Tras el éxito del 17M, clarifiquemos posiciones en la lucha en defensa de nuestras pensiones



Las manifestaciones en defensa de las pensiones públicas del sábado 17 de marzo han sido un éxito clamoroso y rotundo.

Ni el gobierno actual del capital ni los sindicatos del régimen (CCOO y UGT) van a poder olvidar a partir de ahora la extraordinaria fuerza y determinación de lucha de un movimiento que se gestó y se ha organizado al margen de intentos de componendas y de juegos de poder, influencia y pasteleos ajenos a los intereses de los pensionistas.

El ejemplo de centenares de miles de pensionistas y de trabajadores en activo demandando unas pensiones dignas y su garantía por parte del Estado no podrá ser ignorado porque el movimiento va a continuar fortaleciéndose.

Los intentos de CCOO y UGT de hacerse con la dirección de un movimiento en defensa de las pensiones que no nació de ellos han fracasado. La inmensa riada humana en manifestaciones como las de Bilbao (115.000 personas), Madrid (manifestación de la tarde, convocada por la Coordinadora...más de 100.000 jubilados y trabajadores en activo) y los de Barcelona (más de 30.000 asistentes, según la guardia urbana, más de 100.000 según los convocantes) demuestran que el órdago divisionista de los sindicatos de la concertación social ha fracasado en su intento de imponerse sobre las movilizaciones impulsadas por la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones. La voluntad de ambos sindicatos de instrumentalizarlo para lograr, a cambio de desnaturalizar sus objetivos, el sostenimiento de sus estructuras burocráticas, fracasará también si nuestras reivindicaciones son claras y desbordan su limitado planteamiento de hacer bandera de la actualización de las pensiones de acuerdo al IPC.

La división de la clase trabajadora en general y de los pensionistas en particular no es positiva para los intereses de nuestra clase. Así lo han comprendido tanto quienes han acudido a las notables manifestaciones de dichos sindicatos como a las impresionantes de la Coordinadora por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, de la Plataforma de Asociaciones de Jubilados, Viudas y Pensionistas de Bizkaia y de otras formas de autoorganización de las que se ha dotado este movimiento de clase en diferentes puntos de España. Necesitamos de toda la fuerza unitaria para derrotar al gobierno actual y a sus reformas contra las pensiones, así como a las medidas que, en su día aprobaron anteriores gobiernos tanto del PSOE como del PP.

Pero, desde luego, ni la unidad del movimiento de pensionistas ni la defensa de las pensiones públicas puede pasar por imponer el Pacto de Toledo como marco de juego para negociar migaja alguna con el gobierno, cuando sabemos que dicho Pacto fue el origen de la situación en la que hoy están nuestras pensiones. Tampoco debemos conformarnos con la derogación de la última reforma de las pensiones de 2013, como pretenden CCOO y UGT, cuando ambos sindicatos firmaron la práctica totalidad de las anteriores, tal y como demostramos desde el Espacio de Encuentro Comunista (EEC) en un anterior comunicado. Es algo que tanto en las manifestaciones, no solo de Barcelona, sino en otras de las realizadas este sábado pasado, se les ha recordado en las pancartas y en comunicados y panfletos.

Domiciano Sandoval, portavoz de Maréa Pensionista en Cataluña y miembro a su vez de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, lo dejaba meridianamente claro: Los pensionistas no están representados en el Pacto de Toledo. Lo que está pasando es un herencia envenenada del Pacto de Toledo. El Pacto de Toledo es el dardo envenenado que nos ha llevado a esta situación

Tampoco queremos dejar de denunciar el intento de desclasar lo que no puede ser desclasado porque tanto los salarios (directos), como las pensiones (salario diferido) nacen del trabajo y/o de su vinculación al salario y a las retribuciones de los llamados autónomos dependientes y falsos autónomos, que son también trabajadores. El intento de los sectores burgueses de la Plataforma 8M y de los colectivos vinculados a George Soros, como el grupo de No Somos Delito, de transversalizar socialmente lo que no puede ser transversalizado, porque forma parte del antagonismo trabajo-capital, o de meter de pegote su tabla reivindicativa ajena a la lucha de los pensionistas, debe ser rechazado. En este sentido, los nuevos gritos de “sin banderas” del viejo ciudadanismo que representó el 15M deben ser contestados con el libre ejercicio de que cada uno lleve la bandera de organización de clase que desee, dejando claro que no permitiremos que ningún pequeñoburgués nos diga qué podemos o no podemos llevar a las protestas de nuestra clase, de la que ellos no forman parte, la trabajadora. Y a la que sí pertenecen el conjunto de los sindicatos de clase, a pesar de que algunos de ellos en ocasiones den pábulo a esos “inclusivos” interclasistas.

Alguien poco sospechoso de ser un revolucionario como Juan Francisco Martín Seco, pero que sí es un socialdemócrata honesto (rara avis en estos tiempos que corren), que de 1984 a 1987 fue Secretario de Estado de Hacienda y que en febrero de 1987 dejó el cargo por discrepancias con el gobierno de Felipe González, abandonando 3 años más tarde el PSOE, afirma en un artículo reciente lo siguiente: (…) si realmente se pretende resolver la cuestión, hay que rescatar las pensiones del estrecho campo al que las confinó el Pacto de Toledo con la separación de fuentes y de su exclusiva financiación mediante cotizaciones sociales. En ese marco no hay salida posible, ya que entran en funcionamiento todos esos condicionantes de la pirámide de población, del empleo, de los salarios, e incluso de la presión de los empresarios y la permisividad de algunas fuerzas políticas acerca de la reducción de las cotizaciones sociales, alegando como excusa que se trata de un impuesto al trabajo.”

Desde el EEC venimos defendiendo desde hace tiempo también que la defensa de las pensiones públicas requiere:

  • El rechazo al Pacto de Toledo, a su separación de fuentes y a su apoyo con desgravaciones fiscales a los fondos privados de pensiones.

  • Pensión mínima igual al salario mínimo (1084 euros) y revalorización según IPC

  • Derogación de las dos últimas reformas de las pensiones: la del PSOE (2011) y la del PP (2013).

  • Jubilación ordinaria a los 65 años

  • La superación de la doble fuente de financiación de las pensiones contributivas (a las que se hace depender de las cotizaciones sociales), por un lado, y de las no contributivas (que dependen de los Presupuestos Generales del Estado, PGE)

  • La unificación de ambas fuentes en una sola, vinculándola a los PGE, del mismo modo que se hace con la enseñanza y la sanidad, pues la garantía de los derechos históricos conquistados por la clase trabajadora a través de sus luchas es responsabilidad del Estado.

  • El incremento de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y de los impuestos a los empresarios y grandes fortunas, pues ha sido nuestro trabajo a lo largo de nuestras vidas lo que ha hecho posible sus beneficios empresariales. La explotación laboral del trabajador y la sobreexplotación del mismo es la base de la plusvalía en la que se asienta la ganancia del capital.

 

Junto a ello, consideramos fundamental que a la lucha de los pensionistas se una la demanda de unos salarios dignos y de un empleo estable, porque sin ambos nuestras cotizaciones como trabajadores solo darán lugar a futuras pensiones de miseria, aún menores que las actuales.

Como no se hace es con un brindis al sol, como la propuesta de blindar las pensiones en la Constitución cuando sabemos que ésta es papel mojado, lo que se ha demostrado en cuestiones como el derecho al trabajo y a la vivienda, y lo que ha venido a sancionar con rango de ley superior el artículo 135 de la misma, que establece la superioridad del compromiso con el pago de la deuda sobre los derechos sociales. Los hechos que hablen por sí solos: el gasto público en los PGE y una redistribución del mismo que no vaya destinada a rescatar bancos, autopistas o a incrementar en el doble las partidas destinadas a armamento; eso es lo que debemos imponer como clase. Para ello necesitamos, más que nunca, organizarnos de modo independiente como clase, al margen de los intereses de otras, en defensa de nuestras necesidades y objetivos. Defendiendo también nuestra independencia no solo frente al sindicalismo de Pacto Social, que tantas veces nos ha traicionado, sino frente al viejo (PSOE) y al nuevo (Podemos) reformismo político que han hecho lo propio y que ahora, en su competencia por imponerse dentro del espectro de los “progres”, estarán dispuestos a vender como conquista cualquier hueso que el capital les tire desde su mesa, lo que explica tanta insistencia en hacer de la vinculación de las pensiones al IPC, necesaria pero mucho menos que insuficiente, su reivindicación estrella.

 


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