La fuerza de trabajo reproductiva, mercancía al alcance de poc@s (tener hijos, algo inalcanzable para much@s).



Durante los últimos años, el debate sobre lo que comúnmente se conoce como vientres de alquiler ha tomado fuerza en España. Con el nombre más políticamente correcto de gestación subrogada, estamos asistiendo a una proliferación de noticias, artículos y espacios en los medios masivos de comunicación sobre esta práctica que, de momento, no es legal en nuestro país. Hay incluso una Iniciativa Legislativa Popular en marcha, auspiciada por asociaciones que defienden su legalización, y el partido Ciudadanos acaba de presentar una propuesta de ley en el parlamento para su regulación1 ¿A qué se debe tanto ruido mediático en torno a este tema? Hay al menos tres poderosas razones. Primero, la demanda de gestación subrogada la compone un grupo privilegiado: individuos y familias de alto poder adquisitivo e influencia. Segundo, la gestación subrogada es, a nivel mundial, un negocio que rinde suculentos beneficios a las empresas de reproducción asistida y sus equipos médicos y legales. Tercero, los países que han sido hasta hace poco las mayores fábricas de bebés subrogados del mundo (caso de India, México, Camboya o Tailandia) han puesto en vigor leyes más restrictivas; de modo que para los demandantes españoles la búsqueda de madres subrogadas se restringe a países más cercanos como Rusia o Ucrania, que excluyen a las parejas homosexuales, o a los Estados Unidos, que las incluye, pero sus costes son mucho más elevados.2

 

En España, durante la dictadura franquista, las familias pudientes adictas al régimen conseguían mediante un método rápido y gratuito que las mujeres pobres parieran para ellos: les robaban sus bebés en el paritorio diciéndoles que habían muerto.3 A nivel mundial, fue en los años 70 cuando despegó el comercio de madres. Antes de que se desarrollara la técnica de la fertilización in vitro, la gestante subrogada era inseminada artificialmente con el esperma del varón de la “pareja de intención”, que es como se denomina a quienes alquilan vientres. Después, con los avances de la bio-tecnología, fue posible tanto obtener óvulos de donaciones, como que una pareja heterosexual pudiera encargar la fecundación en el laboratorio de sus propias células germinales -incluso en algunos casos eligiendo sexo- y contratar a una mujer para gestar el embrión, de manera que el hijo resultante llevase el mismo material genético que los padres de intención.4 Esto ha hecho mucho más atractiva la gestación subrogada.5

 

Que se trata de un comercio sumamente lucrativo es un hecho indiscutible, como también que la inmensa mayoría de mujeres que son contratadas para gestar, normalmente bajo la condición de haber tenido al menos un hijo sano y tener entre 20 y 35 años, siguen siendo las más pobres del mundo. Desde los años 70, los países del centro capitalista trasladaron las industrias a los países de la periferia, también la de bebés subrogados. Aquí tanto la mano de obra como los úteros son mercancías mucho más baratas. De ahí que, para estas mujeres, la posibilidad de obtener en nueve meses lo que no podrían ganar en años e incluso toda una vida de trabajo represente una oportunidad de salir de la miseria, aunque sea temporalmente, poder comprarse una casa o dar una educación a sus hijos. Dejemos aparte la explotación y los abusos, resultantes a veces en graves daños e incluso la muerte, que se han cometido con las madres subrogadas de estos países, que darían para llenar varios artículos a pesar de que es un tema debidamente tapado por las propias empresas que se lucran con este comercio. Digamos, para resumir, que las madres subrogadas son el último eslabón en la cadena de intereses y derechos a proteger en todo el proceso.

 

Con el fin de blanquear el estigma de mercantilización y explotación que pesa sobre la gestación subrogada, quienes abogan por su legalización ponen énfasis en que ésta ha de ser altruista, es decir, no lucrativa, que la gestante sólo reciba una “compensación” por las molestias que la gestación y el parto pueden generar, incluido el tener que dejar de trabajar por unos meses. En Grecia, país que atraviesa una aguda crisis económica, el gobierno de Syriza ha optado por incentivar el “turismo médico-reproductivo” bajo la cobertura de actividad no lucrativa. Otros países europeos que han legalizado la gestación subrogada, como el Reino Unido o Portugal recientemente, lo han hecho sobre este principio, que también incluye la propuesta de ley de Ciudadanos.6 Independientemente de que puedan darse casos de mujeres que se presten a gestar un hijo para parientes cercanas o amigas, la condición de altruismo restringe notablemente el número de candidatas, por lo que los acuerdos bajo cuerda (como en Grecia) o la fuga a países que abiertamente reconocen en sus leyes el carácter mercantil de la gestación subrogada (como en algunos Estados de Norteamérica, Ucrania y Rusia), continúan siendo los medios más extendidos para quienes pueden pagar por este servicio.

 

Quienes en España abogan por la legalización de la gestación subrogada “altruista” lo hacen apoyándose en los siguientes argumentos: no puede ser que haya niños atrapados en un limbo legal; las adopciones están cada día más difíciles en nuestro país; las mujeres infértiles tienen derecho a ser madres; los modelos de familia son hoy más diversos y para las parejas homosexuales masculinas es el único medio de tener descendencia; la mujer que se ofrece a gestar el hijo de otros realiza un acto de amor y se siente feliz de hacer felices a otras personas. De hecho, si se pone “gestación subrogada” en cualquier buscador de Internet, lo primero que aparecerá, aparte de las cientos de agencias dedicadas a este comercio, serán las noticias sobre lo contentas y realizadas que se sienten las madres subrogadas por haber podido ayudar a otras a alcanzar su sueño y las “experiencias maravillosas” que se derivan de esta relación. Pero, sobre todo, el argumento recurrente es el consabido de la libertad de elección: la mujer es libre de disponer de su cuerpo como quiera, como si la necesidad de vender la fuerza de trabajo reproductiva para subsistir o salir del atolladero no fuese en sí una forma de esclavitud.

 

Dejando aparte lo que esta poderosa publicidad esconde, hay un par de aspectos del discurso de los partidarios de la legalización que merece la pena resaltar. En primer lugar, enraizado en la secular creencia patriarcal -sostenida por Aristóteles y los Padres de la Iglesia- de que las mujeres somos meros receptáculos del único principio creador que es la semilla del varón, a la mujer que gesta para otros se la despoja de la condición de madre. En el idioma inglés persisten los vestigios de esta idea, ya que la expresión común es que las mujeres preñadas “portan” (carry o bear) al futuro bebé; es decir, la mujer no es gestante, sino “la portadora del embarazo”. Por supuesto, no hizo falta que la ciencia viniera a corroborarlo para saber que esta creencia es totalmente falsa. La gestación es un proceso activo en el que la mujer aporta todo su organismo, sus emociones y su inteligencia, aspectos que influyen sobremanera en el desarrollo del feto. Sin embargo, los y las liberales y posmodernas abogadas de la gestación subrogada siguen agarrándose a la pre-moderna idea de la gestante como simple vasija, reproduciendo de este modo la ideología patriarcal. Hace poco, una presentadora y empresaria, que contrató a una madre de alquiler por supuestos problemas ginecológicos, sostuvo a gritos durante un debate televisado que la mujer que parió a su hija no es la madre biológica, sino ella, ya que el embrión se formó a partir de su óvulo y el esperma de su marido.7 Error de bulto. Ella es, en todo caso, la progenitora y la madre sociológica; pero la madre biológica es la que ha gestado y parido a su bebé. Y en el socorrido repertorio de simplezas de que estas personas hacen gala, también salió a relucir que su gestante no es una mujer pobre, porque tiene varias carreras, como si no hubiese mujeres con estudios superiores e incluso idiomas que viven con el agua al cuello, tanto aquí como en el resto del mundo rico.

 

En segundo lugar, otro argumento esgrimido por quienes apoyan la legalización de la gestación subrogada en España es que hay más de ochocientas familias que han tenido que recurrir a otros países para ver realizado su sueño, con los costes añadidos y complicaciones legales que ello entraña, y las muchas más que podrían aspirar en el futuro a este procedimiento si fuese facilitado aquí.8 De nuevo, se alegan los derechos que asisten a estas personas. Partiendo de que tener hijos no es un derecho sino un hecho natural, somos muchísimas más, cientos de miles, las personas y parejas (heteros u homos) que no hemos podido tener hijos, no por problemas de infertilidad, sino porque nuestra vida fértil se nos ha ido por el sumidero del mercado laboral. Decía el líder de Ciudadanos en el Congreso “¿Quiénes somos nosotros para decirles a los demás que no pueden ser padres? Bueno, Albertito, a las trabajadoras nos lo decís bien claro cuando nos despedís por quedarnos preñadas. Para buena parte de los asalariados y asalariadas de este país, con empleos inestables y un futuro más que incierto, tener hijos se ha convertido en un privilegio. A nadie puede sorprender que España tenga uno de los niveles de natalidad más bajos del mundo, sólo ligeramente sostenido por la población inmigrante. Ni siquiera somos elegibles para adoptar a uno de los más de 30.000 niños que el Estado español permite que se pudran en los centros de acogida antes de entregarlos a familias dispuestas a darles cariño y protección.9 ¿Dónde queda nuestro supuesto derecho a la maternidad? ¿Por qué quienes abogan por los vientres de alquiler no lo hacen por la agilización de los trámites de adopción? Seguramente porque prefieren tener hijos que sean sangre de su sangre, pasando por alto que la madre de alquiler también aporta la suya. Incluso nos preguntamos si el excesivamente lento proceso de adopción, que en los últimos años se ha ralentizado aún más, no tiene que ver con la promoción del comercio de niños a través de la gestación subrogada.10

 

Mientras haya millones de mujeres pobres en el mundo, el capital sacará fruto de ellas explotando su fuerza de trabajo o su cuerpo mismo. Y no es sólo que las utilice para que gesten los hijos de la burguesía, sino que también las ordeña, literalmente. En Camboya, hay clínicas donde multitud de mujeres pobres acuden a amamantar a sus propios hijos y el personal sanitario recoge parte de esta leche en recipientes para suministrar a las empresas que se dedican a su comercialización en los países ricos, donde la demanda de leche materna aumenta día a día, no sólo por parte de quienes no pueden o no quieren lactar a sus recién nacidos, sino también de los fanáticos del fitness (mantenerse en forma), que ven en el jugo materno una especie de elixir de eterna salud.11

 

En las condiciones de inseguridad en que vive una parte importante de la población trabajadora en España, la legalización de la gestación subrogada, por mucho que se presente con el ropaje del altruismo para lavar conciencias, abrirá la veda para que no sólo se explote nuestra fuerza de trabajo, sino también nuestra capacidad reproductiva. Cuando se tiene uno o más hijos y se gana menos de 12.000 euros al año ¿dónde queda la libertad?

 

Agosto de 2017

 

2Luego están los problemas de inscripción en el Registro Civil español, como ocurre con los bebés subrogados nacidos en Ucrania. En este país se paga de 40 a 50.000 euros a la agencia, pero la gestante recibe bastante menos de los 8.000 que publicita la prensa ucraniana. En los Estados Unidos, la factura total puede subir a más de 120.000 euros, y lo que recibe la gestante es de 35 a 40.000 dólares, según las agencias: https://www.surrogacyamerica.com/become-surrogate-mother/surrogate-mother-compensation.

3Todavía hoy estos robos -que constituyen un crimen de lesa humanidad- siguen impunes, pese a las denuncias de las familias afectadas, en un país con un poder judicial heredero del franquismo.

4Esto no es posible para las parejas homosexuales masculinas, pero su poder adquisitivo les permite contratar los servicios de donantes de óvulos, gestantes, nodrizas y cuidadoras; todas las mujeres a su servicio. Véase el artículo de Patricia Merino, “Vosotras parís, nosotros decidimos”: https://www.pikaramagazine.com/2017/07/maternidad-subrogada-vosotras-paris-nosotros-decidimos/

5Tanto, que las celebrities, desde Nicole Kidman a Cristiano Ronaldo, que parecen padecer una epidemia de infertilidad, se han abonado a ella y publicitado sus buenos resultados en las revistas del corazón.

6En el Reino Unido se “compensa” a las madres altruistas con unas 15.000 libras. http://www.telegraph.co.uk/women/mother-tongue/11583545/How-to-have-a-baby-by-surrogate-in-the-UK.html

7 https://www.youtube.com/watch?v=_QgAKKVo2zo En Suecia, sin embargo, el parlamento prohibió todo tipo de gestación subrogada, en vista de los resultados de un minucioso informe encargado al respecto, aunque esto no se ha publicitado tanto: https://www.theguardian.com/commentisfree/2016/feb/25/surrogacy-sweden-ban

9A estas criaturas, al cumplir los 18, se les manda a la calle con 300 euros al mes. Véase el artículo “Por qué hay miles de niños en centros de acogida a la espera de una familia en España”: http://www.huffingtonpost.es/2016/06/13/bloqueo-adopciones_n_10162352.html

10Ya en 2014, entraban más niños en España por vientres de alquiler que mediante la adopción internacional: http://www.elmundo.es/solidaridad/2014/10/29/544dee1a22601d0b0e8b456c.html

11Las mujeres reciben 50 centavos por onza, que se vende en EE.UU a un precio ocho veces más alto. En el Reino Unido hay incluso helados y caramelos con sabor a leche materna. Y no faltan las famosillas que venden su leche por Internet a precios mucho más elevados que las mujeres camboyanas, por supuesto: 2,50 dólares la onza para las recién paridas y a 12,50 para los “fetichistas”: http://www.truthdig.com/report/item/an_example_of_capitalism_literally_milking_the_poor_20170419


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