¿Podemos imaginar las respectivas caras de Sánchez y Albares al conocer la liberación de Pablo González? A mí, ciertamente, me cuesta, al recordar su proceder en estos años, sí no olvidemos, años, de maltrato y abandono de un ciudadano de este Reino y, obviamente de esa llamada Unión Europea. Su clamoroso silencio, su tancredismo, es más que elocuente. Aunque, amigos, estemos preparados ante lo que se nos viene encima. Un anticipo: el miserable tratamiento dado por esos sedicentes medios de "referencia" al dar a conocer la noticia y en las horas inmediatas. Lo tópico pero evidente; recuperando la memoria de otros hechos, las comparaciones resultan odiosas. Aún salvando las derivadas de la precariedad, del maltrato, en definitiva, del miedo que puede agarrotar a los jóvenes periodistas, justificando la inacción; el reiterado silencio, el ninguneo de algo tan grave como las circunstancias que han rodeado el caso, han colmado de oprobio a medios y a profesionales establecidos, a esos tan bien estipendiados como contumaces prescriptores de "deontología profesional", "democracia", "estado de Derecho" y otras especies. Y, dale que dale, con el horror de Maduro en Venezuela . Y los éxitos patrios en la olimpiada parisien. Y no es cosa del calor. Miserables.
Carlos, militante del EEC, agosto de 2024