Boletín de información del EEC. 28 de febrero de 2018.
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Boletín Rojo

del Espacio de Encuentro Comunista

No os lamentéis, organizaos



8 DE MARZO. DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA

(no de la empresaria, la banquera y la política que la explotan)

 

6 de noviembre, las revolucionariasLa clase trabajadora tenemos muchos motivos para ir a una huelga general, y las trabajadoras, la mayoría de mujeres, tenemos todos esos y algunos más. Las medidas urgentes para la reforma del mercado laboral introducidas en los últimos años (2010-2012) han supuesto un agravamiento de las diferencias salariales y la precarización de las condiciones de trabajo de muchas mujeres, que se ven expulsadas del mercado laboral. Los constantes ataques al sistema público de pensiones, último garante de la estabilidad económica para las familias, tiene consecuencias más graves para las trabajadoras, que acumulan casi el 75 por ciento de los empleos a tiempo parcial, vidas laborales más cortas y salarios más bajos. Los recortes presupuestarios en materia de gasto social suponen asimismo un ataque a los derechos de las trabajadoras al verse despojadas de los servicios necesarios para revertir su situación de desigualdad (guarderías públicas, comedores escolares, centros de día y residencias, centros de planificación familiar, de formación, de acogida, ayudas para mujeres maltratadas, etc.).

Como trabajadoras y feministas, estamos dispuestas a hacer huelga e invitar a los hombres a unirse a ella para revertir esta situación. Pero una huelga que esté organizada desde la base social, por nosotras mismas y nosotros mismos, desde nuestras asociaciones. No estamos por seguir llamamientos que -en última instancia- provienen de arriba, como es el caso de la Huelga Feminista convocada para este 8 de Marzo aquí y a nivel global. Es posible que las organizaciones españolas que la respaldan no sean conscientes de ello, pero hay suficiente evidencia de que este llamamiento a una Huelga Feminista o Huelga de Mujeres es una réplica del realizado el año pasado de 2017, que tuvo su epicentro en los Estados Unidos (Global Women's Strike), poco después de la primera Marcha Internacional de Mujeres (International Women's March) celebrada en enero para protestar por la victoria de Trump. Y no es que haya nada malo en la internacionalización de nuestra lucha, al contrario; sino que la lucha a la que responden esos eventos no es la nuestra. No lo es porque las personas y entidades organizadoras tanto de las International Women's March como de las Global Women's Strike estuvieron ligadas a la candidatura de Hillary Clinton y lo están al partido demócrata, que no es precisamente un partido de la clase trabajadora, sino del régimen imperialista norteamericano. [1]

El 8 de Marzo fue desde su origen en 1910 el Día de la Mujer Trabajadora, se inauguró para conmemorar la lucha de las mujeres por el socialismo. A este próximo se nos invita a ir junto a las mujeres que forman parte de la clase que nos explota -“es una huelga de todas”, se dice en el manifiesto o Argumentario de la convocada Huelga Feminista-. Las redactoras olvidan que a las mujeres de la clase dominante no les afecta la precariedad laboral, ni el cuidado de hijos y ancianos; tienen criadas y criados. Puede afectarles la violencia machista, pero poseen recursos para huir de un maltratador. De hecho, casi todas las mujeres que mueren asesinadas por hombres, o las que caen en las redes de trata, o las que alquilan sus úteros para otras y otros, son de la clase trabajadora, que ven cómo las que ocupan puestos de gobierno recortan la asistencia a las mujeres maltratadas, aparte de cargarse la escuela y el sistema de salud públicos, caso de Cristina Cifuentes en la Comunidad de Madrid. Estas mujeres de la clase dominante se han aprovechado de las luchas de otras para ocupar puestos tradicionalmente ocupados por hombres y ejercer un rol similar. Se atreven incluso, si la ocasión lo pinta, a llamarse feministas porque las pseudo-intelectuales de su clase les dicen que una mujer que alcanza un puesto de responsabilidad en las instituciones es feminista por el hecho de ser mujer, sin entrar a valorar qué funciones ejerce sobre otras mujeres. Por supuesto, este feminismo es, en realidad, un anti-feminismo, una quinta columna del patriarcado en nuestra lucha por la emancipación. Contrariamente a lo que se afirma en el manifiesto de la Huelga Feminista, esto no es “como hicieron nuestras antecesoras”. Si de verdad se quieren “quebrantar los privilegios de una sociedad patriarcal y capitalista” -como se alega-, debería reconocerse que una huelga inter-clasista, con mujeres como Christine Lagarde, Hillary Clinton, Ana Patricia Botín o Fátima Báñez, es una manifiesta contradicción en los términos.

Contradicción y, además, tergiversación y manipulación. Las organizaciones convocantes de la Huelga de Mujeres, que no se reivindican de la clase trabajadora, utilizan, sin embargo, la principal herramienta de lucha de nuestra clase, la huelga, pero con el riesgo de desvirtuarla y vaciarla de contenido tal como se plantea: como una huelga “de todas” y para “visibilizar” una problemática. Una huelga implica que las trabajadoras dejan de trabajar cuando ellas lo deciden para forzar a unas mejoras, desafiando el poder del empresario. Sólo la fuerza media entre los intereses opuestos de trabajadoras y empresarios/as. Por eso, una huelga se convoca para ganar, de lo contrario sólo conduce a retrocesos (de esto saben mucho los sindicatos de concertación), pues su mala utilización desmoraliza y desmoviliza, considerando además que cada día de huelga se descuenta del salario. Sólo los sindicatos, las organizaciones de trabajadores y trabajadoras, están legalmente capacitados y políticamente legitimados para convocar una huelga, es decir un paro de la producción, y organizarla.

Las redactoras del manifiesto para la convocatoria de esta Huelga Feminista se han contagiado de las políticas liberales de la identidad que llegan de la otra orilla del Atlántico Norte, y de ahí que apelen sobre todo a las “mujeres, lesbianas y trans” y a las “transfronterizas”, a las diferencias de todo tipo menos la de clase, que queda como convidada de piedra en la lista de “diversidades que nos atraviesan”, cuando se trata de una diferencia fundamental. Los ataques a los derechos laborales y sociales, el robo de los servicios públicos, que afecta sobre todo a las mujeres, son eso precisamente: lucha de clases, amigas; no de raza, ni de género, aunque si perdemos en esta lucha nuestra emancipación como mujeres corre serio peligro de involución. En las clases nos agolpamos mujeres de todos los colores, géneros y orientaciones sexuales; pero ni la violencia machista, ni la homófoba, ni la xenófoba, ni la laboral, tienen las mismas consecuencias para una burguesa que para una trabajadora.

El manifiesto de la Huelga Feminista, cuando baja al terreno laboral, pone el acento en los llamados “trabajos de cuidados”, remunerados y no remunerados, precisamente los que realizamos en exclusiva las mujeres de clase trabajadora. Sin embargo, se olvida señalar que la deplorable situación en que se hallan desde las cuidadoras domésticas a las auxiliares de ayuda a domicilio se debe en buena medida a decisiones políticas tomadas por otras mujeres: léase Cifuentes o Díez, o también Carmena, que hace oídos sordos a las reivindicaciones de las auxiliares de re-municipalizar el servicio y sigue dando contratos a Florentino Pérez y cía, que las explotan a placer. Se nos invita igualmente a hacer una huelga de cuidados, cuando sabemos que esta es imposible para las cuidadoras no remuneradas -la mayoría-, que tienen a su cargo personas dependientes, no pueden contratar a otras para hacer este trabajo, no reciben ayuda de las administraciones públicas, ni los miembros de su familia pueden sustituirlas porque están ausentes en el trabajo o la escuela. Es más, las convocantes piden que los hombres las sustituyan en su labor reproductiva, es decir, que las “esquiroleen”, en vez de unir fuerzas con sus compañeras de clase para luchar contra la violencia machista, la pobreza o la brecha salarial.

Tampoco pueden hacer esta huelga las cuidadoras remuneradas porque en muchos casos no tienen contrato y el miedo a perder el empleo, entre otros factores emocionales, son condicionantes que abruman. Las redactoras del manifiesto proponen unos “servicios mínimos” para “organizar de otro modo los cuidados”, creando redes de autoayuda, cuando se sabe que, en la práctica, este tipo de experimentos se quedan en pequeños grupos. Precisamente lo que el capitalismo en su actual fase promueve es que nos “busquemos la vida” para asegurarnos nuestra reproducción, porque el Estado no va a reinvertir el dinero de nuestros impuestos en servicios y salario indirecto. Lo dijo Ana Botella en sus tiempos de alcaldesa de Madrid: “hay que ir acostumbrándose a ayudarse entre vecinas, como se hacía antes”. Es la demanda de servicios públicos, que en parte nos han robado y en parte privatizado, lo que debe figurar en la agenda de todo movimiento que verdaderamente luche contra el capitalismo y el patriarcado. Para que estos tuviesen motivo real de preocupación, una huelga de trabajo reproductivo tendría que ser lo suficientemente sostenida en el tiempo como para impedir que empleados y empleadas acudiesen a sus puestos de trabajo; es decir, para parar la producción. En efecto, sin nosotras no se produce ni se reproduce; pero, para llegar a una huelga general prolongada (y tomar el palacio de invierno), se requiere mucho más que un llamamiento y la organización de grupos informativos, que sin la ayuda de los medios masivos de comunicación probablemente no llegaran a la décima parte de la población.

Es a nosotras, las trabajadoras, desde nuestros sindicatos y asociaciones, con nuestros compañeros, a quienes nos toca organizar la conmemoración de una fecha que históricamente nos pertenece: el 8 de Marzo. El área de feminismo del Espacio de Encuentro Comunista reconoce como legítimas muchas de las reivindicaciones contenidas en el manifiesto de la Huelga Feminista. No obstante se suma al bloque combativo de clase propuesto por los sindicatos alternativos para salir a la calle CONTRA EL ASALTO A LAS PENSIONES, LAS REFORMAS LABORALES, LA VIOLENCIA MACHISTA, LA BRECHA SALARIAL Y LA PRIVATIZACIÓN DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS. Revitalizar el carácter de clase del 8 de Marzo como Día de la Mujer Trabajadora es nuestra tarea como feministas y trabajadoras. Las palabras de Alexandra Kollontai hace cien años adquieren hoy mayor sentido: “El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera, sin aliviarla de sus cuidados de ama de casa y madre”. Y ello a nivel mundial. Nuestro movimiento no necesita ser interseccional o transfronterizo, porque es internacionalista, como lo fueron las primeras Conferencias Internacionales de Mujeres Socialistas, de donde surgió el 8 de Marzo.

Área de feminismo del EEC, febrero de 2018

 

[1] Véase "La Marcha Internacional de Mujeres (Women's Global March) o la artera instrumentalización del feminismo". Las convocantes de la huelga feminista abren su Argumentario ocultando el verdadero origen de la Huelga de Mujeres y contando medias verdades. Sostienen: “Al grito de 'ni una menos, vivas nos queremos', que lanzaron las feministas argentinas se llevó a cabo la primera huelga global de mujeres de trabajo productivo y reproductivo el 8 de Marzo de 2017”. Las movilizaciones en Argentina habían tenido lugar en septiembre de 2016, y en torno a esas fechas las de Polonia. Estas luchas sirvieron de enganche a las organizaciones estadounidenses convocantes de la huelga del 8 de Marzo de 2017, que no se mencionan en el Argumentario, para dotarla de un carácter global. Y, prosigue: “Millones de mujeres de 70 países (…) nos contagiamos y ocupamos las calles”. Se contagiaron, ciertamente, porque quizás haya sido la huelga más mediática de la historia, desde los propios inicios de su preparación, lo cual no parece dar que pensar a las convocantes de esta nueva edición.

 

Crónica de la Asamblea General del pasado 27 de enero

 

Os recordamos que está disponible en la web la crónica de la Asamblea General, acto que tuvo lugar en Madrid el pasado 27 de enero.

Aparte de las comisiones técnicas de Organización y Comunicación, tras esta Asamblea se mantienen Formación y Feminismo, a las que se une Movimiento Obrero, que no llegó a arrancar en la etapa anterior. Sin embargo, tras la decisión por parte de la Asamblea de que el eje de clase marque la linea de trabajo político de este nuevo período, se ha optado por reunir las fuerzas existentes dentro de Movimiento Obrero, que parece la más indicada para la tarea. Así, entre sus responsabilidades quedarán campañas ya comenzadas, como la que ya se llevó a cabo contra la represión política de clase, y la recientemente iniciada en defensa de las pensiones públicas, pero también la tan postergada -y tan demandada por algunos- para elaborar un mapa de la moderna clase trabajadora. Tras las primeras reuniones ya celebradas de la nueva Coordinadora Estatal, en breve las comisiones comenzarán a marcar su propia agenda. Desde aquí os informaremos de los proyectos que abran e informaremos de cómo participar en ellos.

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