La Comuna de París



El 18 de marzo de 1871 dio comienzo uno de los capítulos más esperanzadores y, al mismo tiempo dramáticos, en la historia de la Europa del siglo XIX. Fueron solo 72 días. Setenta y dos jornadas, desde el 18 de marzo hasta el 28 de mayo de 1871, cuyos hechos no debería olvidar la clase trabajadora y que todavía resuenan en el imaginario colectivo del siglo XXI. La Comuna de París ha sido considerada por un gran número de historiadores como la primera revolución social. Sea esto cierto o no, la Comuna de París fue el primer acontecimiento global en ser fotografiado y cuyo legado se extiende desde entonces hasta nuestros días. Su breve gobierno terminó en la denominada «Semana Sangrienta», siete días de una masacre brutal en la que, al menos, unos 30.000 parisinos fueron asesinados por las fuerzas del Gobierno Provisional de Thiers.

Para entender cómo surgió y cómo fue posible la proclamación de la Comuna de París debemos retrotraernos al comienzo de la segunda mitad del siglo XIX. En aquella época, París era la capital de un imperio a cuya cabeza estaba Napoleón III. La ciudad, caracterizada entonces por sus largas y anchas avenidas, sus opulentas tiendas y sus prestigiosos teatros de comedia y ópera, ocultaba, sin embargo, una enorme desigualdad social entre la clase burguesa industrial y una clase obrera cada vez más empobrecida. El 19 de julio de 1870, Napoleón III declaró la guerra a Prusia, lo que con el tiempo se mostraría como una gran torpeza y que tuvo su final el 1 de septiembre de 1870 en la conocida como «Batalla de Sedán». Durante la batalla, al ser conscientes de la gran superioridad de los ejércitos prusianos, el emperador Napoleón III y su general Patrice de Mac-Mahon se rindieron de forma incondicional. Ambos fueron hechos prisioneros y Napoleón III exigió al gobierno francés una declaración de paz que diese por finalizada la guerra franco-prusiana. Sus exigencias fueron completamente desatendidas, constituyéndose un Gobierno Republicano que continuó la guerra contra Prusia.  

La República fue proclamada el 4 de septiembre de 1870 cuando, a las dos de la madrugada, un gran número de manifestantes que rodeaban el «Palacio Bourbon» decide entrar en el edificio donde se estaba celebrando la Asamblea de Diputados. Esa misma noche, los delegados de la «Cámara Federal de las Sociedades Obreras» y los delegados de las diferentes secciones de la «Internacional» se reúnen en la «Corderie du Temple» (1) y redactan un mensaje dirigido al pueblo alemán:

«La Francia republicana te invita, en nombre de la justicia, a retirar tus ejércitos»

El movimiento de hombres y mujeres parisinos surgido a partir del día 4 de septiembre es consciente de que el Parlamento sigue lleno de burgueses, y para contrarrestar su influencia deciden organizarse por distritos y crear comités de vigilancia para controlar las alcaldías. Cada uno de esos comités elegirá a cuatro diputados y éstos formarán el Comité Central de los XX distritos de París. Este Comité redactará, unos días más tarde, una carta en la que recogen sus exigencias: proceder a la elección de alcaldes, tomar el control de la policía, declarar la libertad de prensa, así como las libertades de reunión y de asociación, expropiación de artículos de primera necesidad, y distribución de armas a todos los ciudadanos. Tan solo un día después de esta carta, el 18 de septiembre de 1870, el gobierno comunica a todos los parisinos que la ciudad está rodeada por el ejército prusiano.

A partir de este momento, el ejército prusiano comienza un sistemático bombardeo diario contra los barrios periféricos de París, donde comienza a escasear la comida y los recursos de higiene básicos. Durante el mes de enero de 1871, los habitantes de estos barrios comienzan a desplazarse hacia el centro de París, en un intento de huir de los bombardeos. Sin embargo, en su desesperada huida ignoran que allí también les espera el miedo, el hambre y la miseria. El ejército francés está completamente diezmado y el gobierno de la nación decide firmar, bajo la supervisión del ejército prusiano, la capitulación y realizar la convocatoria de unas nuevas elecciones para la Asamblea Nacional. La firma del armisticio, que lo protagonizarán Jules Favre por el lado francés y Bismarck por el lado prusiano, tiene lugar el 28 de enero de 1871, después de cinco meses de un durísimo asedio contra la ciudad y su población. Por ello no es de extrañar que, a ojos de la población parisina, el armisticio no fuese más que una capitulación vergonzosa.

A comienzos de febrero de 1871, la Asamblea Nacional, que desde hace un tiempo se reúne en Burdeos, se muestra favorable a concertar la paz declarándose nuevamente monárquica, y nombra a Thiers, conocido por su odio a las clases más bajas, como jefe del ejecutivo. Éste firma los preliminares de la paz el 26 de febrero de 1871, los cuales serán ratificados por la Asamblea Nacional el 1 de marzo. Estos preliminares conceden al ejército prusiano el derecho a entrar en París y a ocupar algunos de sus barrios. Esta firma y sus condiciones provocan un fuerte rechazo entre la población de París, especialmente entre la clase media y la clase obrera, que sufren desde hace meses la paralización de sus negocios y la ausencia de trabajo remunerado. No resulta extraño, pues, que muchos historiadores reconozcan que la causa principal de todo lo que sucedería en los días posteriores fuese el estado de ánimo de la población. Un estado de ánimo caracterizado por la decepción y las ansias de rebelión.

Al mismo tiempo que el gobierno de la nación firma y ratifica los mencionados preliminares de la paz, el pueblo de París aprueba los estatutos para la creación de un «Comité Central» en una reunión de la Asamblea General que tendrá lugar el 24 de febrero de 1871. Estos estatutos se ratificarán entre los días 3 y 4 de marzo y establecen que «el Comité Central debe velar por la ciudad, protegerla de las calamidades que le preparan en las sombras los partidarios de los príncipes, los generales de los golpes de estado, y los ambiciosos y desvergonzados de toda especie». Unos días antes, el 27 de febrero, la Guardia Nacional se hacía con 227 cañones y un gran número de ametralladoras del ejército francés.

A la vista de los acontecimientos, Thiers traslada la Asamblea Nacional a Versalles, y el 10 de marzo dirige un discurso a su gobierno en el que se lamenta de los agravios de la población de París contra los prusianos y propone retirar la paga a la Guardia Nacional, la cual ese mismo día se declara republicana en sus nuevos estatutos a nivel nacional. Unos días más tarde, Thiers ordena a las tropas regulares tomar París. Ordena, asimismo, retomar el control sobre los cañones y las ametralladoras. La Guardia Nacional se niega con energía. Se levantan barricadas en la mayoría de las calles céntricas de la ciudad. Los soldados desobedecen las órdenes de sus mandos superiores, mientras que los generales Lecomte y Clement Thomas son reconocidos y linchados por la multitud. Los comuneros toman los puntos clave de París excepto el Banco de Francia. Es el 18 de marzo de 1871. La Comuna acaba de nacer.

El primer acto del Comité Central tiene lugar el 21 de marzo, y entre los acuerdos tomados figura la voluntad de devolver al pueblo de París la posibilidad de elegir la composición de la Comuna, fijándose sus elecciones para el día 26 de marzo. Entre el resto de las decisiones tomadas se suspende la venta de objetos empeñados en el Monte de Piedad, prorrogándose por un mes más los vencimientos. También se adopta la decisión de impedir a los propietarios proceder al desalojo de los inquilinos.

Los miembros de la Internacional que participan de la revuelta tratan de dar al movimiento comunalista un programa, unas líneas directrices de las que hasta entonces carece. Para ello, durante la noche del 23 al 24 de marzo tiene lugar una reunión mixta entre la «Internacional» parisina y la «Cámara Federal de las Sociedades Obreras», adoptando un manifiesto entre ambas partes. Entre otras cosas, dicho manifiesto establece:

  • «La independencia de la Comuna es la garantía de un contrato cuyas cláusulas libremente debatidas harán cesar el antagonismo de las clases y asegurarán la igualdad social»
  • «... la organización del crédito, del cambio, de la asociación, a fin de asegurar al trabajador el valor integral de su trabajo».
  • «... la instrucción gratuita, laica y universal».
  • «... la organización municipal de los servicios de policía, fuerzas armadas, higiene...».

 


Tras la jornada electoral del 26 de marzo, la Comuna quedó compuesta por 80 miembros, 25 de ellos eran obreros. Los «internacionalistas» parisinos constituían un tercio del total. Entre ellos se encuentran algunos de los que habían organizado el movimiento obrero entre 1868 y 1870: Varlin, Theisz, Avrial, Assi, Langevin, Champy, Duval, Chalain... Frente a ellos, el resto era de tendencias muy diversas, abundando los «blanquistas», tanto puros como disidentes, etc... El panorama al que tiene que hacer frente la Comuna es realmente desolador. Unas 300.000 personas sin trabajo y sin recursos dependen para subsistir de la ayuda diaria de 1,5 francos de la que viven desde hace siete meses. De 600.000 obreros, solo 114.000 están ocupados, y al resto es preciso alimentarlos cada mañana.

La gestión recta y valerosa de los miembros de la «Internacional» y de las Sociedades Obreras parisinas, ajustándose a una clara doctrina económica y social, fue la que hizo posible que la Comuna pudiese hacer frente durante tanto tiempo a los ataques con que Thiers hostigó a París desde comienzos de abril. De esta forma, Varlin pasó a ocuparse de los abastecimientos y de la intendencia, Jourde de las finanzas, Theisz pasó a reorganizar un departamento de Correos completamente desmantelado, labor que realizó en tan solo 48 horas, Leo Frankel pasó a ocuparse de las labores relativas al intercambio y al trabajo y, según sus propias palabras, «del estudio de todas las reformas que hay que introducir en las relaciones de los trabajadores con sus patrones».

Es de destacar la importante labor que realizó Leo Frankel en este terreno. Frankel creó una comisión obrera de investigación, la cual tan solo pudo reunirse en dos ocasiones: los días 10 y 18 de mayo. El día 20 de abril, su departamento decretó la prohibición del trabajo nocturno de los panaderos, amenazando con confiscar todos los panes producidos a aquellos patrones que se saltasen la prohibición. Asimismo, Frankel solicitó información a los diferentes distritos que conformaban la Comuna sobre las ofertas y demandas de empleo existentes en cada uno de ellos para proceder a su organización. Frankel preparó el proyecto que liquidaba el Monte de Piedad, y el 27 de abril emitió un decreto por el que se impedían las multas y las retenciones sobre sueldos y salarios, al tiempo que se obligaba a todos los empresarios a restituir las multas que hubiesen impuesto desde el 18 de marzo. Además, se impuso a los empresarios la obligación de pagar un salario mínimo por jornada o por pieza. Respecto a la organización del trabajo de las mujeres en París, Frankel confió esa labor a Elisabeth Dimitrief (2)

Desde principios del mes de abril, las tropas gubernamentales, obedeciendo las órdenes dadas por Thiers, hostigaron fuertemente la ciudad de París. A finales de abril la situación comenzó a ser realmente crítica para la Comuna. Barrios como Notre-Dame, Moulineux y Belle Epine ya habían caído. Florens, uno de los jefes de la Guardia Nacional, había sido asesinado. Duval, otro de los jefes de la Guardia Nacional había sido apresado y fusilado. En Belle Epine, la población había sido masacrada mientras Thiers, desde Versalles y muy cínicamente, lanzaba el siguiente mensaje: «Deponed las armas y seremos clementes». Pero Thiers no solo pretende eliminar a la Comuna y a los comuneros físicamente, sino que, además, declara ante su gobierno, quiere eliminar su espíritu. Para ello propone dar un fuerte escarmiento: «Matarlos sin compasión».



El mes de mayo comienza con una Comuna muy debilitada, que había seguido perdiendo sus barrios frente a las tropas gubernamentales. Ya habían caído también El Trocadero, Montparnasse, los Campos Elíseos...con todas sus calles regadas de sangre comunera. Durante todo el mes se siguen produciendo matanzas de comuneros en los diferentes barrios y distritos que van cayendo en manos del gobierno. Se establecen controles policiales en los que se exige mostrar las manos a los parisinos que pasen por allí. Si las manos tienen muestras de haber realizado trabajos manuales, si las manos pertenecen a trabajadores, estos son fusilados al instante. El 21 de mayo las tropas de Thiers entraban en la ciudad, iniciándose así la que se conocería como «Semana Sangrienta», aquellos seis días en que los comuneros resistirían barricada a barricada y luchando cuerpo a cuerpo.  El 22 de mayo, Thiers se permite el lujo de dirigirse a su gobierno con un discurso que muestra claramente sus intenciones:

«El París de la Comuna no es más que un puñado de desalmados... yo seré despiadado; la expiación será completa y la justicia inflexible... Hemos alcanzado el objetivo. El orden, la justicia, la civilización obtuvieron al fin la victoria. El suelo está cubierto de sus cadáveres. Ese espectáculo horroroso servirá de lección».

El día 27 apenas quedaban focos aislados de resistencia. La mayor parte de las cargas de fusilería que se escuchaban eran de ejecuciones masivas. Las tropas de Mac Mahon no hacían distinción entre hombres, mujeres y niños.

El 28 de mayo de 1871 caía la Comuna, y daba comienzo un período de represión que se cebaría de forma brutal sobre sus defensores.

Varlin, el hombre de la «Internacional» fue reconocido y apresado. Durante su traslado para ser juzgado fue reconocido y el público burgués se ensañó a golpes con él. Llegó en tan mal estado a los Juzgados que para fusilarlo tuvieron que hacerlo en una silla. Una vez fusilado, su cadáver fue reventado a culatazos entre los aplausos del público.

Más de 38.000 prisioneros fueron recluidos en condiciones inhumanas. Muchos de ellos murieron de hambre, a consecuencia de los malos tratos o por enfermedades. La cifra oficial del gobierno de Versalles estimó que los comuneros fusilados fueron alrededor de 17.000. Sin embargo, otros historiadores más neutrales dan cifras realmente muy superiores. En los meses siguientes se pronunciaron penas de muerte, condenas a trabajos forzados en Guayana y deportaciones a Nueva Caledonia. Se estima que unos 10.000 parisienses se exiliaron en el extranjero o emigraron a otras provincias con ánimo de esconderse. Entre muertos y condenados, París perdió 100.000 habitantes, lo que suponía una séptima parte de su población masculina adulta. Entre mayo de 1871 y diciembre de 1874 los 24 consejos de guerra pronunciaron 13.450 condenas.

La burguesía nunca olvida. Y por esa misma razón, no solo mandó fusilar a quienes habían participado de la Comuna de París, sino que también buscó eliminar a quienes habían participado en la revolución de 1848. Entre las personas detenidas se apartaba especialmente a aquellas que tenían el pelo blanco, en la creencia de que también habrían participado en aquellos hechos de años anteriores.

París no podía ser defendido sin armar a su clase obrera, organizándola como una fuerza efectiva y adiestrando a sus hombres en la guerra misma. Pero París en armas era la Revolución en armas. El triunfo de París sobre el opresor prusiano hubiera sido el triunfo del obrero francés sobre el capitalista francés”.
(Manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores)
(30 de mayo de 1871)

Notas:

1) “Rue de la Corderie” es una calle en el barrio de Marais, en el III distrito de París. En el número 14 de dicha calle estaba la casa que, en 1869 acogía a la Federación Obrera animada por Eugéne Varlin. Fue allí donde los miembros del Comité Central de la Comuna redactaron el primer anuncio publicado el 17 de septiembre de 1870 en los muros de París, y donde decidieron el levantamiento que tendría lugar el 18 de marzo de 1871.

2) Elisabeth Dmitrieff fue una feminista nacida en Rusia y una figura importante de la Comuna de París. En 1868 viajó a Suiza y cofundó la sección rusa de la Primera Internacional. Delegada en Londres, conoció a Karl Marx, quien la envió en marzo de 1871, con 20 años de edad, a cubrir los eventos de la Comuna. Dmitrieff, finalmente, llegó a ser protagonista de esos hechos, fundando con Natalie Lemel la “Unión de Mujeres” el 11 de abril de 1871. Participó en el periódico socialista “La Cause du People”. Después de haberse enfrentado a las barricadas durante la Semana Sangrienta, viajó a Rusia. Allí se casó con un preso político para evitar que lo condenaran a la pena de muerte, y decidió seguirle en su exilio a Siberia, donde falleció. El Consejo Municipal del III distrito de París decidió darle su nombre a una pequeña plaza, entre la “Rue du Temple” y la “Rue du Turbigo”. La plaza “Elisabeth Dmitrieff” fue inaugurada el 8 de marzo de 2007.

 

Para saber más sobre la Comuna de París:

- Marx, Karl; La guerra civil en Francia

- Lissagaray, Prosper-Olivier; La Comuna de París, Ed. Txalaparta

- Michel, Louise; La Comuna de París, La Malatesta editorial

 


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