El último intento golpista realizado tras el secuestro de una helicóptero por parte de un grupo de policías venezolanos ha significado un salto cualitativo dentro de la dinámica terrorista y sediciosa de los sectores fascistas de ese país.
El ataque desde dicho helicóptero al Ministerio del Interior y al Tribunal Supremo de Justicia en Caracas indica la naturaleza de ese conglomerado criminal al que llaman las cancillerías europeas y norteamericana “oposición democrática”.
Desde hace varios meses las protestas de esos sectores han provocado la muerte, por asesinato bajo las llamas de 7 jóvenes, la eliminación física de varios policías, que dirigentes populares y representantes institucionales hayan caído baleados a manos de esos asesinos y que una parte de los propios manifestantes hayan caído heridos o muertos consecuencia de su propio vandalismo salvaje.
Estos atentados incalificables se vienen realizando contra la institucionalidad de un gobierno legítimamente constituido. En cualquier país de esas “democracias” burguesas que condenan al gobierno venezolano, los actos terroristas habrían sido reprimidos y juzgados como se merecen. No caben más actitudes apocadas y pusilánimes frente al fascismo.
Independientemente del juicio que al Espacio de Encuentro Comunista (EEC) le merezca el balance de la llamada revolución bolivariana y, de forma más amplia, del llamado socialismo del siglo XXI, nada benevolente en ninguno de los casos , por la falta de radicalidad de los proyectos alcanzados, la naturaleza de los ataques recibidos desde las burguesías ligadas a los intereses oligárquicos e imperialistas nos conduce a declarar que los sectores populares y obreros venezolanos deben rechazar con toda su fuerza revolucionaria dichos ataques fascistas y que el gobierno del país debe apoyarse en esos sectores populares, antes que en los medios coercitivos del Estado, para aplastar a la reacción. Y ello ha de hacerse sin pactos entre sectores de las distintas burguesías y dentro de un enfrentamiento radical de clase contra clase.
¿Podemos imaginar las respectivas caras de Sánchez y Albares al conocer la liberación de Pablo González? A mí, ciertamente, me cuesta, al recordar su proceder en estos años, sí no olvidemos, años, de maltrato y abandono de un ciudadano de ...
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