Coronavirus, crisis y clase social



Pocos lo recordarán ya, pero en febrero del año 2010 apareció una campaña “ciudadana” llamada “Esto solo lo arreglamos entre todos”1 en la que personajes públicos y “emprendedores” desconocidos lanzaban la idea de que se podía salir de la crisis (que en aquel momento duraba ya dos años) a base de optimismo y ganas de trabajar. Aunque la campaña “ciudadana” era una creación de marketing promovida por las Cámaras de Comercio y las grandes empresas, lo importante de la iniciativa era que el mensaje aparentara ser neutro o en interés “de todos”, para lo cual era necesaria la participación entusiasta de unos cuantos progres de buen corazón, seguramente animados por el hecho de que la crisis todavía estuviera bajo la gestión de un PSOE con ZP aún en modo “talante”.

Después vendrían la escalada continua del paro y los EREs, las reformas laborales y de pensiones de Zapatero, el disparo de los desahucios, la presión de la deuda y el abandono por parte de la UE, la reforma exprés de la Constitución pactada por PSOE y PP, la reforma laboral de Rajoy, la subida del IVA, los recortes públicos y la amortización de plazas, el copago farmaceutico, la supresión de la extra a los funcionarios, el encarecimiento prohibitivo de la educación superior, las privatizaciones, etc. Todo esto fue imprescindible para que a partir de 2013 los beneficios empresariales comenzaran a remontar tímidamente, lo que permitió una lenta disminución del desempleo. La recuperación posterior, en línea con un comportamiento similar de la economía internacional, ha sido tan débil que el mantenimiento de la creación de empleo ha requerido de la continua contención de los salarios y del machaque de las condiciones laborales. Al final la tozuda realidad de la lógica del modo de producción capitalista nos acabó demostrando que las crisis capitalistas no las “arreglamos entre todos”, sino que cada persona aporta a ese “arreglo” en función de la clase a la que pertenece. Así, es necesario el incremento de la explotación de la clase que produce (la clase trabajadora) para que la clase que dispone de los medios de producción prevea una tasa de beneficio tal que le anime a invertir2.

Ahora, justo diez años más tarde, oímos a Pedro Sánchez decir que “este virus lo pararemos unidos”3, y no podemos por menos que echarnos a temblar.

 

Coronavirus

 

No vamos a hablar aquí de la pandemia covid-19 en términos médicos ni vamos a cuestionar la necesidad de tomar medidas para erradicarla. Tampoco vamos a alimentar ninguna visión conspiranoica sobre supuestos orígenes o fines de la misma. Simplemente vamos a dar por hecho que una enfermedad con una virulencia determinada se ha diseminado a nivel global, y que la necesidad de combatirla va a requerir de la toma de unas decisiones médico-técnicas y de otras con las que intentar controlar los importantes efectos económicos y sociales, ya sean inmediatos o previsibles en un futuro cercano. Que el virus no entiende de ideologías, eso está claro, pero los humanos que intentarán dirigir los efectos económicos y sociales sí que lo hacen, y afirmamos que esos objetivos y los motivos a los que obedecen pueden y deben ser analizados, algo que solo entendemos: a) bajo el prisma de la lógica del capital que guía lo que se puede y lo que no se puede hacer en el capitalismo; y b) con un enfoque de clase. No entrar en ese análisis o hacerlo en otros términos sería dejarnos atrapar por la trampa ciudadanista que hemos expuesto en la introducción. Es probable que en una sociedad socialista, planificada y democrática, una enfermedad como esta limitara sus repercusiones a los aspectos médico y humano4, pero en un modo de producción como el capitalista, sustentado en el beneficio privado del capital y que hace gala de estar regido por “la mano invisible” del mercado (Adam Smith) o guiado por los “espíritus animales” de Keynes, los efectos pueden derivar hacia la crisis más descontrolada, con todo el dramatismo de larga duración del desempleo y la miseria.

No se trata de realizar un análisis sesgado, sino de entrar a discutir el tema con rigor y con perspectiva de clase, de nuestra clase. De hecho, entendemos que la reacción de clase saltó en primer lugar -de forma mucho más organizada y agresiva- desde el bando del capital personificado en la patronal, la cual ha tenido claro desde el primer momento lo que se estaba jugando en el asunto y ha puesto toda la carne en el asador. Desde el 27 de febrero -cuando se hizo evidente la repercusión que iba a tener la todavía epidemia en nuestro país- hasta el 9 de marzo -cuando los sindicatos se animaron a intervenir- los periódicos no dejaron de reflejar el pulso entre las declaraciones improvisadas de un gobierno sin criterio definido y el machaque de una patronal cuyo objetivo era, primero ocultar la gravedad de la situación y, después, no pagar ni un euro en lo que estaba por venir. En ningún momento hablaron de salud pública, sino de su dinero, y ello no les cerró las puertas de los despachos de un ejecutivo que ahora, cuando tiene que decirle a la cara a los que le han votado que lo van a pasar mal, dice actuar ajeno a ideologías.

Tampoco pensamos que abordar ya este análisis por nuestra parte sea una propuesta a destiempo. En estos momentos todos estamos preocupados por nuestros seres queridos, amigos y compañeros, y colaboramos para frenar la enfermedad o paliar sus efectos, ya sean los físicos o los derivados de las consecuencias económicas y sociales. Y nadie más inmediatamente afectado en estos momentos que los trabajadores y trabajadoras. Son trabajador@s los integrantes de los servicios médicos y de emergencias que suplen con su profesionalidad y entrega la falta de medios y personal provocadas por la necesidad de incrementar los beneficios en la última década. Son trabajador@s los que se encuentran de la noche a la mañana con el problema de atender simultáneamente a los hijos, a los mayores y el trabajo. Son trabajador@s y no locos todos los que se empeñan en utilizar el transporte público cada mañana porque tienen que ir a trabajar por obligación legal y porque tienen que llevar dinero a casa. Son trabajador@s con contratos precarios quienes se están quedando sin empleo de un día para otro cuando su centro de trabajo cierra por falta de actividad o por la decisión de un legislador que facilitó su precariedad y no tiene en cuenta el protegerle a la hora de paralizar actividades.

 

Crisis

 

Lo peor es que no estamos hablando de un problema de unas semanas. La pandemia de coronavirus ha estallado tras un prolongado período de estancamiento de la economía mundial en general, y de la española en particular5. No es necesario ser un economista marxista para advertir de la debilidad y de la dependencia de la deuda sobre la que se ha construido lo que ahora llaman recuperación. En esta situación no es correcto hablar de la previsible crisis del coronavirus, sino de la previsible crisis capitalista que está siendo precipitada -en esta ocasión- por la aparición de una pandemia.

La situación en España es aún más insegura, dado que el capital español está especializado en sectores poco productivos con una alta dependencia de mano de obra poco cualificada, y en muchos casos estacional. En los últimos años ha crecido su dependencia del turismo como consecuencia de una situación internacional que jugaba en contra de sus competidores directos. El otro puntal del crecimiento ha sido, desde el inicio de la recuperación del empleo en 2013, el despegue del consumo interno. Si ambos factores pueden parecer poco sólidos y con un recorrido muy limitado, la irrupción de una pandemia global puede acabar con ambos de raíz. El gobierno, la patronal y los sindicatos de concertación lo están apostando todo a que el motor se puede parar durante unas semanas y volver a ponerlo en marcha después.

La Unión Europea también se lo juega todo a esta carta. Un plan de choque pan-europeo con la esperanza de atajar la extensión del virus en unas semanas, y una liberación de miles de millones a las empresas para mantener con vida a las que tengan problemas para aguantar. Con objeto de liberar los fondos necesarios, autoriza a los gobiernos a saltarse temporalmente los límites de déficit, unos límites que hasta ahora habían sido intocables a efectos de aliviar los efectos sociales de los diez años de crisis y estancamiento.

Pero el capitalismo no funciona así. Si paras el motor no hay ninguna garantía de que después arranque a voluntad. En estas semanas muchos trabajadores en Europa con contratos temporales, autónomos y falsos autónomos se van a quedar sin trabajo, muchos asalariados pueden postergar decisiones de compra por prudencia, los empresarios pueden optar por no invertir ante unos beneficios inciertos, etc. Las empresas más débiles o que han visto su negocio cercenado (como las de transporte y turismo) pueden quebrar o hacer ajustes de plantilla. Las empresas que estaban viviendo de contraer deuda6, pueden ver que se les cierra el grifo de la financiación si los prestamistas se vuelven cautos. Es muy fácil que la situación se precipite en una crisis declarada, imparable y de alcance impredecible.

 

Clases sociales

 

La trabajadores y trabajadoras nos enfrentamos así con dos escenarios que nos afectan de forma específica como clase. Esta especificidad justifica el que hagamos una lectura propia de ambos escenarios, que los analicemos, discutamos y que nos enfrentemos a ellos con unos criterios y una organización propios, y no como comparsa en una falsa unidad de los intereses de “todos”, de los “ciudadanos”, o de la urgencia “del momento”. Este texto no es ese análisis, sino el que pone sobre la mesa la necesidad de abordarlo y estar alerta.

El primer escenario atañe a la gestión de la pandemia y a las consecuencias inmediatas de las medidas laborales, sociales y económicas que se toman en caliente ante ella. En el segundo escenario queremos reflejar la necesidad de prever que se desencadene una crisis abierta de impacto similar a la de 2007.

Así, en lo referente a la gestión de la pandemia y las medidas que se han puesto en marcha ante ella.

  • Hay que denunciar el carácter criminal de los recortes en que se ha basado la salida de la crisis capitalista de 2007. Todos hemos sufrido en persona o en la familia el lento deterioro de la sanidad pública, pero es en momentos como estos cuando se pone en evidencia el daño que han hecho en el sistema público de salud7 y lo dependientes que somos de él la clase trabajadora.

  • La respuesta de muchas administraciones públicas ha sido de dejación de funciones en los temas que les ha interesado, cerrando de un día para otro servicios sociales públicos sin dar alternativas en aquellos casos en los que la situación de sus usuarios o familiares -en su inmensa mayoría trabajadores- lo demandase. La reacción es más propia del cierre de un servicio público que no se desea mantener que de una acción preventiva.

  • Los empresarios han conseguido eludir cualquier coste o compromiso durante la duración de la pandemia. El capital ha hecho que el gobierno cambie de parecer en una semana, creando una legislación a medida para que el pago íntegro de las bajas de los trabajadores afectados corran a costa de todos.

  • También han conseguido los empresarios evitar cualquier formalización de nuevos deberes, como la regulación del trabajo a distancia. La gente ha sido enviada a su casa a dedo, sin ningún acuerdo por escrito y sin medios concretos. En busca de la máxima flexibilidad, su objetivo es no sentar precedentes que les aten en el futuro.

  • Han logrado también una lluvia de beneficios fiscales o aplazamientos de pago no sujetos a resultados ni a condiciones realmente vinculantes8.

  • Por último, y quizás lo más importante, las organizaciones patronales junto a los sindicatos de concertación demandan el recurso a un nuevo tipo de ERTE exprés para cualquier empresa que alegue un descenso en la actividad achacado al covid-19 9. A falta de conocer los detalles en los próximos días, la intención es que los empresarios eludan el pago del salario o de las prestaciones de los afectados, que serían cargados una vez más a la cuentas públicas o a la caja de la Seguridad Social. Los sindicatos se pliegan por completo a la lógica del capital y, dando los ERTE por seguros, solo piden que no requieran ni consuman del período de paro del afectado.

  • Nunca olvidemos que cientos de miles de trabajadores tienen tipos de contrato con los que al empresario le basta con decir “mañana no vengas”, sin más implicaciones.

 

También deberiamos incluir en este primer apartado lo que ya es una realidad, independientemente de que se termine desarrollando una crisis económica: las cuentas de la lechera del gobierno de coalición PSOE-UP se han terminado. La propuesta utópica de unos presupuestos sociales gracias a los impuestos generados por un capitalismo en crecimiento controlado ha terminado definitivamente tres meses después de llegar al “poder” y va a ser reemplazada en breve por el “dé usted gracias si conserva su puesto de trabajo”. Posiblemente no sea la manera óptima con la que el capital hubiera querido suprimir esta molestia -que nunca fue una amenaza real-, pero el hecho es que el gobierno progre se va a ver obligado -una vez más- a hacer el trabajo más sucio para el capital.

 

En lo referente a las consecuencias a largo plazo y, especialmente, al desencadenamiento de una posible crisis capitalista internacional, debemos tener en cuenta que en momentos de crisis el único objetivo es la recuperación de los beneficios del capital.

  • La nueva crisis llegaría sobre los restos de la anterior. Si en los últimos años, con una supuesta recuperación en marcha, no se han recuperado los salarios reales y han empeorado las condiciones laborales, la presión de una nueva crisis nos llevaría cuesta abajo por la vía del empeoramiento de nuestras condiciones de explotación.

  • Las reformas capitalistas que quedaron inconclusas en la anterior crisis y que eran difíciles de justificar en momentos en los que se presumía de expansión, van a encontrar vía libre si el desempleo hace imposible cualquier oposición de los trabajadores. La reforma de las pensiones, la privatización de la sanidad y del seguro de desempleo ya estaban contemplados en el proyecto de “mochila austriaca” del PSOE, y en una situación de crisis van a ser un objetivo central del capital.

  • Por mucho que la Unión Europea esté afirmando ahora que las ayudas públicas para aliviar el impacto económico de la pandemia no contarán en los objetivos de déficit, la realidad es que en ningún momento han afirmado que rebajen estos. El déficit de hoy será deuda mañana, lo cual se ha notado inmediatamente en los incrementos de las primas de riesgo del Estado español en los últimos días. Por otro lado, lo que se cargue a las cuentas de la Seguridad Social (exenciones a los empresarios, costes de los ERTEs, ayudas sociales extraordinarias, etc.) servirá en breve para “demostrar” la inestabilidad del sistema y abogar por la privatización del mismo.

  • El propio marco de relaciones laborales está en entredicho. Podemos prever que, en estos momentos, una nueva crisis no va a ser un episodio temporal del que saldremos como estamos. El capital va a aprovechar el estado de desconcierto generado para acometer una serie de tareas pendientes que le garanticen los beneficios en las próximas décadas. Así, la digitalización del mercado laboral, la nueva automatización y la difuminación de las relaciones laborales actuales nos pueden hacer pensar en un futuro próximo de trabajadores ajenos a la estabilidad en el empleo o a la protección de un Estado social.

 

No podemos pedirle al capitalismo que planifique en función del bienestar general ni que actúe de manera ordenada ante imprevistos. La propiedad privada de los medios de producción hace imposible este modo de proceder. Por ese motivo hay que denunciar una vez más la farsa de la coalición reformista que ha accedido al gobierno pretendiendo llevar a cabo esa tarea imposible, y que solo dejará a su paso la desorientación y el desprecio -si no algo peor- de las clases trabajadoras. Tan solo la planificación socialista en manos de la auténtica democracia de una sociedad sin clases harían posible la liberación completa de las potencialidades técnicas actuales, puestas al servicio de las necesidades humanas y al respeto por el medio ambiente. Sin olvidar ese objetivo de largo plazo, es urgente que los trabajadores comencemos -una vez más- a organizarnos como clase para afrontar los retos de defensa a más corto plazo que se nos presentan en el horizonte.

 

Espacio de Encuentro Comunista

15 de marzo de 2020

 

Notas

1) La campaña “Esto solo lo arreglamos entre todos”, hecha pública en febrero de 2010 todavía tiene su web accesible a fecha de la redacción de este artículo (14 de marzo de 2020). Debería ser declarada patrimonio intangible de la humanidad como monumento naíf a la mentira de la colaboración entre clases. http://www.estosololoarreglamosentretodos.org/

2) Para hacernos una idea de las cantidades, podemos tomar el PIB como indicador de lo producido en un año, que para el 2019 fue casi de 1,25 billones de euros. Si, gracias al incremento de la explotación, el capital consigue transferir tan solo un 1% de los salarios de los trabajadores a sus cuentas, estaríamos hablando de 12.500 millones de euros que cambian de nuestras manos a las suyas en un año.

3) Declaración institucional de Pedro Sánchez el 13 de marzo de 2020. https://www.lavanguardia.com/politica/20200313/474109921271/sanchez-este-virus-lo-pararemos-unidos.html

4) Que no se confunda esta mención a una sociedad socialista con ninguna referencia a China. Es posible que las características del capitalismo chino posibiliten un control más efectivo de una situación como la actual, pero en ningún momento lo estamos usando como modelo.

5) Se puede encontrar un resumen de la situación de estancamiento internacional previa a la pandemia en el propio texto de la última asamblea del EEC, de hace dos años: https://encuentrocomunista.org/articles/documento-iv-asamblea-contexto-y-areas-de-intervencion/

Para datos más en contexto con la situación actual, están disponibles los siguientes textos:

Michael Roberts sobre la situación económica internacional en el momento del estallido de la pandemia:

http://www.sinpermiso.info/textos/coronavirus-deuda-y-recesion

Ídem, por Rolando Astarita

https://rolandoastarita.blog/2020/03/10/hacia-una-depresion-global/

Sobre la economía española en 2019

https://cronicadeclase.wordpress.com/2019/03/06/contexto-economico-y-social-2019-parte-3/

6) ¿Crisis de deuda corporativa por el coronavirus? Traducción de Financial Times por Expansión. https://www.expansion.com/mercados/2020/03/13/5e6a9bbfe5fdea11258b45c1.html

7) En estos días han aparecido multitud de relatos de la situación en servicios sanitarios y de urgencias. Se puede encontrar un ejemplo ilustrativo en este artículo. https://www.elmundo.es/papel/historias/2020/03/07/5e62889dfdddfff9638b46e9.html

8) Así, los beneficios fiscales ofertados de la noche a la mañana por el Ayuntamiento de Madrid exigen que se mantenga “el promedio” de la plantilla, pero no dice nada de prescindir de trabajadores suministrados por empresas de servicios, autónomos dependientes, falsos autónomos, etc.

9) “Documento de propuestas conjuntas de las organizaciones sindicales, CCOO y UGT, y empresariales, CEOE y CEPYME para abordar, mediante medidas extraordinarias, la problemática laboral generada por la incidencia del nuevo tipo de coronavirus” Disponible en https://www.ugt.es/sites/default/files/propuestas_conjuntas_coronavirus_parrafo1.pdf

 


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