19 de junio: gobierne quien gobierne las pensiones se defienden
El próximo martes 19 de junio la Coordinadora de Madrid por la defensa del Sistema Público de Pensiones ha convocado una manifestación a las 11:30 horas con recorrido Sol - Arenal - Opera - Senado.
Desde el EEC animamos a asistir a una convocatoria que consideramos oportuna y necesaria, tal y como argumentamos en el texto que sigue.
Ahora más que nunca. No bajemos la guardia en la lucha por nuestras pensiones
Hay un error frecuente en amplios sectores de la clase trabajadora y de sus organizaciones, estables o coyunturales: la creencia en que dentro del Estado burgués y de una sociedad capitalista hay gobiernos amigos y enemigos. No existe tal cosa, del mismo modo que tampoco existe la cuadratura del círculo.
La apariencia de mayor o menor sensibilidad a nuestras demandas y exigencias como clase tiene que ver con la forma; casi nunca con el fondo de la cuestión.
En un Estado capitalista en el que el capital exige la austeridad a los gobiernos, y en el que lo que es gasto social se opone a la idea de rentabilidad y beneficio para el sistema económico, no hay lugar para grandes esperanzas en que la situación de la clase trabajadora, se encuentre ésta en su etapa biológica activa o de pensionista, vaya a cambiar significativamente.
Frente a la “ilusión democrática” y de progreso que han generado en distintos momentos los gobiernos del cambio (González y Zapatero), la experiencia histórica se ha mostrado siempre tozuda. En ambos momentos los recortes de conquistas sociales que supusieron las sucesivas reformas laborales y de pensiones de uno y otro fueron anticipaciones a las posteriores vueltas de tuerca que luego aplicaron aún con más dureza los sucesivos gobiernos de Aznar y de Rajoy.
Con estas experiencias, no cabe esperanza alguna que no se base en la propia confianza en la lucha y a arrancar conquistas de cualquier gobierno, del signo que sea, a partir de la autoorganización de clase, la movilización, la lucha y la presión populares.
Los ejemplos que estos días nos han dado CCOO y UGT de no exigir al gobierno la derogación de la reforma laboral, cuestión ésta que ha cogido al vuelo la nueva ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio, al afirmar que "la reforma laboral no se puede derogar alegremente" y de la desconovocatoria de la movilización que tenían prevista para el sábado 16 de Junio de cara a la negociación sobre salarios, es el camino más seguro para la claudicación y la traición a nuestra clase.
Tanto el gobierno anterior como el nuevo y sus voceros mediáticos se han empeñado de modo insistente en que la cuestión de las pensiones se centrase en la actualización de las mismas en torno al IPC, para escamotear los planes regresivos sobre sus recortes futuros a través del llamado factor de sostenibilidad o las propuestas de complementariedad de las pensiones públicas a través de los planes de pensiones privados.
El martes 12 de Junio la reunión del Pacto de Toledo ha cerrado filas en torno a la cuestión de la actualización de las pensiones en torno al IPC. El debate entre los progres y la derecha oficial sobre si se debe blindar dicha actualización para todos los pensionistas o solo para los perceptores de las cuantías más bajas, o de si ha de haber o no flexibilidad respecto a que las pensiones se eleven al IPC en los años de expansión económica o también en los de contracción, oculta factores estructurales sobre el modo de garantizar que sigan siendo públicas y suficientes a largo plazo. Ésta es la trampa de los parches que los partidos del capital (todos los parlamentarios) van poniendo para no abordar el elemento central de la cuestión: la fuente de financiación.
En Marzo pasado el ECC en un comunicado titulado “Tras el éxito del 17M, clarifiquemos posiciones en la lucha en defensa de nuestras pensiones” las siguientes exigencias, que eran también las de la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones, que siguen siendo vigentes, porque no son coyunturales sino estructurales:
Desde el EEC venimos defendiendo desde hace tiempo también que la defensa de las pensiones públicas requiere:
- El rechazo al Pacto de Toledo, a su separación de fuentes y a su apoyo con desgravaciones fiscales a los fondos privados de pensiones.
- Pensión mínima igual al salario mínimo (1084 euros) y revalorización según IPC
- Derogación de las dos últimas reformas de las pensiones: la del PSOE (2011) y la del PP (2013).
- Jubilación ordinaria a los 65 años
- La superación de la doble fuente de financiación de las pensiones contributivas (a las que se hace depender de las cotizaciones sociales), por un lado, y de las no contributivas (que dependen de los Presupuestos Generales del Estado, PGE)
- La unificación de ambas fuentes en una sola, vinculándola a los PGE, del mismo modo que se hace con la enseñanza y la sanidad, pues la garantía de los derechos históricos conquistados por la clase trabajadora a través de sus luchas es responsabilidad del Estado.
- El incremento de las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social y de los impuestos a los empresarios y grandes fortunas, pues ha sido nuestro trabajo a lo largo de nuestras vidas lo que ha hecho posible sus beneficios empresariales. La explotación laboral del trabajador y la sobreexplotación del mismo es la base de la plusvalía en la que se asienta la ganancia del capital.
Por todo lo anterior proponemos mantener la presión, la movilización y las reivindicaciones concretas porque lo que se negocia en el Pacto de Toledo no representa nuestros intereses, ni nosotros, los trabajadores futuros perceptores de las jubilaciones y pensionistas actuales, estamos presentes en esas negociaciones haciendo valer nuestras reivindicaciones.
Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden.
por Espacio de Encuentro Comunista
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El consejo de ministros cambia de género, la opresión de clase se recrudece
publicado por T.B. en Canarias Semanal
Hace casi cincuenta años las siglas de un histórico partido obrero, el PSOE, fueron apropiadas por un segmento de la burguesía española que pactó con el franquismo para hacernos creer que el “cambio” había llegado para quedarse. Pronto se puso de manifiesto que ese primer gobierno del PSOE era todo menos obrero y socialista (español sí, y nacional-católico para más señas). Hoy ese partido, que sigue engañando con lemas como “Somos la Izquierda”, acumula un largo historial de servicios prestados a la dominación de la clase capitalista, historial que no hace falta desglosar aquí.
Apropiaciones y claudicaciones de los partidos que decían representar a la clase trabajadora han llevado al vaciamiento del espíritu revolucionario de las principales conmemoraciones de esa misma clase, como el 1 de Mayo y el 8 de Marzo. Las llamadas “políticas de identidad” llegaron de los EEUU, el amo al que sirven nuestras clases dirigentes, para enterrar las diferencias de clase bajo el aluvión de las otras diferencias: de género, raza, orientación sexual... Así fue cómo el ala progresista de los partidos del capital trató de convencernos de que poniendo a mujeres en parlamentos, gobiernos, consejos de administración de empresas y entidades financieras nos íbamos a liberar todas, y de que la mujer que alcanza o aspira a alcanzar esas posiciones merece por ese hecho la etiqueta de “feminista”, aunque sus políticas supongan un ataque directo a los derechos de la mayoría de mujeres. Como feminista se presentó en las pasadas elecciones estadounidenses la reputada criminal de guerra -¿o debería decir criminala?- Hillary Clinton. Y con este título se acaban de presentar en España las señoras que el secretario general del PSOE y nuevo presidente del gobierno ha elegido para su Consejo de Ministras, en el que hay, además, dos homosexuales. Nada que objetar a que haya mujeres y gays en esos puestos, tampoco a que algunas se sientan feministas. Pero habría que recordar dónde han desembocado varias décadas de políticas de identidad y feminismo low cost en los EEUU: en un bocazas machista y xenófobo llamado Donald Trump.
Aquí, sin embargo, la progresía mira para otro lado y sigue a pie juntillas las recetas que en el centro del Imperio han llevado al desastre a la clase trabajadora, a la que pertenecemos la mayoría de mujeres - y de gays, lesbianas, negras, nacionales y extranjeras -, mientras han enriquecido y “empoderado” a una elite política, empresarial y académica compuesta de hombres y de mujeres en número creciente. En su clase están alcanzando la igualdad de género - congratulations -, pero eso no nos libera al resto de la explotación y la opresión, que, bien al contrario, se han recrudecido durante la década que llevamos de crisis económica. Ahí están las reformas laborales, firmadas por el PSOE y el PP con la connivencia de unos sindicatos, UGT y CCOO, que de organizaciones de clase pasaron a ser sostén de la patronal. Ahí están los drásticos recortes en prestaciones sociales, el aumento de los desahucios, el endeudamiento de las familias, el robo de la enseñanza, la sanidad y otros servicios públicos, que nos afectan de forma más acusada a las mujeres trabajadoras. Esto lo obvia la progresía española, con sus partidos reformistas social-liberales y sus medios de manipulación de masas, que han recibido con entusiasmo y gritos de ¡Sí se puede! -traducción literal del eslogan de la campaña de Obama- al nuevo ejecutivo del PSOE como si fuese el bálsamo maravilloso de Fierabrás.
Por si aún restaba alguna duda del carácter dirigido desde arriba de la pasada huelga del 8-M, la más mediática de la historia de España, tanto los titulares de la prensa autodenominada progresista, donde se gestó y difundió la convocatoria de esa pantomima de huelga, como los medios conservadores como El País, resaltan que el nuevo gobierno representa “el espíritu del 8-M” y que el 8-M “ha llegado para quedarse”. Según la directora del digital Público, Ana Pardo Vera, “el 6 de junio de 2018 es un día importante para todas nosotras” y el nuevo ejecutivo “una victoria de las feministas, de la presión social de los últimos años y de la revolución violeta del 8-M”. [1] Lo que se oculta tras este triunfalismo falaz es que el gobierno de Sánchez lo ha puesto una clase capitalista que ha dado a Rajoy por rentabilizado y apuesta por nuevas caras para seguir robándonos, mientras nos tienen entretenidas con la ilusión del cambio.[2] Dado que los Presupuestos Generales del Estado, pactados en el anterior gobierno, no se van a tocar, queda al desnudo la falacia de quienes afirman que, como el área económica del nuevo ejecutivo “tiene nombre de mujer, se pueden ver reflejadas muchas de las reivindicaciones escuchadas en el 8-M”.[3]
Nos consta que muchas y muchos feministas de buena voluntad que el pasado 8 de Marzo se manifestaron no lo hicieron para que se sigan aplicando las recetas de Bruselas y el FMI, que quedan aseguradas con el nombramiento de Nadia Calviño para la cartera de economía, alabada por Ana Patricia Botín, otra que se apunta al feminismo de aparato mientras su banco desahucia a miles de familias. Pero ellas y ellos insisten en que la clave para alcanzar la igualdad es poner a mujeres en puestos de dirección, como hace Ana Pardo Vera, para quien la reciente elección de Soledad Gallego Díaz como directora de El País "sirve para abrir brecha”, ya que “es muy importante ir rompiendo los techos de cristal”. [4] Sin duda, la nueva directora romperá su propio techo, pero no la línea de connivencia con la política de los EEUU, la UE y la OTAN, respaldada por los verdaderos dueños del grupo PRISA. Eso de que el 8-M “ha venido para quedarse” habría, pues, que entenderlo más bien en su doble sentido: para quedarse con el personal.
Mucho nos tememos que, con “feministras” y todo, la señora Pardo Vera seguirá llorando por los desahucios, las violaciones y los niños y niñas desnutridos. Pero no importa, porque hemos batido el Récord Guiness de ministras en un gobierno y eso ha hecho titulares en la prensa internacional. La caverna mediática ya ha empezado a hacer comentarios machistas en torno a la apariencia y el ropero de las ministras, mientras las otras identidades ausentes en los nuevos cargos reclaman el “qué hay de lo mío” -sin duda consecuentemente-; [5] todas las identidades menos la de clase trabajadora, que a esta no se la espera ni se la llama a compartir la tarta del poder, porque no cabemos en la “inclusividad”, “diversidad” y “transversalidad” que reclama la izquierda social-liberal de nuevo cuño y sus secciones más femeninas que feministas. Darán tema para muchos tremending topics. Cualquier cosa vale con tal de no hablar de los verdaderos problemas que nos afectan a la “la gente que lo pasa mal”, como nos llama Íñigo Errejón, echando mano de ese neolenguaje que disfraza la explotación de clase descomponiéndola en sus múltiples aspectos: pobreza energética, pobreza nutricional, pobreza habitacional... El nuevo gobierno ha creado un Alto Comisionado contra la pobreza infantil, porque al parecer los niños y niñas pobres salen de la tierra como los boniatos y no de madres y padres que son pobres, aunque trabajen doce horas al día, porque la riqueza que producen se transfiere entera a los bolsillos de los y las capitalistas.
Ni feministas ni socialistas. Que haya el mismo número de hombres y mujeres en los gobiernos no garantiza que se hagan políticas feministas, nombre que sólo merecen aquellas que van dirigidas a mejorar las condiciones de vida de la mayoría de mujeres, las que sólo contamos con nuestra fuerza de trabajo para subsistir. Educación y sanidad públicas, de calidad y universales para nativas y extranjeras, comedores escolares, jardines de infancia, residencias y centros de día para dependientes, acceso a la planificación familiar, a una vivienda digna y asequible, ayudas a las mujeres maltratadas, prohibición de la maternidad de alquiler, lucha efectiva contra la trata de mujeres, regulación de la publicidad sexista, de los materiales audio-visuales que nos presentan como objetos sexuales y fomentan las violencia contra nosotras como la pornografía. Todas estas, entre otras, serían medidas que contribuirían a avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres y, por tanto, podríamos llamar legítimamente feministas. Pero el capital no está por esta labor, y esto lo saben las y los feministas de pacotilla, con su mochila de másteres y saneadas cuentas corrientes, que nos quieren vender la burra, como hicieron hace casi medio siglo.
No permitamos que se sigan apropiando de nuestras organizaciones, nuestras tradiciones, nuestra historia, nuestra memoria y hasta nuestro nombre. Hagamos de los próximos 1 de Mayo y 8 de Marzo jornadas de lucha que partan de nuestra propia iniciativa, para avanzar en la consecución de una sociedad sin clases que garantizaría el fin de todas las opresiones.
Junio de 2018
Notas y referencias bibliográficas:
[1] http://www.publico.es/opinion/gobierno-mujeres-feministras.html
[2] http://encuentrocomunista.org/articles/la-moncloa-cambia-de-inquilino-el-poder-sigue-en-las-mismas-manos/
[3] http://www.publico.es/politica/pedro-sanchez-gobierno-espiritu-8-m.html
[4] http://www.publico.es/sociedad/pardo-vera-gallego-diaz-revolucion-feminista-abriendo-grandes-ventanas.html
[5] https://www.eldiario.es/sociedad/ministros-gays-visibles-Gobierno-lesbianas_0_780072115.html