunista. Esta concepción ha sido ratificada por los acontecimientos de los dos años últimos. De otra parte, los puntos de vista que respecto de las condiciones sociales actuales propagábamos nosotros en los primeros años de nuestra actuación en reuniones secretas y en escritos clandestinos son ahora del dominio público y se predican en esquinas y plazas públicas. Por otro lado, la primitiva y rígida organización de la Liga se ha perdido considerablemente; un gran número de miembros que han participado directamente en la revolución han venido a la conclusión de que ha pasado el tiempo de la organización secreta y que la propaganda pública sería suficiente. Varios distritos y Comunidades han perdido el contacto con el Comité Central y no lo reanudan. Mientras el partido democrático, el partido de la pequeña burguesía, amplía y robustece su organización, el partido de la clase obrera pierde su cohesión o forma organizaciones locales para fines locales, y así se ve envuelto en el movimiento democrático y cae bajo la influencia de la pequeña burguesía. Este estado de cosas debe terminar; la independencia de la clase trabajadora debe ser restablecida. El Comité Central, ya en el invierno de 1848-49 mostró la necesidad de esta reorganización y envió con esta misión a José Moll; pero su trabajo no ha dado resultado. Después de la derrota del movimiento revolucionario de junio de 1849 en Alemania, casi todos los miembros del Comité Central, reunidos en Londres y ayudados por nuevas fuerzas revolucionarias, tomaron seriamente en sus manos el trabajo de reorganización. Esta reorganización sólo puede ser lograda por un enviado especial, y el Comité Central piensa que tiene una gran importancia el hecho de que nuestro delegado debe estar en viaje en el momento en que un nuevo alzamiento es inminente; precisamente cuando, por esta razón, el partido de la clase obrera debería estar fuertemente organizado y actuar unánime e independientemente, si no quiere ser de nuevo explotado y marchar a remolque de la burguesía, como en 1848. * * * Os hemos dicho, hermanos, en 1848 que el liberalismo alemán vendría pronto al Poder y emplearía éste una vez más contra la clase trabajadora. Habéis visto cómo ha sido realizado. Fue la burguesía quien, después del victorioso movimiento de marzo de 1848, tomó las riendas del gobierno, y el primer uso que hizo del Poder fue hacer retroceder a los trabajadores, sus aliados en la lucha contra el absolutismo, a su anterior condición de oprimidos. No podían ellos conseguir su propósito sin la asistencia de la derrotada aristocracia, a la cual transfieren incluso el Poder gubernamental, guardando, no obstante, para sí mismos la intervención definitiva del Gobierno a través del presupuesto. La parte que los liberales jugaron en 1848, este papel de traición, será desempeñado en la próxima revolución por el partido de la pequeña burguesía, la cual, entre los partidos de oposición al Gobierno, está ahora ocupando la misma posición que los liberales tenían antes de la revolución de Marzo. Este partido democrático, el cual es más peligroso para los trabajadores que lo fue el partido liberal, está integrado por los siguientes elementos: Por los miembros más progresivos de la alta burguesía, cuya misión es barrer todos los residuos de feudalismo y absolutismo; Por la pequeña burguesía democrático-constitucional, cuyo principal objeto es establecer una federación democrática de los Estados alemanes, y Por la pequeña burguesía republicana, cuyo ideal es transformar Alemania en una especie de República suiza. Estos republicanos se llaman a sí mismos "rojos" y "socialdemócratas", porque tienen el piadoso deseo de remover la presión del gran capital sobre el más pequeño y la que la gran burguesía ejerce respecto de la pequeña. Todos los partidos, después de la derrota que han sufrido, se llaman republicanos o rojos, exactamente igual que en Francia la pequeña burguesía republicana se llama a sí misma socialista. Donde, no obstante, tiene la oportunidad de lograr sus fines por métodos constitucionales, usan su vieja fraseología y muestran por los actos que no han cambiado en absoluto. Es, naturalmente, evidente que el cambio de nombre de tal partido no altera su actitud hacia la clase trabajadora; esto prueba únicamente que en su lucha contra las fuerzas unidas del absolutismo y de los capitalistas fuertes ellos necesitan la ayuda del proletariado. El partido democrático pequeño-burgués es muy poderoso en Alemania. Abarca, no solamente la gran mayoría de la población de las ciudades (pequeños comerciantes y artesanos), sino también los terratenientes y jornaleros, en tanto los últimos no han establecido todavía contacto con el proletariado de la ciudad. La clase trabajadora revolucionaria actúa de acuerdo con ese partido mientras se trata de luchar y abolir la coalición aristocrático-liberal; en todas las demás cuestiones, la clase trabajadora revolucionaria necesita actuar independientemente. La pequeña burguesía democrática está muy lejos de desear la transformación de toda la sociedad; su finalidad tiende únicamente a producir los cambios en las condiciones sociales que puedan hacer su vida en la sociedad actual más confortable y provechosa. Desea, sobre todo, una reducción de los gastos nacionales por medio de una simplificación de la burocracia y la imposición de las principales cargas contributivas sobre los señores de la tierra y los capitalistas. Pide igualmente establecimientos de Bancos del Estado y leyes contra la usura; todo a los fines de librar de la presión del gran capital a los pequeños comerciantes y obtener del Estado crédito barato. Pide también la explotación de toda la tierra para terminar con todos los restos del derecho señorial. Para este objeto necesita una Constitución democrática que pueda darles la mayoría en el Parlamento, Municipalidades y Senado. Con el fin de adueñarse del Poder y de contener el desarrollo del gran capital, el partido democrático pide la reforma de las leyes de la herencia, e igualmente que se transfieran los servicios públicos y tantas empresas industriales como se pueda a las autoridades del Estado y del Municipio. Cuanto a los trabajadores, ellos deberán continuar siendo asalariados, para los cuales, no obstante, el partido democrático procurará más altos salarios, mejores condiciones de trabajo y una existencia más segura. Los demócratas tienen la esperanza de realizar este programa por medio del Estado y la Administración municipal y a través de instituciones benéficas. En concreto: aspiran a corromper a la clase trabajadora con la tranquilidad, y así adormecer su espíritu revolucionario con concesiones y comodidades pasajeras. Las peticiones democráticas no pueden satisfacer nunca al partido del proletariado. Mientras la democrática pequeña burguesía desearía que la revolución terminase tan pronto ha visto sus aspiraciones más o menos satisfechas, nuestro interés y nuestro deber es hacer la revolución permanente, mantenerla en marcha hasta que todas las clases poseedoras y dominantes sean desprovistas de su poder, hasta que la maquinaria gubernamental sea ocupada por el proletariado y la organización de la clase trabajadora de todos los países esté tan adelantada que toda rivalidad y competencia entre ella misma haya cesado y hasta que las más importantes fuerzas de producción estén en las manos del proletariado. Para nosotros no es cuestión reformar la propiedad privada, sino abolirla; paliar los antagonismos de clase, sino abolir las clases; mejorar la sociedad existente, sino establecer una nueva. No hay duda de que con el mayor desarrollo de la revolución la pequeña burguesía democrática puede advenir por algún tiempo el partido más influyente de Alemania. La cuestión es, pues, saber cuál ha de ser la actitud del proletariado, y particularmente la de la Liga: Durante la continuación de las condiciones actuales, en las cuales la pequeña burguesía democrática es también oprimida; En el transcurso de las luchas revolucionarias, las cuales les darán un momentáneo ascendiente, y Después de aquellas luchas, durante el tiempo de su ascendiente sobre las clases derrotadas y el proletariado. En el momento presente, cuando la pequeña burguesía democrática es en todas partes oprimida, instruye al proletariado, exhortándole a la unificación y conciliación; ellos desearían poder unir las manos y formar un gran partido de oposición, abarcando dentro de sus límites todos los matices de la democracia. Esto es, ellos tratarán de convertir al proletariado en una organización de partido en el cual predominen las frases generales social-demócratas, tras del cual sus intereses particulares estén escondidos y en el que las particulares demandas proletarias no deban, en interés de la concordia y de la paz, pasar a un primer plano. Una tal unificación sería hecha en exclusivo beneficio de la pequeña burguesía democrática y en perjuicio del proletariado. La clase trabajadora organizada perdería su a tanta costa ganada independencia y advendría de nuevo un mero apéndice de la oficial democracia burguesa. Semejante unificación debe ser resueltamente rechazada. En vez de permitir que formen el coro de la burguesía democrática, los trabajadores, y particularmente la Liga, deben tratar de establecer junto a la democracia oficial una independiente, legal y secreta organización del partido de la clase obrera, y hacer de cada Comunidad el centro y el núcleo de Sociedades de la clase obrera en las que la actitud y el interés del proletariado deberán ser discutidos independientemente de las influencias burguesas. De cuán poco se preocupan los demócratas burgueses de realizar una alianza en la que los proletarios serían considerados como copartícipes con iguales derechos e idéntica situación, es un ejemplo la actitud de los demócratas de Breslau, quienes en su órgano el Oder-Zeitung están atacando a aquellos trabajadores que se hallan organizados independientemente, y a quienes motejan de socialistas, haciéndoles víctimas de severas persecuciones. El nervio de la cuestión es este: en caso de un ataque a un común adversario no es necesaria una unión especial; en lucha contra semejante enemigo, el interés de las dos partes, la demócrata clase media y el partido de la clase trabajadora, coinciden por el momento y ambas llevarán el combate mediante una temporal inteligencia. Así fue en el pasado y así debe ser en el futuro. Es cosa fuera de duda que en los futuros sangrientos conflictos, como en todos los anteriores, los trabajadores, por su valor, resolución y espíritu de sacrificio, formarán la fuerza principal en la conquista de la victoria. Como hasta aquí ha ocurrido, en la lucha que viene la pequeña burguesía mantendrá una actitud de espera, de irresolución e inactividad tanto tiempo como le sea posible, en orden a que, tan pronto como la victoria esté asegurada, pueda arrogársela como propia y decir a los trabajadores que permanezcan tranquilos, vuelvan al trabajo y eviten los llamados excesos, apartando así a los obreros del fruto de su victoria. No está en la facultad de los trabajadores evitar previamente que la burguesía haga esto; pero sí está dentro de su poder hacer difícil su ascendiente sobre el proletariado y dictar sobre ellos tales órdenes que hagan arrastrar al dominio de la democracia burguesa dentro de él mismo y desde el principio el germen de disolución, y así su sustitución por el Poder del proletariado será considerablemente facilitada. Los trabajadores, sobre todo durante el conflicto e inmediatamente después, deben tratar, en cuanto sea posible, de contrarrestar todas las contemporizaciones y sedantes burgueses, obligando a los demócratas a llevar a la práctica sus terroríficas frases actuales. Deben actuar de tal manera que la excitación revolucionaria no desaparezca inmediatamente después de la victoria. Por el contrario, han de intentar mantenerla tanto como sea posible. Lejos de oponerse a los llamados excesos, deben emprenderse actos de odio ejemplar contra edificios individuales o públicos a los cuales acompaña odiosa memoria, sacrificándolos a la venganza popular; tales actos, no sólo deben ser tolerados, sino que ha de tomarse su dirección. Durante la lucha y después de ella, los trabajadores necesitan utilizar todas las oportunidades para presentar sus propias demandas separadas de las de los demócratas burgueses. Deben pedir garantías para los trabajadores tan pronto como los demócratas empuñen las riendas del Poder. Si fuere necesario, estas garantías deben ser imperiosas y generalmente deben tender a que se vea que los nuevos dominadores se hallan obligados a realizar todas las concesiones y promesas posibles; lo cual es el medio seguro de comprometerlos. Los trabajadores no deben moverse por el general entusiasmo hacia el nuevo estado de cosas, al cual siguen usualmente luchas en las calles; deben guardar todo su ardor por una fría y desapasionada concepción de las nuevas condiciones, y manifestarán abiertamente su desconfianza respecto del nuevo Gobierno. Fuera del Gobierno oficial constituirán un Gobierno revolucionario de los trabajadores en forma de Consejos ejecutivos locales o comunales, Clubs obreros o Comités de trabajadores; de tal manera, que el Gobierno democrático burgués, no solamente pierda todo apoyo entre los proletarios, sino que desde el principio se encuentre bajo la vigilancia y la amenaza de autoridades tras de las cuales se halla la masa entera de la clase trabajadora. Concretamente: desde el primer momento de la victoria nosotros no debemos mostrar más nuestra desconfianza hacia el reaccionario y vencido enemigo, y sí respecto de nuestros aliados, contra el partido que está ya explotando la victoria común solamente para sus propios y ulteriores fines. En orden a este partido, cuya traición a los trabajadores comenzarán desde la primera hora de la victoria, debe verse frustrado en su nefasto trabajo, y para ello es necesario organizar y armar al proletariado. El armamento de todo el proletariado con fusiles, cañones y municiones debe ser realizado en el acto; necesitamos prevenir el resurgimiento de la vieja milicia burguesa, cosa que ha sido siempre hecha contra los trabajadores. Donde esta medida no pueda cumplirse, los trabajadores tratarán de organizarse ellos mismos en una Guardia independiente, con sus propios jefes y su Estado Mayor, para ponerse a las órdenes, no del Gobierno, sino de las autoridades revolucionarias elegidas por los obreros. Donde los trabajadores estén empleados en servicios del Estado deben armarse y organizarse en Cuerpos especiales, con jefes escogidos por ellos mismos o formando parte de la Guardia proletaria. Bajo ningún pretexto darán sus armas y equipos, y todo intento de desarme debe ser vigorosamente resistido. Destrucción de la influencia de la democracia burguesa sobre los trabajadores; inmediata, independiente y armada organización de los obreros, y la exigencia de las más molestas y comprometedoras concesiones de la burguesía democrática, cuyo triunfo es por ahora inevitable, son los principales puntos que el proletariado, y por tanto la Liga, tienen que mantener en primer término durante y después de la conmoción. Tan pronto como el nuevo Gobierno esté establecido comenzará a combatir a los trabajadores. A los fines de estar efectivamente en condiciones de oponerse a la democracia pequeño-burguesa, es necesario, en primer lugar, que los trabajadores estén organizados en Clubs, que serán en seguida centralizados. La autoridad central, después de la caída del Gobierno existente trasladará sus cuarteles en la primera ocasión a Alemania; inmediatamente reunirá un Congreso y hará las necesarias proposiciones para la centralización de los Clubs de obreros bajo un Comité Ejecutivo, que residirá en el centro del movimiento. La rápida organización, o por lo menos el establecimiento de un organismo provincial de Clubs obreros, es uno de los más importantes puntos de nuestras indicaciones para vigorizar y desarrollar el partido de los trabajadores. El resultado inmediato de la caída del Gobierno existente será la elección de una representación nacional. El proletariado vigilará en primer término para que ningún obrero sea privado de su sufragio por los trucos de las autoridades locales o de los comisionados del Gobierno; en segundo lugar, hará que contra los candidatos burgueses democráticos se presenten en todas partes candidatos de la clase trabajadora, quienes, en la medida que ello sea posible, deberán ser miembros de la Liga y por cuyo triunfo todos deben trabajar por todos los medios a su alcance. Incluso en los distritos donde no hay posibilidad de que nuestro candidato salga triunfante, los obreros deben, no obstante, presentar nombres a los fines de mantener su independencia, templar sus fuerzas y presentar su actitud revolucionaria y los puntos de vista del partido ante el público. No deben desorientarse y abandonar su trabajo por la consideración de que dividiendo los votos demócratas ayudan a los partidos reaccionarios. Tal argumento se aduce para engañar al proletariado. El avance que el partido proletario puede hacer con su actitud independiente es infinitamente más importante que la desventaja que resulta de tener unos reaccionarios más en la representación nacional. Los demócratas victoriosos podrían, si quisieran, evitar que el partido reaccionario tuviese ningún triunfo si usaran solamente su poder, recientemente ganado, con energía suficiente. El primer punto que provocará el conflicto entre demócratas y proletarios es la abolición de todos los derechos feudales. Los demócratas pequeño-burgueses, siguiendo el ejemplo de la primera revolución francesa, mantendrán la tierra como propiedad privada de los campesinos; esto es, dejarán a los obreros agrícolas como están y crearán una pequeña burguesía campesina, que atravesará el mismo ciclo de miseria espiritual y material en que se encuentra actualmente el campesino francés. Los trabajadores, en interés del proletariado agrícola tanto como en su propio interés, deberán oponerse a semejantes propósitos. Pedirán que las tierras feudales confiscadas sean nacionalizadas y convertidas en explotaciones dirigidas por grupos de trabajadores de la tierra; todas las ventajas de la explotación agrícola en grande escala deberán ser puestas a su disposición; estas colonias agrícolas, trabajadas según el principio cooperativo, deberán ser organizadas en medio de las resquebrajaduras institucionales de propiedad. Así como los demócratas están combinados con la pequeña burguesía campesina, así nosotros debemos luchar hombro con hombro con el proletariado agrícola. Además, los demócratas trabajarán directamente por una República federal, o por lo menos, si no pueden evitar la formación de la República una e indivisible, tratarán de paralizar la centralización del Gobierno concediendo la independencia posible a las Municipalidades y provincias. Los obreros deben luchar contra este plan, no sólo para conseguir la una e indivisible República alemana, sino para lograr concentrar el mayor poder posible en manos del Gobierno central. No deben ser engañados por las democráticas vulgaridades alrededor de la libertad de los Ayuntamientos, self-determination, etc., etc. En un país como Alemania, donde hay tantas reminiscencias medievales que barrer y tanta local y provincial obstinación que quebrantar, por ninguna circunstancia puede permitirse que ciudades y provincias opongan obstáculos a la actividad revolucionaria que necesita emanar del centro. Que los alemanes tengan que luchar y morir como hasta aquí lo han hecho, una y otra vez, por cada avance, en cada ciudad y en cada provincia separadamente, es algo que no puede ser tolerado. Como en Francia en 1793, así es hoy la tarea del partido revolucionario alemán: centralizar la nación. Hemos visto que los demócratas vendrán al Poder en la primera fase del movimiento, y que serán obligados a proponer medidas de mayor o menor naturaleza socialista. Se preguntarán qué medidas contrarias deberán ser propuestas por los trabajadores. Naturalmente, en el comienzo no podrán proponer las actuales medidas comunistas; pero se puede compeler a los demócratas a atacar el viejo orden social por tantos puntos como sea posible, perturbar sus procedimientos regulares, comprometerlos a ellos mismos y concentrar en las manos del Estado, en la proporción que se pueda, las fuerzas productivas, los medios de transporte, fábricas, ferrocarriles, etc. etc. Las determinaciones de los demócratas, los cuales en ningún caso son revolucionarios, sino simplemente reformistas, deben ser estimuladas hasta el punto de que se conviertan en ataques directos a la propiedad privada; así, por ejemplo, si la pequeña burguesía propone la incautación de los ferrocarriles y las fábricas, los trabajadores deben decir que, siendo estos ferrocarriles y estas fábricas propiedad de los reaccionarios, tienen que ser confiscados simplemente por el Estado y sin compensación. Si los demócratas proponen impuestos proporcionales, los trabajadores deben pedir impuestos progresivos; si los demócratas se declaran en favor de un impuesto progresivo moderado, los trabajadores deben insistir en un impuesto que paso a paso, gradualmente, signifique el hundimiento del gran capital; si los demócratas proponen la regulación de la Dieta Nacional, los trabajadores deben pedir la bancarrota del Estado. Las demandas de los trabajadores dependerán de los propósitos y medidas de los demócratas. Si los trabajadores alemanes han de venir solamente al Poder y al logro de sus intereses de clase después de un prolongado desarrollo revolucionario, pueden, al menos, estar ciertos de que el primer acto de este drama revolucionario coincidirá con la victoria de su clase en Francia, y esto acelerará seguramente el movimiento de su propia emancipación. Pero ellos mismos han de realizar la mayor parte del trabajo; necesitarán ser conscientes de sus intereses de clase y adoptar la posición de un partido independiente. No deben ser apartados de su línea de independencia proletaria por la hipocresía de la pequeña burguesía democrática. Su grito de guerra debe ser: "La Revolución permanente". Londres, marzo de 1850.

Convocatorias

29N: Antifascismo en los barrios.

cartel antifascismo en los barriosDentro de las jornadas antifascistas de Vallekas 2015, el colectivo Distrito 14 de Moratalaz organiza una charla en la que también van a estar presentes el colectivo Algarada de Tetuán, La Rabia de Carabanchel, Espora negra del 76 de Barrio del Pilar y el Frente 202 de San Blas. Antifascismo en los Barrios. ¿Qué se hace para combatirlo? ¿Es suficiente? ¿Como afecta la falta de unidad del antifascismo a este problema? Sábado 28 a las 19:00 horas en el CPK La Bankarrota, calle Encomienda de Palacios 46, metro Artilleros. [web de los organizadores] [web del espacio]
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