Un amigo y lector del blog me ha pedido en un comentario efectuado en una red social, con un cabreo del 15 (yo también), escribir sobre la última genialidad podemita consistente en oponer a su penúltimo invento - “la trama”- los “empresarios patrióticos”, especie de criatura imaginaria, de entidad similar a la de los hipogrifos.
A los amigos y a Hacienda conviene, por distintos motivos, hacerles caso. Así es que aquí me hallo, tratando de hilvanar un texto mínimamente más coherente que el argumentario político de la secta podemita. No será muy difícil, incluso intentándolo hacer mal a propósito.
Sobre la boludez de “la trama” he escrito recientemente, por lo que me remito a dicho texto. El caso es que, cuanto más desarrollan el concepto los del círculo morado, más se pierden en sus propios jardines y en su indigencia intelectual. Es lo que pasa cuando construyes la base -hipótesis- de tu edificio teórico con material de derribo y de mala calidad: que según avanzas en la construcción de los pisos, mayor es el riesgo de que caiga por su propia inconsistencia y te golpeen los cascotes en la cabeza.
Si “la trama” arranca del supuesto, omitido por falso, de que el Estado puede ser neutro en cuanto a los intereses que representa y defiende -algo completamente falso desde el momento en que todas las Constituciones de países capitalistas defienden la “libertad de empresa” o propiedad privada de los medios de producción. Y su desarrollo jurídico va dirigido a sustentar y proteger este principio- y que son las connivencias entre grandes empresas, políticos y partes del cuerpo administrativo del Estado y medios de comunicación las que manchan esa “ética impoluta” del Estado, lo de los “empresarios patrióticos”, antítesis de la trama, es la consecuencia del punto de arranque de un falsario.
Aducen los podemitas que el Ibex 35 es el principal culpable de todo esto y que, además, está vendiendo el país a fondos de inversión extranjeros. Sitúan, frente a ello, a los empresarios patriotas, los que, según este elenco de “pensadores” políticos, son los que crean el 80% del empleo.
No se pueden decir más estupideces de un modo más condensado.
No solo hacen un corte de mangas al hecho de que todo Estado es siempre el Estado de la clase dominante y que, por tanto, su naturaleza expresa unos intereses de clase determinados y ello no por corrupción sino por Constitución misma, sino que hacen tabla rasa de la internacionalización del capital, algo que viene sucediendo desde hace más de 150 años de un modo creciente.
Y esto, la internacionalización del capital, no sucede por ninguna desviación moral de los principios que rigen la economía y la política, sino porque en su desarrollo necesita, a la par que conquistar nuevos mercados, una mayor concentración, a la vez que una creciente financiarización de la economía. El propio reparto de papeles en la producción que otorga, de hecho, la UE a cada país, la interrelación de la economía europea y de ésta con el capitalismo norteamericano, explica muy bien lo que estoy diciendo, siempre dentro de un marco de relaciones centro-periferia, también dentro de los países centrales del capitalismo. En definitiva, dentro del escenario mundial capitalista, la economía española es también dependiente del capital extranjero, especialmente del que ostenta posiciones hegemónicas a nivel internacional. Todo esto no sucede por ninguna corrupción de las reglas de juego del sistema sino por las propias necesidades expansivas del capitalismo que, o se desarrolla y crece, o se viene abajo. Las formas en las que lo haga son secundarias. La corrupción, en todo caso, es una consecuencia de un sistema de dominación de clase dado, no algo que sea disfuncional al propio sistema. Pero, cuando se prefiere ocultar lo esencial y quedarse con la parte más llamativa es porque se está haciendo un juego de tahúres políticos que intentan salvar al sistema, dando a entender que las razones de lo que sucede no están en él sino en otro lado.
Hoy la difusión política se ha convertido en un manual de simplezas para dummies. El más demagogo, el que tiene menos escrúpulos para tratar a los receptores de sus contenidos como menores de edad mentales, es el que triunfa porque, ente otras cosas, ningún medio de comunicación del capital -todos- le va a enmendar la plana y a desmentir, dado que ese tipo de embustes salvan la base del capitalismo -la explotación- y lo legitiman, al dejarlo al margen de la crítica a sus propios fundamentos.
En cuanto a los “empresarios patrióticos” que, según esos “cráneos previlegiados” (“Luces de Bohemia”) podemitas, son los que crean el 80% del empleo, mientras que el Ibex35 en sus propias palabras “solo ocupa al 20%” de la población asalariada, me pregunto si les suenan los conceptos de “empleo indirecto” y de “empleo inducido”. Les sugiero que echen una mirada a las empresas que integran el Ibex35. El capitalismo es un sistema porque posee una organización en la que los elementos económicos y la actividad empresarial se encuentran entrelazados e integrados mucho más allá de lo directamente visible. Descontando a las empresas del Ibex35 que son entidades financieras (8 de las 34 actuales), las de tipo industrial y de servicios generan a su alrededor múltiples actividades industriales y de servicios, bien como empleos indirectos (en empresas proveedoras de equipos y de materiales, subcontratas, proveedores de uniformes para la misma, empresas de seguridad, caterings, mantenimiento, etc., etc.), bien como empleos inducidos: actividades y empresas que surgen a su alrededor, aunque no mantengan un vínculo contractual con dichas grandes compañías. Se encuentran en el entorno físico más o menos próximo a las mismas, dado que sus empleados no suelen vivir demasiado lejos de ellas (restauración, alimentación, bebidas, sectores ligados al ocio, consumo en general, etc.).
Quede claro que no estoy defendiendo ninguna tesis de un “capitalismo nutricio” (grandes empresas) frente a otro menos “proveedor”. El capitalismo es un sistema de relaciones entre empresas y de relaciones sociales de producción que conlleva una estructura de dominación de clase, ya sea “internacional”, “patriótico” o mediopensionista. Y sobre él se edifica la explotación de una clase social por otra. Simplemente estoy desmontando la tesis de que haya un capitalismo que cree tal porcentaje de empleo por sí mismo, tal y como sostienen estos defensores del “empresario patriótico”.
Por otro lado, al capitalista “patriota” no le tiembla la mano al sustituir mano de obra por tecnología, al aprovecharse de los nuevos sistemas de contratación, cada vez más precarios, al incrementar sus beneficios sobreexplotando a plantillas de trabajadores cada vez más reducidas, al exigir el cumplimiento de horas “extraordinarias” no remuneradas, al pagar salarios cada vez más bajos, exactamente igual a como lo hace la gran empresa del Ibex, o incluso peor, porque en muchas pymes la posibilidad de reivindicar, sindicarse o hacer huelga es aún menor que en las grandes, precisamente por la menor capacidad de presión de sus empleados.
No quiero dejar pasar el tufillo fascista que tiene la expresión “empresario patriota”, aunque pasado por las influencias teóricas de Laclau. Pero se me dirá: “Laclau no era un fascista”. A lo que es muy fácil responder: “Era un peronista”. Y Perón tenía una concepción fascista, organicista y corporativista del Estado y de la estructura social. Un planteamiento que tomó del propio Mussolini. No en vano, ambos salían al balcón de sus correspondientes residencias presidenciales a recibir los baños de masas que les rendían las entidades gremiales de empresarios y trabajadores creados por sus sistemas políticos para integrar en un “abrazo” nacional la conciliación de clases en formato “patriótico”. Espero que no me venga ningún listo a decir que el concepto de “empresario patriótico” ha sido recogido del pensamiento político bolivariano porque las reminiscencias del mismo son anteriores y lo bolivariano no bebe siempre de las mejores tradiciones ideológicas del movimiento obrero.
Seguramente Marine Le Pen no estaba informada de la apelación podemita a los “empresarios patrióticos” cuando afirmó que "Podemos existe porque en España no hay un Frente Nacional". Si hubiera conocido esta nueva propuesta podemita se habría dado cuenta que en España sí que hay un Frente Nacional, solo que se llama de otro modo.
Quiero hacer un pequeño aparte en el análisis de esta tontuna de “la trama” y del “empresariado patriótico” para referirme al modo en el que Podemos introduce la perspectiva de género en todo ello, no así la de clase...trabajadora, porque la burguesa ya la ha metido hasta la cocina.
Afirma Pablo Iglesias que es el momento de abanderar "una patria plurinacional con quienes de verdad trabajan aquí, la mediana y pequeña empresa y las mujeres".
Ese modo de meter a las mujeres en la macedonia con “empresarios patrióticos”, la “trama” y las “pymes” suena a un electoralismo que tira para atrás, según desvela, a su pesar, la dirección de Podemos: “Las mujeres que están consiguiendo marcar las elecciones, como ha pasado en Austria y Holanda" ¡Vamos, que no es cosa de olvidarse de esa franja del electorado tan numerosa! Pero que aludan tan directamente a la perspectiva de género me hace pensar que se han apuntado a la corriente feminista dominante, la burguesa, esa que hace tanto hincapié en la falta de presencia de las mujeres en los Consejos de Administración de las grandes corporaciones, como si la emancipación del género humano, y específicamente de la mujer trabajadora, de la explotación pasara por sustituir a empresarios por empresarias. No es muy explícito Podemos al respecto pero, cuando afirma que “sólo entre el 1% y el 3% del patrimonio está en manos de las mujeres”, da la impresión de que habla más bien de la propiedad del capital, y de su distribución por sexos, que de los bienes de los habitantes del país en general.
Ironizando ligeramente diré que quizá Ramón Espinar (hijo) asistió, acompañado por la gran activista de la pista anticapitalista, Lorena Ruiz Huerta, al acto del Foro de Nueva Economía (del que forman parte numerosos grandes empresarios), en el Hotel Ritz, en el que hablaba Carmena -la de “Tranquilos, yo no soy comunista” y de “No podemos tener un Madrid tercermundista de 'okupas', de gente sin derechos, de gente que resuelva sus problemas en contra de la ley”- , como embajador podemita de buena voluntad a buscar a los “empresarios patrióticos”.
Al fin y al cabo, tiempo atrás su mesías y ser de luz, Pablo Iglesias, le precedió en el mismo foro. Y es que los dos saben dónde hay que ir cuando les llaman sus amos: donde está el auténtico poder, en la "economía de libre mercado". Y lo demás..."teatro, puro teatro"
por Marat