¿Fue Keynes un revolucionario en pensamiento y política económica? ¿Fue al menos radical en sus ideas? ¿O fue un reaccionario opuesto a los intereses de los trabajadores y un conservador en teoría económica? Ann Pettifor es una importante asesora económica de los líderes laboristas británicos más a la izquierda, Jeremy Corbyn y John McDonnell. Es directora de Prime Economics, consultora económica izquierdista y autora de varios libros, en particular el reciente The Production of Money. Y acaba de ganar en Alemania el premio Hannah Arendt de pensamiento político - por centrarse en "el impacto político y social del sistema actual de producción de dinero, operado fundamentalmente por los bancos a través de préstamos digitales" y como eficaz crítica de "la industria financiera global, que opera fuera del ámbito de la influencia política y del control democrático”.
Así que Ann Pettifor es indudablemente una luchadora contra la economía de la austeridad de la escuela neoclásica y una promotora de las medidas gubernamentales para restaurar los servicios públicos e impulsar la economía. Pero, para conseguir eso, se basa absolutamente en las teorías y políticas de JM Keynes y en el "keynesianismo". Recientemente publicó un breve artículo para el prestigioso Suplemento Literario del Times titulado Los infatigables esfuerzos de JM Keynes. El artículo es parte de Footnotes to Plato, una serie del suplemento online que evalúa las obras y legados de los grandes pensadores y filósofos.
En ese artículo, Pettifor compara el cambio en las reglas del juego provocado por las teorías de Keynes en economía con el descubrimiento de la evolución de Charles Darwin en la biología. En su opinión, Keynes "inventó" la macroeconomía, el estudio de las tendencias en las economías a nivel agregado, escapando de la sofocante obsesión neoclásica con la microeconomía (el estudio del valor y los mercados al nivel de la unidad individual). Ella está de acuerdo con la teoría del dinero de Keynes y con su explicación de las crisis en el capitalismo, causadas por "atesorar" dinero en lugar de gastarlo; y elogia su "internacionalismo" al pelear por instituciones financieras internacionales para controlar la especulación financiera y evitar la inestabilidad en el mercado capitalista. Termina expresando su preocupación porque las ideas y políticas de Keynes hayan sido traicionadas y rechazadas y haya habido un retorno al capitalismo "decadente", muy alejado de la edad de oro del período posterior a 1945, cuando las políticas keynesianas fueron aplicadas para hacer que el capitalismo funcionara de forma efectiva para todos. Concluye con el alegato de que "es hora de restaurar al revolucionario Keynes".
Bueno, me permito disentir sobre esta visión de Keynes y de las teorías y políticas keynesianas. Para empezar, se está exagerando al sugerir que las ideas de Keynes están a la par con las de Darwin. Sí, puede haber unos pocos creacionistas que den por hecho que Dios diseñó el mundo y sus seres vivos a su propia imagen y lo preservó en consecuencia. Pero ninguna persona sensata piensa que esto tiene alguna validez. La evidencia de que Darwin tenía razón acerca de la evolución de la vida es abrumadora. Pero ¿podemos afirmar que Keynes tuviera razón en general sobre las leyes del movimiento y las tendencias en la economía capitalista? No lo creo así -y trataré brevemente de demostrar por qué.
Para empezar, Pettifor se equivoca cuando dice que la "economía clásica" era la microeconomía tal y como la conocemos ahora. El uso del término "clásica" tal como lo utilizó Keynes agrupaba a todos los grandes economistas de principios del siglo XIX como Adam Smith, James Mill y David Ricardo y sus grandes estudios de las economías con las reaccionarias teorías marginalistas, subjetivistas y de equilibrio de la segunda mitad del siglo XIX de Jevons, Senior, Bohm-Bawerk, Walrus y Mises. Keynes rechazó a los primeros, mientras continuó aceptando la microeconomía de los segundos. Para los economistas clásicos del capitalismo de principios del siglo XIX no había distinción entre lo micro y lo macro. La tarea era analizar el movimiento y las tendencias en las "economías", y para ello una teoría del valor era una herramienta necesaria pero no un fin en sí misma.
La microeconomía se convirtió en un fin en sí misma como forma de combatir el peligroso devenir de la economía clásica hacia una teoría del valor que implicaba la explotación del trabajo y unas relaciones sociales conflictivas. Como consecuencia, la teoría laboral del valor fue reemplazada por la utilidad marginal de la compra por parte del consumidor. La "economía política" comenzó como un análisis de la naturaleza del capitalismo sobre una base "objetiva" por parte de los grandes economistas clásicos. Pero una vez que el capitalismo se convirtió en el modo de producción dominante en las principales economías y quedó claro que no era más que otra forma de explotación del trabajo (esta vez por el capital), la economía rápidamente se transformó para negar esa realidad. En su lugar, la economía dominante se convirtió en una apología del capitalismo, con un equilibrio general que sustituye a la competencia real, una utilidad marginal que sustituye a la teoría del valor trabajo, y la ley de Say reemplazando a las crisis.
La macroeconomía aparece en el siglo XX como una respuesta ante el fracaso de la producción capitalista; en particular, la gran depresión de los años treinta. Había que hacer algo. Keynes mantuvo la teoría marginalista de su mentor, Alfred Marshall, pero la hizo dinámica, más allá de la oferta y la demanda entre los consumidores individuales y los productores, hacia el agregado. La dominante economía "burguesa" ya no podía basarse en el reconfortante planteamiento de que la utilidad marginal confluiría con la productividad marginal para conseguir un equilibrio general de la oferta y la demanda y, por lo tanto, un camino de crecimiento armonioso y estable para la producción, la inversión, los ingresos y el empleo. La igualdad automática de la oferta y la demanda, la ley de Say, fue entonces cuestionada. Había que reconocer que el capitalismo estaba sujeto a períodos de auges y depresiones, a desequilibrios (¿permanentes?) y, por lo tanto, a crisis regulares. Y estas crisis debían ser abordadas -para poder ser 'manejadas'. Eso requirió un análisis macroeconómico. En cierto sentido, la economía burguesa debía hacer retroceder el reloj económico hasta la economía clásica -el estudio de las tendencias agregadas- pero sin volver a la "economía política", que reconocía que la economía trataba en realidad con las estructura y las relaciones sociales (explotación de clase) y no con la teoría de la "escasez" y con los "precios de mercado".
Contrariamente a lo que dice Pettifor, solo era apariencia el que la macroeconomía keynesiana hubiera hecho la magia de salvar al capitalismo. En la "edad de oro" del capitalismo posterior a 1948, el crecimiento económico era fuerte, el empleo total y los ingresos altos. Así que la (macro)economía podía aparentar que proporcionaba políticas para "gestionar" satisfactoriamente el capitalismo. Pero esto fue solo una ilusión momentánea. La edad de oro pronto perdió su brillo. Las teorías y las políticas keynesianas quedaron en evidencia con la primera recesión internacional simultánea de 1974-5, que fue seguida por la profunda depresión de 1980-2. Recordemos que estos importantes colapsos en la producción y en la inversión a nivel internacional tuvieron lugar durante el supuesto período de aplicación de las políticas keynesianas de gestión macroeconómica, según el relato de Pettifor.
Pettifor dice que las crisis de finales del siglo XX fueron el resultado de "la decisión de las autoridades públicas de todo el mundo de abandonar la regulación en la creación del crédito y la movilidad del capital después de los sesenta y principios de los setenta", en otras palabras, una falta de regulación sobre los temerarios banqueros. Pero la pregunta sin respuesta es: ¿por qué los estrategas del capital abandonaron la gestión y el control al estilo keynesiano y optaron por la desregulación, etc. si todo funcionaba tan bien en los cincuenta y en los sesenta? La razón por la que los gobiernos pro capitalistas viraron hacia el monetarismo y las políticas neoliberales fue que el keynesianismo había fracasado. Y fracasó en el aspecto más importante para el capitalismo: en mantener la rentabilidad del capital.
El gran cambio desde mediados de la década de los sesenta hasta principios de los ochenta fue un colapso en la rentabilidad del capital en las principales economías. Un colapso que llevó a una sucesión de depresiones en 1970, 1974 y luego en 1980-2. Esto es lo que provocó que los teóricos y legisladores capitalistas rompieran con Keynes. Los servicios públicos, el estado del bienestar, los buenos salarios y el pleno empleo eran de pronto algo que ya no "podíamos permitirnos" y, como dice Pettifor, el keynesianismo fue visto como "intervencionismo estatal, débil ante el gasto público deficitario". Pero todos estos cambios de política se produjeron después de la crisis de los setenta, mientras que antes el capital financiero estaba "regulado", las monedas "gestionadas", los sindicatos tenían derechos, el gobierno podía intervenir fiscalmente y había poca privatización. Fue el fracaso de la producción capitalista y la incapacidad de funcionamiento de las ideas keynesianas lo que causó el cambio en la teoría y la política, no al revés.
Sin embargo, arguye Pettifor, abandonar el keynesianismo fue un error de los "poderes fácticos" porque Keynes tenía todas las respuestas para evitar las crisis y hacer que las economías capitalistas siguieran funcionando. Keynes había desarrollado una "teoría revolucionaria" del dinero: su Teoría de la Preferencia por la Liquidez. Esta teoría explica que las crisis ocurren cuando los inversionistas o los tenedores de dinero no lo gastan, sino que lo atesoran. Lo hacen por diversas razones subjetivas -una falta de "espíritus animales", la pérdida de confianza en que un gasto o inversión proporcionará un rendimiento suficiente. Así que se acumula un excedente de dinero que no se gasta. La respuesta, afirma Pettifor, es que las autoridades monetarias intervengan y reduzcan el costo de los préstamos "imprimiendo" dinero, de modo que las tasas de interés de los préstamos caigan por debajo del rendimiento esperado de las inversiones. Esto animará a los atesoradores de dinero a invertir. Tales políticas son "consideradas todavía demasiado radicales para ser aceptables hoy día".
En su libro, La producción de dinero, Pettifor nos dice que "el dinero no es más que una promesa de pago" y que como "estamos creando dinero todo el tiempo haciendo estas promesas", el dinero es infinito y no está limitado en su producción, por lo que la sociedad puede imprimir todo el que quiera para invertir en las preferencias sociales sin consecuencias económicas adversas. Y a través del efecto multiplicador keynesiano, los ingresos y los empleos pueden expandirse. Y "no importa en qué invierta el dinero el gobierno, si al hacerlo crea empleo". El único problema es mantener el costo del dinero, la tasa de interés, lo más bajo posible, para asegurar la expansión del dinero (¿o es del crédito?) y así mantener avanzando a la economía capitalista. Por lo tanto, no hay necesidad de ningún cambio en el modo de producción con ánimo de lucro; tan solo hay que mantener el control de la máquina del dinero para garantizar un flujo infinito y todo marchará bien.
Bueno, el capitalismo es una economía monetaria, pero no es (solo) una economía monetaria. El dinero no puede crear más dinero si no se crea y se realiza nuevo valor. Y eso requiere el empleo y la explotación de la fuerza de trabajo. Marx dijo que era fetichismo el pensar que el dinero pueda crear más dinero del aire. Sin embargo, este tipo de keynesianismo parece pensar que se puede. Cuando los bancos centrales expanden la oferta monetaria imprimiendo dinero "fiduciario" o creando reservas bancarias (depósitos) -más recientemente con lo que se conoce como "expansión cuantitativa"- ello no expande el valor. Solo lo haría si este dinero se utilizara de manera productiva para aumentar los medios de producción o la fuerza laboral para aumentar la producción y aumentar así el valor.
Pero, tal y como Marx argumentó allá por la década de 1840 contra la "teoría cuantitativa del dinero", el mero hecho de expandir la oferta de dinero "fiduciario" no aumentará el valor y la producción, sino que con más probabilidad elevará los precios y, por lo tanto, devaluará la moneda nacional, y/o elevará los precios de los activos financieros. Esto último es lo que ha ocurrido principalmente en el reciente período de impresión de dinero. La "expansión cuantitativa" no ha terminado con la actual depresión global, sino que simplemente ha provocado nuevas especulaciones financieras. Esta versión de la economía keynesiana es, pues, difícilmente "revolucionaria" o "radical", ya que fue adoptada por todos los bancos centrales tras la Gran Recesión de 2008 y no ha logrado restaurar el crecimiento económico, la inversión productiva o los ingresos medios.
En realidad, durante la Gran Depresión de la década de 1930, mientras esta empeoraba, el propio Keynes llegó a prescindir de las soluciones monetarias para las depresiones y optó por el estímulo fiscal e incluso propuso la "socialización de la inversión", una política mucho más radical que la producción de más dinero. En su Tratado sobre el dinero, escrito en 1930 al comienzo de la Gran Depresión, Keynes argumentó que los bancos centrales tendrían que intervenir con lo que ahora llamamos "políticas monetarias no convencionales" diseñadas para reducir el costo de los préstamos y aumentar la liquidez suficiente para la inversión. Tratar solo de reducir la tasa de interés oficial no sería suficiente. Pero en 1936, después de cinco años más de depresión (similar al tiempo transcurrido desde la Gran Recesión ahora), Keynes se mostró menos convencido de que las "políticas monetarias no convencionales" funcionarán. En su famosa Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes fue más allá.
¿Por qué fracasó, según Keynes, la sola producción de más dinero? El problema fue que "ahora soy un escéptico respecto al éxito de una política puramente monetaria dirigida a influir sobre la tasa de interés… ya que probablemente las fluctuaciones en la estimación que haga el mercado de la eficiencia marginal de las diferentes clases de capital, calculadas en la forma descrita antes, serán demasiado grandes para contrarrestarlas con alguna modificación factible de la tasa de interés”. Y así, Keynes pasó a abogar por el gasto fiscal y la intervención estatal para complementar o estimular unas inversiones empresariales de por sí deficientes. Pettifor se ha aferrado a esa parte de las teorías y políticas keynesianas macro, la flexibilización monetaria, haciendo caso omiso al estímulo fiscal, y mucho menos a la política más radical de la "socialización de la inversión" (ni siquiera mencionada por Pettifor). Así, el relato de Pettifor sobre la economía de Keynes es de lo menos "revolucionario".
Segunda parte: "Keynes parte 2 - ¿internacionalista o nacionalista?"
por Michael Roberts, 14 de octubre de 2018
Traducción del EEC